Oficialidad Cultural

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ForSaleLos últimos días llegan correos del poco caso que hacemos a nuestras figuras y referentes culturales. Sea Giner de los Ríos, fallecido justo hace un siglo, o el poeta libertario Jesús Lizano, que perdimos recientemente. La escasa repercusión mediática revela una vez más la fatalidad cultural en la que nos encontramos: todo lo que no sea Cultural Oficial se ve abocado al silencio, a la invisibilidad, salvo contadas excepciones para confirmar la regla.

Desde hace tiempo hay una Nueva Cultura que lucha por ser reconocida, de acuerdo con su valor, más ampliamente, situarse incluso mano a mano con la Oficial por derecho propio. La Cultura no puede oficializarse casi completamente, salvo que queramos volver a tiempos que mejor olvidar.

Ayer en un triple teatral, que espero no volver a repetir (mejor de uno en uno), iba transitando desde la Oficialidad al nacimiento de nuevas propuestas. En el Centro Dramático Nacional, dirigido por Ernesto Caballero, asistía a su propia obra: «Oraciones de María Guerrero», en el Teatro que lleva el nombre de la actriz. Más que de una obra en sí, se trataba de una ponencia histórica del teatro oficial los últimos ciento y pico años, con perspectiva de género. La escena teatral se crea a partir de unas conferencias dramatizadas en la Biblioteca Nacional, que dan pie al director para crear un nuevo género: Confedrama, un híbrido que salva la dirección -marcando los tiempos a la intemporalidad del arte- y la actuación de Ester Bellver y Elena González.

Dos horas después. En La Cuarta Pared, una de las salas decanas del teatro alternativo, escucho «La Fiebre». Un monólogo que no alcanza la expresión teatral, escenográfica o corporal, ni si quiera una guinda final que recordar, como el reggaetón La Gasolina con el que terminaban (muy anti- oficial y sacrílegamente) las previas Oraciones de María Guerrero.

El texto de La Fiebre resulta inconexo y acelerado, verborrea lanzada al público sin posibilidad de defensa. Cualquier guión de radio cuida más ritmo y argumento. Nos sorprendió en una sala donde hace poco descubríamos «La Mirada del Otro«, a cuyos protagonistas invitamos al programa. El recorrido es siempre así, sinuoso e imprevisible.

A las 12 de la noche estábamos en los nuevos Teatros Luchana, todo un síntoma del despertar teatral madrileño: un gran cine cerrado hace tres años reabre como escenario múltiple. La novedad – como tantas otras en el mundo de la cultura- tarda en conocerse. Muchos se acercan al bar de la entrada, y allí se enteran de que están en el vestíbulo de 4 salas de teatro; a falta de comunicación, difusión, o al menos un buen rótulo que lo señale.

Sin ninguna expectativa previa, «For sale» me impactó de entrada por la energía y simpatía de sus actores. Como en los teatros más populares, ellos – o mejor ellas, que son la mayoría- nos invitan a entrar en la sala, nos acogen con tanta alegría y movimiento que la cuarta pared empieza a evaporarse muy rápido.

La compañía hace un cabaret socio-político cuyo formato y actuación convence. Las actrices pareces auténticas bailarinas y quizá por ello se echa en falta escuchar más y mejor el texto, o que el texto sea más atrevido. Este cabaret es una denuncia al poder abusivo del dinero: la especulación financiera, los empleos basura, los desahucios, todo lo que conocemos ya, a veces incluso en lo personal. Lo impactante es que el arte haga suyo todo eso: que las actrices del cabaret se transformen en brujas malignas, divertidos payasos, anti-disturbios o plañideras. Un intento de catarsis necesario al que el público reacciona de forma diversa: indiferente o pidiendo más.«Soy Política, pueden hacerme un escrache» se queja cómicamente Irene Galán en el papel de Política-Clown ¡Es Esperanza Aguirre!-gritan a mi lado. 

No quisiera despedirme sin mencionar la Oficialidad Cultural más actual en el mundo del libro, esa Feria del Libro de Madrid que año tras año sigue cayendo en los mismos errores. Hace poco un periodista añoraba aquellos años en los que las compras de la Reina Sofía en la inauguración eran apuntadas con devoción y augur de buenas ventas.

Miro alrededor, buena parte de los escritores que más admiro no pisan la Feria desde hace años: un evento comercial donde la literatura es mera excusa. Menos aún, se fijan en lo que compra la Reina Sofía, o cualquier otro miembro de la Monarquía. Quizá quisieran otra inauguración, más acorde con los tiempos, que reivindicara la Cultura Republicana o Libertaria, que siguen siendo tan nuestras, o que no hubiera ese mismo día y el anterior ataques neonazis a la librería La Malatesta. Mientras tanto la Feria sigue tirando de nuestras reliquias, paseándolas con extrema oficialidad y sin que suene un pitido, como los de ayer en el fútbol al llamado Nuevo Rey. Como llevamos años anunciando en nuestra página de facebook, el fútbol no es cultura. Quizá la cultura pueda plantearse otras formas de protesta, preguntarse incluso si la Feria del Libro de Madrid es realmente cultura o sólo oficialidad, y cómo mejorarla. De colofón les dejo este cartel que ha sido contestado por algunos colectivos como «Mas Mujeres«, aunque por supuesto sin respuesta oficial de la oficial feria.

FLM2015

 

Una belleza el cartel para la próxima Feria del Libro de Madrid, pero… ¿por qué la flecha? ¿No puede una mujer ser feliz y entretenerse con un libro sin que sea de asuntos del corazón? Una vez más la mujer es retratada según estereotipos flojos, que la acercan a la futilidad, al romance, al flechazo. Hermoso el arte, pero, ¡por favor, quita la flecha del libro! #‎quitalaflecha‬

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