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Ritos y realidades (28 abril 2024)

abril 28, 2024
Estreno, 26 abril 2024

Año tras año nos invaden los ritos literarios oficiales del mes de abril. Oficiales en el peor sentido de la palabra. No confundir con propuestas de instituciones públicas que han coexistido este mes, como la conversación de Olga Tokarczuk dentro del programa Escribir el Prado, que ya celebramos en redes incluyendo enlace de visionado.

El planeta de los libros se hizo eco de la concesión del Premio Cervantes a Luis Mateo Díez en octubre pasado, subiendo a redes la conversación que mantuvimos por su libro El fulgor de la pobreza en mayo 2006 (a partir min. 13). Nada que ver con el caduco y engalanado ritual de la entrega del premio en abril. Vaya otro ejemplo de rituales caducos: la Noche de los Libros de la Comunidad de Madrid.

Los demasiados libros, de Gabriel Zaid, no predijo los demasiados espectáculos y rituales que nos iban a agobiar y, lo peor, destrozar la literatura como él anticipaba. También Thomas Bernhard se quedó corto al escribir Mis premios, si levantara la cabeza lo diría; los espectáculos y rituales están ahogando a la literatura.

Y, a qué se debe este desbordamiento. A eso, a destrozar la auténtica literatura (porque ahora a cualquier libro se le llama literatura). Y, quién hay detrás. Pues lógicamente las instituciones de poder. Algo tendrán que hacer con el presupuesto público los carguitos culturales, desde el ministro a tanto consejero, concejal, etc, etc: que se vea el espectáculo libresco, aunque estemos a la cola europea de la lectura.

Lo bueno de leer es que desarrolla la conciencia sobre este mal teatrillo. Igual que nos ocurre con las películas, narraciones al fin, y con cualquier otro tipo de arte que nos comunique. Cuanto más vemos o leemos, mejor conciencia o, lo que viene a ser, criterio (y que cada cual elija el suyo).

El viernes pasado recomendamos la película Ama Gloria. Dura y excepcional, como es la vida en este planeta Tierra. Además, en estos tiempos, en los que habría que profundizar más sobre la desigual historia entre Occidente y sus Colonias, antiguas dicen aunque se mantiene su estatus de Colonia.

No todo cabe en un titular de prensa. Hay que profundizar más en el hoy, y no olvidar el pasado, los orígenes. Y a ello ayuda otra película que también se estrenó este viernes, Hammarskjöld: Lucha por la paz. Un biopic sobre este Secretario General de la ONU que arranca en los años cincuenta. También escribía poemas y pensamientos como el del cartel, un reto moral casi inexistente en el poder mundial actual.

Su vida merecía sin duda la película y además, una buena película como esta. Desde el principio, transiciones perfectas, muy estudiadas y bien realizadas: de las imágenes reales de la ONU, a su solitaria vida en compañía de un mono, Greenback. Y de repente, África, con toda la crudeza: imágenes de un asalto y asesinato de un poblado en el antiguo Congo Belga, oficialmente ya la República Democrática del Congo.

Una masacre para confirmar que el rito de la descolonización daba paso a la cruda realidad del neocolonianismo. El asesinato de su primer presidente post colonial, Lumumba, tan contrario a esa nueva colonización, sólo fue cuestión de días. A pesar de que el Secretario no supiera predecirlo; demasiados kilómetros entre ellos.

El crimen de Lumumba creó un gran símbolo anticolonial que sigue muy presente en toda África.

Un continente en el que la sangre se derrama desde hace siglos, desde el comercio de esclavos al simple beneplácito comercial de la comunidad internacional, o su incapacidad para detener la sangría.

La vida no vale nada en África, incluyendo la de sus líderes anticoloniales. Recuerda la película a otro líder africano asesinado por idéntica razón. Décadas después, en 1987, me refiero a Sankara, presidente de Burkina Faso. Le pude dedicar un programa de radio, Letras desde el continente africano, gracias al libro del desaparecido Antonio Lozano: El caso Sankara.

El juicio en la Unión Europea para esclarecer este asesinato se ha realizado y se ha condenado finalmente. Les ha costado su tiempo y, sin embargo, no ha servido material y vitalmente al pueblo de Burkina Faso, todos los años de desarrollo perdido y, ahora, con el país en manos del ISIS.

Hammarskjöld fue el último líder internacional tan utópico como para luchar desde la ONU por la paz y la descolonización auténtica de África. Trabajó contra el derramamiento de sangre, y le costó la suya propia.

Los intereses económicos en África no diferencian entre líderes nacionales o internacionales. Ya, todos están avisados. Ya todos evitan hablar de África. Y, menos, atreverse a entrar en zonas de conflicto con un pequeño avión sin escolta. Allí no llegan los Falcon.

Occidente solo sirve para mantener a África empobrecida, y así apropiarse de sus riquezas naturales. Y los humanos,  preferimos no mirar al conjunto del planeta, como una vivienda compartida, es más sencillo mirarnos el ombligo de nuestros privilegios (salvo excepciones).

Los libros, las películas, el periodismo de calidad, el arte, y la cultura en general, son los únicos foros donde esta denuncia tiene algo de sentido. Aunque no cambien la realidad, puede que gracias a ello algún líder lo haga. Ahí tienen a la exvicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, y su Fundación Mujeres por África.

La lucha por la vida

marzo 30, 2024
«Saturno devorando a su hijo» Francisco de Goya

Coincidió que El Día mundial del Teatro, 27 de marzo, pudimos ver en escena la trilogía novelística de Pío Baroja «La lucha por la vida», en el Teatro Español, después de pasar por el Arriaga de San Sebastián.

Los aplausos fueron muy sentidos. Hacia José Ramón Fernández y Ramón Barea por la adaptación y dirección, respectivamente, y a todos los actores y equipo. Ramón Barea no solo dirige, también interpreta a Pío Baroja en escena, con excelente voz y compostura.

La producción del Teatro Arriaga consigue, fielmente, adentrarnos en la gran obra literaria, llevarnos a finales del siglo XIX en Madrid y  mantenernos expectantes todo el tiempo, que no es poco.

Los cuentos de hadas se derriten pronto en «La busca», esa primera novela de la trilogía de Baroja, donde el joven Manuel empieza la búsqueda, la búsqueda de un lugar en la vida. Por si teníamos alguna duda de lo cruento, en la ficción y en la realidad, llega después «Mala hierba». La caída vital del protagonista en los más bajos fondos y cómo allí recibe sus educaciones. Si los hombres son sus maestros, ojo a las mujeres que, especialmente en aquella época, caen por delante de ellos.

A pesar de este inicial resumen, toda la trama se trata en clave muy vital, picaresca y llena de humor, que anima a recomendar esta obra en el Teatro Español hasta el 14 de abril. Y no se preocupen por sus dos horas y media de duración porque sin duda es acertado el entreacto de quince minutos, en medio de esta segunda novela, para recobrar fuerzas.


«Aurora roja», tercera y última ficción, se pregunta cómo cambiar la situación en aquel Madrid, en aquella España, donde las miserias ahogan a la mayoría del pueblo llano. Cómo cambiar, qué se necesita para liderar una nueva sociedad sin esas terribles desigualdades e injusticias.

Ahí nos encontramos al propio Pío Baroja en el escenario, escribiendo, apuntando consignas libertarias de la calle, con la idea de llevarlas a la ficción. Lo hizo antes el propio Cervantes, en El Quijote, de forma más sutil, humanitaria y lógica. En su época el conocimiento de esos movimientos políticos revolucionarios estaba reservado a muy pocos, el anarquismo como formulación teórica y práctica surgiría siglos después. De ahí, la razón de la supuesta locura del caballero manchego.

Sigo con Baroja, escritor que se hace eco no solo de las ideas libertarias, también de los movimientos y proclamas revolucionarias de la época y lugar. Entre tantos manifiestos y dictados, en escena se abre paso una breve frase de «la Salvadora». Ella dice, si mi mente no se engaña entre los 10 actores que representan casi 100 personajes, dice más o menos: empezar por exigirse a uno mismo antes de llevar la revolución a los demás.

Cambiarnos a nosotros. Y, después de 120 años, algo cambió sin duda, al menos en la limpieza de las calles y la salubridad. Otras circunstancias no cambian tan fácilmente: especialmente el intelecto, la historia o la educación recibidas, tan propias de cada país.

Hemos contado con iniciativas como Diálogo de Civilizaciones o Alianza de Civilizaciones, que al fin no resultan más que el intento de vender un bonito y falso cuadro entre comunidades con las que estamos a años luz. Pocas veces hemos mirado a sociedades más desarrolladas intelectual y consuetudinariamente, con el simple objetivo de mejorarnos a nosotros mismos.

Quizás nos faltan las ganas para conocer y aprender cómo sus individuos se relacionan en formas más democráticas, justas e igualitarias. Sin ir más lejos, países europeos donde los responsables políticos no miran al resto de población desde lo alto (o no lo hacen de forma habitual), sino como encargados de la mejora de sus condiciones.

Una relación simple de causa y efecto: los ciudadanos eligen a sus políticos y, si fallan en sus obligaciones, si los efectos son contrarios a lo esperado, se permite una nueva elección. Y hay otras formas también. A veces el clamor de la opinión pública consigue que el propio grupo político corrija la elección de uno o dos personajes, los no válidos para asumir el poder.

Solo ocurre en los grupos de poder que funcionan con un mínimo de democracia interna. Donde impera la razón, el avance y hasta el pacto por el bien común. La lógica consecuente donde se asumen responsabilidades.

Son muchos los no válidos para estar en el poder (decía Platón que a los pocos válidos había que obligarles, a estar en el poder, porque eran los primeros que no querían).

En España habrá que ir poco a poco eliminando esos residuos tan poco ejemplares que nos han “ordenado“ desde hace tanto tiempo. Ciento veinte años de historia, donde nuestra propia mente ha tenido que asumir si prefiere estar con el poder decrépito, frente a él, o con el poder ejercido de la mejor manera posible. No será fácil, como en ningún país lo ha sido.

Decía al principio que era el día mundial del Teatro y, como cada año desde 1962, ese día después de la representación teatral se lee en el escenario el texto de un reconocido autor. Este 2024 se eligieron las palabras del último Premio Nobel de Literatura.

En redes sociales y en otros ámbitos ya hemos dicho que Fosse no nos convence por su escritura, llena de generalidades y lugares comunes. Si consiguió el Premio Nobel por cuestiones personales que hasta han sido publicadas, personalmente solo puedo reafirmarme en lo ya dicho, lo suyo no es la escritura.

El título de su texto: «El arte es paz». Podía haberlo escrito cualquier propagandista del «No a la guerra». No a ninguna de las guerras, incluidas las olvidadas (por ejemplo, las del Daesh en África). Llevamos décadas con ese eslogan y resulta deslucido repetirlo sin más. Con tantos grandes discursos al respecto, resalta más la vacuidad de Jon Fosse.

Si Pío Baroja levantara la cabeza, qué texto hubiera preparado para ese día si fuera sobre la guerra, me pregunto. Además de todo lo escrito en su trilogía «Las Saturnales» (por «Saturno devorando a su hijo», de su admirado Goya) junto a otras novelas ambientadas en la guerra civil española. ¿Qué escribiría o recordaría hoy, con las puertas abiertas a más guerras?

Planeta violento y mujeres

noviembre 25, 2023

La violencia, la desigualdad y la injusticia son tan innatas al planeta como infinitos los mensajes humanos pidiendo justicia, paz e igualdad. Y qué poco hemos cambiado en tantos siglos.

Cada ser humano sigue pensando que sus aspiraciones de igualdad y de justicia son las válidas. También utilizando la violencia hacia el otro, o hacia la mujer que históricamente ha sido más fácil.

Violencia que no tiene siempre que ser física, o a la vista de todos, también puede ser maquiavélica para que no salpique ni una gota de sangre y, cual Maquiavelo, se recojan incluso beneficios.

El 1 de noviembre a primera hora de la mañana iba camino de Barcelona al Festival de Cine Asiático, Asian Film Festival Barcelona (AFFBCN), como jurado de la sección Panorama. Era la undécima edición y, a pesar del éxito internacional que está obteniendo la muestra, poco se habla en el país de esta gran puesta en común de películas, venidas de 25 países de Asia y el Pacífico gracias a Casa Asia.

Desde los días previos, a través de enlaces online, mis compañeros y yo nos encontramos con un mosaico de historias diferentes que solo podían encajar a través de ese puzzle artístico que es el cine y, por supuesto, la literatura.

El puzzle contaba con grandes proyecciones, entre las más de cien películas reunidas. Este es el listado de premiadas Habrá que esperar que lleguen a la gran pantalla o a plataformas online, porque como saben hay películas de festivales que no consiguen llegar al público en general.

Respecto a las proyecciones de este festival hay una excepción importante, para los que estén en Madrid. Cine Paz mk2 exhibe el ciclo Nuevas Miradas del Cine Asiático los sábados a las 12h, hasta el 16 de diciembre. También organizado por Casa Asia desde Barcelona y que lleva ya varias ediciones.

Al hablar de historias diferentes contadas por el cine, me refiero también a los diferentes países desde donde se cuentan. Cómo el arte cinematográfico debe mucho al lugar desde el que se realiza y, de nuevo, la desigualdad del planeta, la injusticia y la violencia como marcadores básicos.

En la sección Panorama premiamos como mejor dirección, una película violenta, «Goliath», de Kazajistán. Tras su visionado,  algunos miembros del jurado  comentamos que no estábamos preparados para la violencia en general, para este tipo de violencia en particular que nos llegaba de un país lejano. Aún así, de forma unánime, fue  premiada y hasta llegamos a apreciar su tono tarantino.

El ser humano, una especie única (hasta el momento), con desigualdades infinitas y extremas por todo el planeta, que el cine, como la literatura, nos permite conocer. No es una de esas experiencias personales, tan famosas ahora. Llegamos a otros seres humanos, intentamos conocerlos y entenderlos a través de la visión de un creador, y luego la haremos nuestra. No será la primera vez que nos ponemos en la piel de uno de sus personajes.

El mejor guión de la sección Panorama se lo llevó una joven directora china por: «Green Night». La historia empieza en una aséptica frontera chino-coreana, donde coinciden dos mujeres jóvenes, una de cada país, proyectando desde el principio una radiografía de la diferencia cultural entre ambas sociedades.

Si las mujeres de China y Corea pueden ser muy diferentes, especialmente por la cultura recibida, la directora y guionista tuvo el acierto de mostrarlo. No para quedarse ahí sino, yendo más allá, señalar cómo la violencia hacia las mujeres iba uniendo las historias de las dos protagonistas. Unidas llegan hasta momentos de placer y hermandad imposibles al inicio, por ello el golpe final de la película resulta más imprevisto y la hace inolvidable.

En este Día Internacional para Eliminar la Violencia contra la Mujer vamos a abogar también por la eliminación de otras violencias en el planeta.

Estoy recordando la película presentada en el AFFBCN por una representante de Hong Kong en Bruselas: «In Broad Daylight» (A plena luz del día). El periodismo de investigación consigue que veamos las violencias habituales en un centro para mayores y discapacitados (incluida violencia doble por ser mujer y discapacitada). Basada en hechos reales, la película está arrasando internacionalmente y presentarla en este festival es una gran apuesta por parte de Hong Kong respecto a una realidad que ocurre en todo el planeta.

Que pasen un buen día.

La comedia de las elecciones

julio 16, 2023


No va con segundas o no es una alusión directa al proceso electoral que esperamos devuelva la serenidad al país tras el 23J.


La comedia que les quiero recomendar es «Entrevista con mi hija Mari» de Antonia San Juan. El título del artículo es así porque no pensé que una comedia me fuera a hacer reír tanto, en estos tiempos afectados por el 23J.

No paré de reír durante toda la actuación de la actriz. Solo reduciría el papel inicial del entrevistador, Yeyo Bayeyo, demasiado explicativo sobre su programa de entrevista y testimonio, que se resume en una palabra telebasura. Un tipo de programa al que, por cierto, han acudido bastantes políticos.

La actriz, dramaturga y directora se ríe de todo, y también de nuestros políticos que más alto llegaron, los presidentes de gobierno de la democracia. Ella los llama «Reyes», puesto que habían alcanzado el «Trono». ¿Cabe mayor ironía sobre la realidad? ¿No son ellos cada vez más absolutistas?

La mayoría, por no decir todo el público, no pudimos parar de reír. Personalmente nunca me reí tanto con una comedia, ni de cerca. Ni con El Brujo, ni con ningún otro espectáculo.

Antonia San Juan no es solo sencilla, directa, honesta y cómica. Es inteligente, única e irrepetible. Como lo lleva siendo en todas sus actuaciones, producciones, guiones y otras artes, y también como dramaturga y directora.

Desde el Teatro Pavón a casa, seguía riendo. Había visto una función que dentro de la comedia mostraba las miserias de este país. En muchos planos: familia, marido, hijos, novios, vecinos, dinero, trabajo, pagas del estado, iglesia católica, visita de marcianos, y otros muchos apartados, la lista es inmensa.

La miseria periodística también incluida. No solo por el formato telebasura. Directamente la actriz escribe que si un hijo suyo estudiara cuatro o cinco años para acabar cuchicheando a la puerta de un famoso, acababa con él de un bandazo. Su madre, su abuela, etc., llevaban haciéndolo toda la vida, y a ver qué estudios necesita eso…

El programa de TV se llama «Húndeme». Y realmente quiere hundir al invitado o invitada. Y también lanza la pregunta: ¿quién es el verdugo: el presentador o la audiencia? Y yo preguntaría también, ¿en qué sociedad estamos en la que el entretenimiento se basa en humillar y hundir al otro?

A los que dicen que ayuda a las personas mayores, poco aprecio les tienen a estas. El entretenimiento, como la comida, debería ser cuidadoso, no se merecen lo que se les ofrece: veneno e higadillo. Quizá les damos ya por perdidos.

¿Cómo se pueden llamar periodistas los que empezaron su «profesión» buscando entre las basuras de los famosos? Se pregunta Antonia San Juan. Los medios de comunicación, especialmente los televisivos, se vuelven cada vez más un hazmerreír. Y un proceso cancerígeno que acaba con la salud de la sociedad. Una involución social pactada por los grandes poderes. Hasta en las facultades de periodismo se estudia, desde hace mucho tiempo, este tipo de basura.

Por todo ello esta comedia es tan importante, nos hace reírnos de nuestras miserias sociales, la falta de servicio social en televisiones, tanto públicas como privadas.  Y señala la razón de todo esto: el dinero. El que da la audiencia de TV, el dinero que se les da a los invitados, a los presentadores a los guionistas y a los técnicos. Enorme la diferencia que hay entre trabajar para prensa o TV.

Esta comedia tiene larga vida, mientras seguimos sumidos en elecciones políticas donde lo único importante es alcanzar el poder y el dinero, lo cual afectará a toda la sociedad, y hasta al Planeta mismo. Elecciones tras elecciones, todas iguales, con los mismos objetivos materiales.
La obra la pueden ver antes del 23J o después. De momento se ha prorrogado hasta mediados de agosto, y puede que más (su estreno fue el 2 de febrero). Si Feijóo gana el «trono», volvería incluso a verla, solo por la caricatura que le podría hacer Antonia San Juan.


La dramaturga llama a todos los «reyes», pidiendo un trabajo para su hijo de 57 años. Esa es la excusa para hablar con ellos y, sin duda, una de las guindas del pastel (que alimenta sanamente), ante la situación laboral del país para jóvenes y cincuentones.
Frente a procesos electorales que los políticos utilizan para maltratarse entre ellos y mentirnos a nosotros, es casi una necesidad que podamos disfrutar de la ironía y el humor de esta obra. Que respiremos genialidad y creación artística que nos permita seguir vivos, y no como borregos.

Y finalmente me pregunto ¿cómo puede haber tanto dramaturgo pomposo copando las instituciones públicas teatrales?, cuando hay grandes mujeres dramaturgas que tienen tanto que decir, y a tantas nos las estamos perdiendo. No las que van  apareciendo en los telediarios, como cuota femenina, sino mujeres como Antonia San Juan, tan original e inolvidable que me hizo hasta recordar al maestro Valle-Inclán. Pero ella misma le decía al presentador que la tildaba de machista: «ni ud. ni nadie va a acabar con el patriarcado».

Ni acabamos con el patriarcado, ni con las instituciones culturales políticamente correctas. Si alguien no se adapta a esa corrección, no tiene nada que hacer, así desde hace siglos y hasta ahora. No sé si recuerdan el reciente caso de Coral Bistuer, en la anterior Consejería de Cultura y Deporte de la Comunidad de Madrid, aquí lo que dijo, incluyendo a la Consejera que ahora va de número dos de Feijóo por Madrid.

Los mediocres alcanzan el poder temporal, de los genios culturales será la historia, si hay suerte. Porque nuestro desastre político arrasa también con la cultura, ¿Para que darle a otro «rey» un cheque en blanco, un poder absoluto del que dependerá toda nuestra vida, y que solo servirá para que a su vez entregue sobres a los amigos?


Para los que piensen que no he hablado de la obra comprendan que es mejor que la vean porque resumir los juegos de palabras, acentos (empezando por el dulce grancanario), entonaciones, sutilezas, ironías y genialidades, sería simplificar demasiado esta comedia, y hay que verla.

O al menos leer el texto. En formato de libro o cómic sería otro éxito.

Violencia “artística”

marzo 6, 2021

Líder Asalto Capitolio EEUU. Enero 2021

Busco la expresión en Internet y me remiten a lo contrario de lo que quiero hablar. Quiero escribir sobre el arte como mero término para blanquear la Violencia. Violencia a gritos, con música o sin ella. Violencia física o silenciosa. Cuando no hay razones para la violencia y el arte es el pesebre agradecido en el que la Violencia se alimenta. Las artes, todas las artes, pueden servir de alimento.

A veces un libro, o solo algunas de sus hojas, vomita una Violencia que no aguantamos. Dejamos de leer. Quizá la primera vez que escribí sobre ello fue hace 13 años, leyendo al eterno aspirante a Nobel Murakami que, después de aquellas páginas y aquel libro en general, se cayó definitivamente de la lista de mis favoritos. Cuando lea, protéjase titulaba entonces.

La Violencia, Violencia “artística” (Va) está de moda, al menos en los países “desarrollados”. Es cada vez más premiada, y no me refiero a que se vendan más discos, se consigan más clics, o hasta el estrellato circense. Otro libro que tenía que dejar de leer hace poco -porque más que Literatura contenía Violencia- se llevaba nada menos que El Premio Nacional de Narrativa 2019.

La Va es cada vez más cercana, más enraizada en la actual Violencia política. El presunto arte sirve más peligrosamente a esta Violencia, con canciones o tuits. La Va ha crecido y madurado con las RRSS y esta Violencia quiere ser populista ¿Qué sería del asalto al Capitolio hace unos meses sin esas “artísticas» imágenes en internet? ¿No nos enseñó más el violento cabeza de búfalo que todos los titulares de aquel día? ¿Qué queda en el inconscientemente colectivo?

La Violencia se ha hecho “Artista” en el mundo y en España. Además de los libros comentados, recuerdo especialmente una representación en el Teatro del Barrio, Madrid. No me acuerdo de la fecha. La obra se anunciaba como una “creación teatral” a partir del hecho lamentable de la muerte de Carlo Giuliani en la Contracumbre del G8 en Génova, hace casi 20 años. En realidad era un intento de blanquear la Violencia, aquí revestida de teatro.

El futuro vicepresidente del gobierno nacional de España, Pablo Iglesias, participaba en el coloquio posterior donde el resto parecía pura comparsa. Lo más interesante de aquella otra representación fue constatar a ojos vista (las pantallas engañan mucho) la pobreza cultural oculta bajo el chismorreo de sus varoniles andanzas protestonas (y no sé si violentas) por Europa.

Podría extenderme más, ya me dicen en comentarios si quieren. La falta de carisma, el mensaje del machito camorra, acabó con el colofón de despreciar a los medios de comunicación que no le dieran millones de audiencia. En fin, Diagonal, La Marea y El Planeta de los Libros, entre pocos más, patidifusos nos quedamos ante el populismo barato.

Estas experiencias no se suelen contar en los periódicos, no al menos en los cercanos ideológicamente y que pueden depender de sus ayudas económicas. Los que acudimos a todas las representaciones “artísticas” vengan de donde vengan y que nunca recibimos dinero de partido alguno, ni los pretendemos, tenemos esa pequeña libertad; no solo de ir sino de contar.

Espero que la moda de la Va se diluya. Aunque me temo que lleva décadas perfeccionándose, y dando buenos réditos. Además tiene hermanas gemelas que empiezan a preocupar. La Violencia “cultural” sería una de ellas. Aquí entramos en el envoltorio cultural/circense que acompaña este 8 de Marzo y que ya gateaba el año pasado. Si el feminismo es cultura, o así lo creo yo (igual que el antirracismo u otros movimientos en pro de la justicia humana) espero que este 2021 no asuma más circo del que ya se ve, o más violencias físicas o de palabra.

Defender la igualdad de la mujer nunca fue violento pero en estos tiempos hasta las ideas más justas y humanas se ponen el altavoz de los insultos, cuando no de provocaciones físicas. Este 8 de Marzo no voy a manifestarme por los derechos de la mujer, si acaso me manifestaría por un gobierno igualitario, que ahora no tenemos mientras la Moncloa se llena cada vez más de chiringuitos y populismos baratos.

Este 8 de marzo voy a seguir leyendo el libro que recomendaba hace unos días en RRSS: Conexión el ensayo de Kae Tempest que mañana publica la editorial Sexto Piso. Aunque no coincida necesariamente con le escritore en la cuestión de género, su libro es toda una lección de humanidad.

Cuídense.

La poesía del movimiento

abril 30, 2018

Entrevista a Lucía Lacarra, bailarina y coreógrafa, en el marco del Día Internacional de la Danza 

29 de abril de 2018

 

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Lucía Lacarra y Josué Ullate

“Llenar un plano muerto y gris con un arabesco vivo, clarísimo, estremecido, sin punto muerto, que se pueda recordar sin maraña: he aquí la lengua de la bailarina”.

Federico García Lorca nos recuerda en 1930 lo que la danza simboliza y ha simbolizado siempre: una huella a través de palabras invisibles y de un poema que deja cicatrices en las emociones, que marca y vuela en cada gesto, que irradia en cada expresión y que retumba en cada paso.

La intensidad de lo efímero que late en un cuerpo y ahí se cobija, y desde donde explota, para hacerse eterno. Como el poeta, quien perpetúa en el papel una historia grabada con tinta y poros. Proyectada desde las venas.

Así lo refleja también Ohad Naharín, coreógrafo israelí y creador del lenguaje del movimiento en su mensaje del Día Internacional de la Danza 2018:

 Bailar es estar en el momento. Es escuchar las sensaciones permitiendo que esa escucha se convierta en la esencia de todos los sentimientos, formas y contenido. Pero sin olvidar nunca de dónde venimos.

 Cuando me preguntan de qué se trata mi trabajo, lo primero que respondo es que se trata de sí mismo; de cómo todos sus elementos confluyen para crear su narrativa. Una narración de volumen, delicadeza, de uso de poder explosivo.

 Búsqueda de movimiento, organización y estructura. Reírnos de nosotros mismos, de la dinámica, la exageración y el eufemismo; la conexión del placer y el esfuerzo, y la sublimación de la locura, la pasión y la fantasía de cada bailarín en una forma clara.

 En el mejor de los casos, la danza puede ser sublime, incluso si está lejos de ser perfecta. Necesitamos resistir al pensamiento conservador y convencional que tiene sus raíces en gran parte de la educación y la formación, y sustituir viejas ideas por nuevas y mejores.

 Y siempre debemos acordarnos de bailar un poco todos los días… pero nunca frente a un espejo.

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 Lucía Lacarra, nueva directora artística del Víctor Ullate Ballet, «rompe» el opaco cristal de una de las salas de los Teatros del Canal y recita para nosotros. Nos transporta más allá de Madrid. Nos leemos en sus ojos. Sus brazos son su pluma y sus pies, sus alas.

Pregunta: ¿Es la danza una metáfora de la vida, un símil?

Respuesta: La danza ha sido mi forma de vivir, mi forma de expresarme, de sentir…Las vivencias que he tenido, las emociones que he sentido en el escenario, son incomparables con algo que alguien puede sentir en la vida real, donde la propia vida te hace controlarte. En el escenario puedes sufrir a fondo, puedes ser feliz a fondo…La danza ha sido una forma de respirar y para mí el objetivo no era bailar con mi cuerpo, era bailar con mi alma y con mi corazón.

Creo que eso ha hecho la diferencia porque hay muchos bailarines que son fantásticos, hacen proezas físicas…pero lo que puede llegar a emocionar a una persona no es simplemente la danza visual, si no la danza emocional.

P: ¿Cómo se consigue esa combinación entre técnica y emoción?

R: Ese equilibrio es lo más difícil de encontrar porque la técnica tiene que ser control y el control va contra la emoción. Es un poco como ser racional o ser emotivo. La técnica la trabajo en clase todos los días pero para mí es simplemente vocabulario. Como para un escritor: las palabras las conocemos todos pero es el “cómo” las utilizas. Es el lenguaje el que me permite poder exprimir las emociones. Soy muy rigurosa, muy disciplinada, pero una vez que estoy en el escenario, no es lo esencial.

Cuando has hecho un trabajo conscientemente, queda tatuado en el cuerpo. Y aunque haya imperfecciones, al final lo que percibe el público no es que un paso haya sido más perfecto que la última vez, si no cómo lo has bailado. Somos artistas, no somos gimnastas, nadie nos va a puntuar.

P: Tu corazón y tu mente están ligados a tu cuerpo…

R: Hasta cuando no estoy haciendo nada, mi cuerpo está siempre en movilidad, soy incapaz de estar completamente pasiva. Está todo conectado.

La danza es como el oxígeno que tengo dentro. Mi cuerpo siente esa música y me gusta pensar que mis movimientos son la imagen. Una persona que no pudiera oírla debería poder sentirla a través del movimiento. Raramente hay movimientos de silencio: son respiraciones, lo que está anticipando la siguiente nota. No hay nada que no tenga sentido.

Y ahí está la belleza, en todos esos nervios que están conectados.

P: Como ocurre en el teatro o en la mayoría de libros, ¿la danza comprende una introducción, un nudo y desenlace?

R: En la danza hay todo. La danza siempre quiere decir algo: no existe la danza abstracta. Siempre necesito sentir algo, aunque sea simplemente una intensidad. Tener mi propia historia en la cabeza y saber porqué estoy haciendo cada movimiento, qué significa. Cada danza tiene su historia. Cada movimiento tiene su historia, que viene desde dentro.

Cada bailarín tiene que sentir una misma danza diferente, a no ser que tengas un personaje, un rol, que tienes que interpretar y transformarte. Para que la danza sea verídica, tiene que ser real. No puedes intentar sentirla como otra persona.

Para que sea sincera y honesta, hay que hacerla con cada corazón, con cada cuerpo, con cada mente y con cada estado de ánimo. Porque puedes hacer el mismo ballet, un ballet que no tiene historia, diez veces y que sean diez veces distintas. Los pasos serán los mismos, pero la intensidad o la emoción es la que tienes en ese momento.

P: Así como el lector, cada espectador recrea su propia narrativa, con un argumento dispar…

R: Eso es lo maravilloso: cuando una persona simplemente recibe lo que viene del escenario y no está planteándose o parándose a pensar qué quiere decir o qué no. Donde uno se pierde.

Muchas veces tienen que sentarse y sólo dejarse llevar, de manera distinta, según su estado de ánimo también: estresado, excitado, cansado…Pero eso es la maravilla.

 

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 “El movimiento nunca miente. Es un barómetro que revela el estado del clima del alma a todos los que lo pueden leer». (Martha Graham).

Feliz día de la Danza. Bailemos.

Se abre el Telón

enero 4, 2017

"4" Rodrigo García. Ediciones La uÑa RoTa

«4» Rodrigo García. Ediciones La uÑa RoTa

Entre las noticias de estos primeros días del 2017, leo sobre el «Caso Teatro», Getafe (Madrid), donde se investiga la adjudicación irregular de contratos vinculados a una nueva construcción dramática que, tras año y medio de trabajos, llegará a los tribunales esta segunda quincena de enero.

El caso es pequeño pero me hace reflexionar sobre el Teatro nuestro en general. En los últimos meses me venían a la cabeza demasiadas piezas que no encajaban, que desprestigiaban la grandeza del Teatro, salvo si éste se vieran ahogado por la actual situación de corrupción, amiguismo y privilegios que reina en este reino.

Todo empezó quizá en primavera, en una rueda de prensa de un Centro Dramático. donde se presentaba una obra sobre un gran personaje de la Historia. Fue tal el énfasis sobre cómo aquella celebridad luchó por exponer sus ideas frente al poder establecido que, si no recuerdo mal, alguna periodista preguntó por esa lucha también en nuestra actualidad. Tras lo cual, yo misma pregunté cómo estaba esa lucha en el teatro, si éste era su lugar hoy (lo fue muchas veces en la Historia), si servía a la sociedad y si el poder teatral – igual que el del cine o los libros- gozaba de un buen lobby, que yo desconocía y por eso preguntaba.

Se pueden imaginar que tuve que repetir la pregunta al Director del Centro y que éste respondió nervioso y por la tangente. Acostumbrados estamos los periodistas de este país a la falta de respuesta por parte de nuestros representantes, así que hasta aquí todo normal, incluidas las aviesas miradas. Después de aquello, como una no personaliza sino que intenta dedicarse al interés público, me fui a ver la obra presentada y pedí entrevista con el Director del Centro. No hubo respuesta, ni explicaciones. No desistí, quizá era un caso puntual en 12 años. Esperé a ver otra obra en el mismo Centro y pedí nueva entrevista. Sólo obtuve otra respuesta silenciosa (modalidad habitual en nuestras labores, las culturales).

Después del verano, el silencio se volvió invisibilidad, desaparecí de las convocatorias de este Centro Dramático (este tipo de vetos también son habituales para los periodistas culturales poco complacientes). No más ruedas de prensa, o información alguna. La representación podría llamarse «12 años y 1 pregunta», o te mueves de la foto y no sales, o nuestro Teatro está atado y bien atado.

Siempre me estoy refiriendo al Teatro Público o Comercial de altos vuelos, con sanas excepciones. A lo largo de estas 13 temporadas, he observado un poco distante como la política, el negocio o la pura mediocridad se introducía en esta Alta Dramaturgia y, hoy mismo, me he dado cuenta que nunca había comentado sobre ello, que quizá era el momento de empezar.

Hace poco, en otro Teatro (alternativo éste) un profesional -cuyo nombre no puedo decir por confidencialidad- me hablaba de cohechos teatrales conocidos por todos en las altas esferas, en su caso de primera mano: la contratación de Obras en Festivales de Teatro a cambio de dinero negro, lo recordaba como práctica habitual de hacía más de 20 años.

No todo el Teatro Español es corrupto, ni mucho menos, sí llama la atención la poca luz y transparencia en su gestión; como todo lo que tiene que ver con Cultura. Un sector en el que las auditorias independientes son una rara avis, incluso aunque hablemos de dinero público. Esto sería totalmente ilógico en países culturalmente desarrollados, no así en el nuestro.

Empieza el año, y otras preguntas sobre el Teatro me alcanzan. En esta ocasión vienen de una amiga que me pregunta por talleres de escritura dramática; apenas soy capaz de recomendarle algún Teatro donde pueda intentar aprender.

¿Y, autores de teatro? Esa cuestión necesitará una charla más sosegada. Como es relativamente joven y no se asustará, sobre la marcha le recomiendo que lea dos dramaturgos: Rodrigo García y Angélica Liddell. Después me doy cuenta que ellos, por su mayor consideración fuera del país, quizá no deban ser considerados dentro del Teatro Español, ¿o sí?, ¿y qué opinarán ellos al respecto?

Les dejo unos versos del nacido en Argentina, de su libro-teatro que ilustra este artículo:

7

Libre es quien fracasa

Quien abandona es santo o visionario

Quien triunfa, vulgar esclavo

(puesto que triunfadores los hay a montones)

Oficialidad Cultural

May 31, 2015

ForSaleLos últimos días llegan correos del poco caso que hacemos a nuestras figuras y referentes culturales. Sea Giner de los Ríos, fallecido justo hace un siglo, o el poeta libertario Jesús Lizano, que perdimos recientemente. La escasa repercusión mediática revela una vez más la fatalidad cultural en la que nos encontramos: todo lo que no sea Cultural Oficial se ve abocado al silencio, a la invisibilidad, salvo contadas excepciones para confirmar la regla.

Desde hace tiempo hay una Nueva Cultura que lucha por ser reconocida, de acuerdo con su valor, más ampliamente, situarse incluso mano a mano con la Oficial por derecho propio. La Cultura no puede oficializarse casi completamente, salvo que queramos volver a tiempos que mejor olvidar.

Ayer en un triple teatral, que espero no volver a repetir (mejor de uno en uno), iba transitando desde la Oficialidad al nacimiento de nuevas propuestas. En el Centro Dramático Nacional, dirigido por Ernesto Caballero, asistía a su propia obra: «Oraciones de María Guerrero», en el Teatro que lleva el nombre de la actriz. Más que de una obra en sí, se trataba de una ponencia histórica del teatro oficial los últimos ciento y pico años, con perspectiva de género. La escena teatral se crea a partir de unas conferencias dramatizadas en la Biblioteca Nacional, que dan pie al director para crear un nuevo género: Confedrama, un híbrido que salva la dirección -marcando los tiempos a la intemporalidad del arte- y la actuación de Ester Bellver y Elena González.

Dos horas después. En La Cuarta Pared, una de las salas decanas del teatro alternativo, escucho «La Fiebre». Un monólogo que no alcanza la expresión teatral, escenográfica o corporal, ni si quiera una guinda final que recordar, como el reggaetón La Gasolina con el que terminaban (muy anti- oficial y sacrílegamente) las previas Oraciones de María Guerrero.

El texto de La Fiebre resulta inconexo y acelerado, verborrea lanzada al público sin posibilidad de defensa. Cualquier guión de radio cuida más ritmo y argumento. Nos sorprendió en una sala donde hace poco descubríamos «La Mirada del Otro«, a cuyos protagonistas invitamos al programa. El recorrido es siempre así, sinuoso e imprevisible.

A las 12 de la noche estábamos en los nuevos Teatros Luchana, todo un síntoma del despertar teatral madrileño: un gran cine cerrado hace tres años reabre como escenario múltiple. La novedad – como tantas otras en el mundo de la cultura- tarda en conocerse. Muchos se acercan al bar de la entrada, y allí se enteran de que están en el vestíbulo de 4 salas de teatro; a falta de comunicación, difusión, o al menos un buen rótulo que lo señale.

Sin ninguna expectativa previa, «For sale» me impactó de entrada por la energía y simpatía de sus actores. Como en los teatros más populares, ellos – o mejor ellas, que son la mayoría- nos invitan a entrar en la sala, nos acogen con tanta alegría y movimiento que la cuarta pared empieza a evaporarse muy rápido.

La compañía hace un cabaret socio-político cuyo formato y actuación convence. Las actrices pareces auténticas bailarinas y quizá por ello se echa en falta escuchar más y mejor el texto, o que el texto sea más atrevido. Este cabaret es una denuncia al poder abusivo del dinero: la especulación financiera, los empleos basura, los desahucios, todo lo que conocemos ya, a veces incluso en lo personal. Lo impactante es que el arte haga suyo todo eso: que las actrices del cabaret se transformen en brujas malignas, divertidos payasos, anti-disturbios o plañideras. Un intento de catarsis necesario al que el público reacciona de forma diversa: indiferente o pidiendo más.«Soy Política, pueden hacerme un escrache» se queja cómicamente Irene Galán en el papel de Política-Clown ¡Es Esperanza Aguirre!-gritan a mi lado. 

No quisiera despedirme sin mencionar la Oficialidad Cultural más actual en el mundo del libro, esa Feria del Libro de Madrid que año tras año sigue cayendo en los mismos errores. Hace poco un periodista añoraba aquellos años en los que las compras de la Reina Sofía en la inauguración eran apuntadas con devoción y augur de buenas ventas.

Miro alrededor, buena parte de los escritores que más admiro no pisan la Feria desde hace años: un evento comercial donde la literatura es mera excusa. Menos aún, se fijan en lo que compra la Reina Sofía, o cualquier otro miembro de la Monarquía. Quizá quisieran otra inauguración, más acorde con los tiempos, que reivindicara la Cultura Republicana o Libertaria, que siguen siendo tan nuestras, o que no hubiera ese mismo día y el anterior ataques neonazis a la librería La Malatesta. Mientras tanto la Feria sigue tirando de nuestras reliquias, paseándolas con extrema oficialidad y sin que suene un pitido, como los de ayer en el fútbol al llamado Nuevo Rey. Como llevamos años anunciando en nuestra página de facebook, el fútbol no es cultura. Quizá la cultura pueda plantearse otras formas de protesta, preguntarse incluso si la Feria del Libro de Madrid es realmente cultura o sólo oficialidad, y cómo mejorarla. De colofón les dejo este cartel que ha sido contestado por algunos colectivos como «Mas Mujeres«, aunque por supuesto sin respuesta oficial de la oficial feria.

FLM2015

 

Una belleza el cartel para la próxima Feria del Libro de Madrid, pero… ¿por qué la flecha? ¿No puede una mujer ser feliz y entretenerse con un libro sin que sea de asuntos del corazón? Una vez más la mujer es retratada según estereotipos flojos, que la acercan a la futilidad, al romance, al flechazo. Hermoso el arte, pero, ¡por favor, quita la flecha del libro! #‎quitalaflecha‬

Huérfanos culturales

febrero 21, 2012

Lo bueno y preocupante de un blog es la dependencia que crea. Pasando los días el mono crece y, aunque son buenas las etapas de desintoxicación, llega un momento en que el mono no para de chillar, reclama su dosis, y atrás quedan los avatares de la propia vida, los más personales, o los de las crisis económicas y laborales que nos acosan. Aunque al final todo se relaciona.

Surge el título: Huérfanos culturales. Una expresión, una idea, un desahogo, o una sobredosis que, como en este caso, alguien nos facilita. La orfandad cultural es la idea que destila y desagarra el último programa con Juan Ignacio Ferreras.  Él expresa su dolor por la falta de cultura en este país, la que vivió fuera y también a la vuelta. Y lo relacionaba con los muchos que ahora tienen que dejar España, una nueva orfandad como otras anteriores por motivos económicos, pero que también tiene mucho de la miseria cultural actual en un país donde como nunca se premia el compadreo, cuando no la mafia, y donde el trabajo ocupa el último lugar de valoración social. No hablemos ya de cultura, sobre todo si es de libros. Si es de Cine es otra cosa (no hace falta debatir aquí si es cultural o anticultural buena parte del cine que se hace), el caso es que se habla. Y cómo se habla, qué exceso, cuánta publicidad, qué verborrea más tremenda.

El domingo pasado viendo el inicio de la Gala de los Goya 2012, mi espontaneidad tan poco correcta a veces quedó grabada en las redes sociales: “Jaja… ¿puede haber un inicio más patético para los Goya 2012?”. En fin, luego hubo de todo: alguna gracia, alguna imagen, alguna palabra. Pero seguía el tono casposo. No tengo ni idea de quienes son los guionistas, que me disculpen, pero o son inexpertos sacando al Presidente de la Academia de Cine como un Don Hilarión cualquiera, o el próximo año se modernizan y sacan a Franco inaugurando pantanos. “España contra la modernidad” se titula un libro de Ferreras. Hay una conciencia colectiva que no puede seguir riéndose de lo mismo que hace 90 o 40 años (lo de los 90 es porque Don Hilarión llegó al cine en 1921).

Lo de la publicidad y verborrea lo decía, primero, por la gala. Quizá en TVE, difusora oficial del evento, no se han dado cuenta que muchos telespectadores distinguimos entre información, entretenimiento y publicidad. O quizá están tan acostumbrados a mezclarlo -hasta en los telediarios- que ya es un defecto de fábrica. Pero sigamos primero con la gala:. ¿Qué hace un locutor de RNE alabando hasta el babeo a cada premiado con frases grandilocuentes y voz de rosal de pitiminí? ¿Información, entretenimiento, publicidad? Pues alguna de las tres cosas debía ser, no me pregunten cual.

La publicidad y la verborrea seguían al día siguiente en “el resumen del cine español el último año” según una Tele, seguramente TVE, que es juez y parte: muchos de sus fondos públicos financian las películas galardonadas, o nominadas, en ese fastuoso evento. Y es que los intereses empresariales o institucionales lo arreglan todo con la publicidad. Este lunes la mayoría de las informaciones, sobre todo las más populares, las de las televisiones, coincidían alabando, vendiendo, un cine nacional que sigue estando a la cola de los grandes países de Europa. Si investigabas por internet, alguna crítica había a la gala y a nuestro cine, pero poca cosa. Si me he perdido algo, por favor me lo envíen.

Menos mal que en este Planeta siempre nos quedará el cine…, de otros países. Incluso su literatura, (antes que el cine, porque lo del séptimo arte es estar muy a la cola especialmente en ciertos casos). Y nunca estaremos del todo huérfanos, ni aunque se vayan los grandes maestros de las letras, porque nos dejan eso, sus letras, sin artificios ni anuncios entre medias (salvo que sea literariamente conveniente). Estamos preparando un programa de despedida a Wislawa Szymborska (esperamos que para marzo), leyendo y releyendo a esta poeta de las incertidumbres que acaba regalándonos muchas certezas, como en estos versos de su poema Laberinto

En algún lado debe haber una salida,

eso es más que seguro.

Mas no eres tú quien la busca,

ella te busca a ti,

Es ella la que va

tras de ti desde el principio,

y este laberinto

no es otra cosa que tú,

sólo tú, mientras se pueda,

sólo tú, mientras sea tuya,

huida, huida –

Poemario «Dos puntos». Foto de Jorge Díaz Martínez )

Combate de Negro y Perros

septiembre 26, 2011

Un momento de "Combate de negro y perros"


La obra de Koltés, que se puede ver en Réplika Teatro hasta el 2 de octubre, es uno de los textos más opresivos del reconocido dramaturgo. La puesta en escena, sobria y sencilla, consigue con pocos recursos, luces y sonidos, trasportarnos al corazón de África. Un corazón en tinieblas al que llegamos irremisiblemente, donde la historia que se relata podría ser todavía más dura. Y los protagonistas intentan resolver un crimen que es todos los crímenes, donde las buenas palabras resultan incapaces y nos abocan al fatalismo. Cuatro soberbias interpretaciones: blancos que son hijos de puta o cabrones, mujer que quiere jugar a una imposible paz universal, y el negro, un solo negro que es millones de negros, que corre alrededor de la jaula –las muchas jaulas- que los propios blancos crean en su explotación de África.

En la dirección: Mikolaj Bielski y Borja Manero, con Manuel Tiedra, Malcolm Sitè, Lorena Roncero y Raúl Chacón, en la interpretación. Una producción de la Compañía Jóven de Réplika Teatro, todo un descubrimiento como espectador y sin duda una excelente academia de actores (ahora abierto el plazo de matrícula).

Volviendo a Koltés, en la sombra está la clave: el papel que la economía occidental, sus empresas, juegan en el continente. La riqueza de África expoliada. Y el expolio que lleva siglos produciéndose continúa también fuera de África. En sus obras de teatro que no alcanzan la mínima visibilidad social (salvo que el director sea muy famoso). En sus autores, escritores que no son publicados ni publicitados, como si sólo a través de la caridad (léase subvenciones) tuvieran cabida sus obras. En sus Salones Literarios, tan llenos de intereses políticos y económicos que huelen a rancio por debajo de su supuesto perfume de independencia.