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La comedia de las elecciones

julio 16, 2023


No va con segundas o no es una alusión directa al proceso electoral que esperamos devuelva la serenidad al país tras el 23J.


La comedia que les quiero recomendar es «Entrevista con mi hija Mari» de Antonia San Juan. El título del artículo es así porque no pensé que una comedia me fuera a hacer reír tanto, en estos tiempos afectados por el 23J.

No paré de reír durante toda la actuación de la actriz. Solo reduciría el papel inicial del entrevistador, Yeyo Bayeyo, demasiado explicativo sobre su programa de entrevista y testimonio, que se resume en una palabra telebasura. Un tipo de programa al que, por cierto, han acudido bastantes políticos.

La actriz, dramaturga y directora se ríe de todo, y también de nuestros políticos que más alto llegaron, los presidentes de gobierno de la democracia. Ella los llama «Reyes», puesto que habían alcanzado el «Trono». ¿Cabe mayor ironía sobre la realidad? ¿No son ellos cada vez más absolutistas?

La mayoría, por no decir todo el público, no pudimos parar de reír. Personalmente nunca me reí tanto con una comedia, ni de cerca. Ni con El Brujo, ni con ningún otro espectáculo.

Antonia San Juan no es solo sencilla, directa, honesta y cómica. Es inteligente, única e irrepetible. Como lo lleva siendo en todas sus actuaciones, producciones, guiones y otras artes, y también como dramaturga y directora.

Desde el Teatro Pavón a casa, seguía riendo. Había visto una función que dentro de la comedia mostraba las miserias de este país. En muchos planos: familia, marido, hijos, novios, vecinos, dinero, trabajo, pagas del estado, iglesia católica, visita de marcianos, y otros muchos apartados, la lista es inmensa.

La miseria periodística también incluida. No solo por el formato telebasura. Directamente la actriz escribe que si un hijo suyo estudiara cuatro o cinco años para acabar cuchicheando a la puerta de un famoso, acababa con él de un bandazo. Su madre, su abuela, etc., llevaban haciéndolo toda la vida, y a ver qué estudios necesita eso…

El programa de TV se llama «Húndeme». Y realmente quiere hundir al invitado o invitada. Y también lanza la pregunta: ¿quién es el verdugo: el presentador o la audiencia? Y yo preguntaría también, ¿en qué sociedad estamos en la que el entretenimiento se basa en humillar y hundir al otro?

A los que dicen que ayuda a las personas mayores, poco aprecio les tienen a estas. El entretenimiento, como la comida, debería ser cuidadoso, no se merecen lo que se les ofrece: veneno e higadillo. Quizá les damos ya por perdidos.

¿Cómo se pueden llamar periodistas los que empezaron su «profesión» buscando entre las basuras de los famosos? Se pregunta Antonia San Juan. Los medios de comunicación, especialmente los televisivos, se vuelven cada vez más un hazmerreír. Y un proceso cancerígeno que acaba con la salud de la sociedad. Una involución social pactada por los grandes poderes. Hasta en las facultades de periodismo se estudia, desde hace mucho tiempo, este tipo de basura.

Por todo ello esta comedia es tan importante, nos hace reírnos de nuestras miserias sociales, la falta de servicio social en televisiones, tanto públicas como privadas.  Y señala la razón de todo esto: el dinero. El que da la audiencia de TV, el dinero que se les da a los invitados, a los presentadores a los guionistas y a los técnicos. Enorme la diferencia que hay entre trabajar para prensa o TV.

Esta comedia tiene larga vida, mientras seguimos sumidos en elecciones políticas donde lo único importante es alcanzar el poder y el dinero, lo cual afectará a toda la sociedad, y hasta al Planeta mismo. Elecciones tras elecciones, todas iguales, con los mismos objetivos materiales.
La obra la pueden ver antes del 23J o después. De momento se ha prorrogado hasta mediados de agosto, y puede que más (su estreno fue el 2 de febrero). Si Feijóo gana el «trono», volvería incluso a verla, solo por la caricatura que le podría hacer Antonia San Juan.


La dramaturga llama a todos los «reyes», pidiendo un trabajo para su hijo de 57 años. Esa es la excusa para hablar con ellos y, sin duda, una de las guindas del pastel (que alimenta sanamente), ante la situación laboral del país para jóvenes y cincuentones.
Frente a procesos electorales que los políticos utilizan para maltratarse entre ellos y mentirnos a nosotros, es casi una necesidad que podamos disfrutar de la ironía y el humor de esta obra. Que respiremos genialidad y creación artística que nos permita seguir vivos, y no como borregos.

Y finalmente me pregunto ¿cómo puede haber tanto dramaturgo pomposo copando las instituciones públicas teatrales?, cuando hay grandes mujeres dramaturgas que tienen tanto que decir, y a tantas nos las estamos perdiendo. No las que van  apareciendo en los telediarios, como cuota femenina, sino mujeres como Antonia San Juan, tan original e inolvidable que me hizo hasta recordar al maestro Valle-Inclán. Pero ella misma le decía al presentador que la tildaba de machista: «ni ud. ni nadie va a acabar con el patriarcado».

Ni acabamos con el patriarcado, ni con las instituciones culturales políticamente correctas. Si alguien no se adapta a esa corrección, no tiene nada que hacer, así desde hace siglos y hasta ahora. No sé si recuerdan el reciente caso de Coral Bistuer, en la anterior Consejería de Cultura y Deporte de la Comunidad de Madrid, aquí lo que dijo, incluyendo a la Consejera que ahora va de número dos de Feijóo por Madrid.

Los mediocres alcanzan el poder temporal, de los genios culturales será la historia, si hay suerte. Porque nuestro desastre político arrasa también con la cultura, ¿Para que darle a otro «rey» un cheque en blanco, un poder absoluto del que dependerá toda nuestra vida, y que solo servirá para que a su vez entregue sobres a los amigos?


Para los que piensen que no he hablado de la obra comprendan que es mejor que la vean porque resumir los juegos de palabras, acentos (empezando por el dulce grancanario), entonaciones, sutilezas, ironías y genialidades, sería simplificar demasiado esta comedia, y hay que verla.

O al menos leer el texto. En formato de libro o cómic sería otro éxito.

Patrimonio Cultural

junio 28, 2023

«Patrimonio» es el libro de Philip Roth de la última sesión del club de lectura: «Literatura Judía Contemporánea».

Dos horas hablando de la obra, y una persona solo comentaba su rechazo; porque le removía realidades personales y la realidad suele ser más cruda que la elaborada en los libros.
En todo caso, los 15 estuvimos de acuerdo en que el patrimonio más importante, en este libro, era el inmaterial o cultural.

Además del origen y desarrollo de una persona en su propio hogar, y la cultura y religión que recibe, más o menos aceptada, también comentamos las diferentes condiciones sociales y políticas que vive cada generación.

Del antisemitismo que sufrió el padre de Philip Roth, especialmente en su trabajo, se logró cambiar al actual reconocimiento a los judíos en Estados Unidos.

Intentamos solo hablar de esta obra y del autor.  Y suelen dejarse pensamientos en el tintero y surgen otros nuevos, que es lo bueno de compartir lecturas entre personas diferentes.

Personalmente me pregunté, días después, por mi patrimonio, por nuestro patrimonio: lo bueno y lo malo, como hace Philip Roth, y, más allá de las cuestiones personales, me pregunté por el patrimonio social, cultural y político recibido.

Nacida en la última década de la Dictadura de Franco. Vivida la Transición como una cría. Además de esas etapas, que no olvido, seguí cuestionando lo recibido desde los primeros gobiernos socialistas y populares a lo largo de 40 años.

Normal y lógico que en lo social haya habido mejoras pero, cuando comparo España con otros países europeos, me sigue pareciendo «pobre» nuestra fortaleza como sociedad cultural.

Un pensamiento que no ha variado desde mis quince años, cuando hice mi primer intercambio lingüístico con UK, a través del colegio. Entonces observé que íbamos cuarenta u ochenta años atrasados; en materia escolar, social, cultural, política y personal. En lo que yo empecé a llamar, Cultura en general.

Sigamos con esta breve recapitulación del patrimonio pasado, el actual que vivimos, y lo que podemos esperar en el futuro, llámese patrimonio o cultura en general.

Los avances sociales y políticos no han llegado rápidos y ligeros, no; conservamos en la actualidad demasiadas trabas, algunas persistentes desde hace siglos: burocracia, amiguismo, corrupción, grandes lagunas culturales y, sobre todo, un país destructivo consigo mismo.

La falta de cultura auténtica (no la que se vende con dinero público o privado) nos ha llevado a ser cada vez más escépticos y anárquicos. Hasta el punto de que ante unas elecciones generales, a muchos, culturalmente, nos cuesta confiar en uno u otro partido, sea antiguo, nuevo, o que esté muriendo. ¿Y cómo confiar en una ley electoral del 85, que pide a gritos su reforma?

En el club de lectura hablamos también del choque habitual entre generaciones, en buena parte irremediable pero sobre el que nunca he visto trabajar en España de forma seria. Dar dinero público a los jóvenes, con un bono «cultural» no acerca generaciones.

Las elecciones del 23J están metiendo tanto ruido y tan poco seso, como comentaba hace un mes en Murió Gala y la serenidad, lo cual sin duda nos está afectando a todos. Quién no lo está.

¿Qué patrimonio nos están dejando los partidos políticos españoles? De patrimonio material no hace falta que hablemos, porque ya sabemos que nuestra capacidad adquisitiva ha bajado hasta límites insospechados, mientras las élites políticas y económicas aumentan el suyo.

¿Y patrimonio político inmaterial, cultural? Si alguien quiere responder a esta cuestión, por favor, háganlo.

¿Es el patrimonio político cultural el que nos ha llevado a este presente, donde unos reivindican el neofranquismo y otros el comunismo, habiendo conocido en las propias carnes, o ajenas, su paso por Europa?


¿Con cuál de los dos patrimonios nos van a cargar nuevamente? Oposición incluida, que también nos dejará su propio patrimonio cultural y malgastará, junto al próximo gobierno, nuestro patrimonio económico

¿A quien le daremos el poder político y económico para que haga lo que quiera?
No pienso votar (ya lo comenté en las anteriores elecciones), ni a unos ni a otros. Los resultados, sean los que sean, llenarán los bolsillos de las falsas estrellas de este circo. Mientras siguen las colas de hambre, por no hablar de penurias culturales. La realidad no está en los rancios discursos políticos.

Habrá quien dirá, incluso añadiendo la palabra «culturalmente», que prefiere uno u otro extremo. Así ha ocurrido y ocurrirá. La supuesta «cultura», bien engordada por unos y otros.

Por último, gracias a todos los que vinieron al club de lectura «Literatura judía contemporánea». Para que no vuelva a gobernar el antisemitismo, u otros ismos.

Murió Gala y la serenidad

May 31, 2023

El 28 de mayo será recordado por la muerte de Antonio Gala. Un hombre de letras único, un maestro cuyo dominio del lenguaje le llevó a la poesía, a la literatura, al teatro y otras expresiones públicas: sus famosas reflexiones, muchos artículos de yprensa -en diferentes periódicos- y programas de televisión («dos métodos inmediatos de conectar con el pueblo…», decía él).

Antonio Gala pasará a la posteridad por ser un escritor y un intelectual completo. Se seguirán leyendo y admirando sus obras, se recordarán sus posturas, sus intervenciones públicas de todo tipo. Hace tres días le recordábamos en redes, con un par de frases y aquella entrevista que nos concedió el mismo año que iniciamos el programa de radio «el planeta de los libros». Aquella emisión de 2005 la titulamos, pensando en él principalmente, «Literatura y amor». Pueden oírla en el enlace a partir del minuto 4.05

Este 28 de mayo, desafortunadamente, también murió la serenidad. Al menos temporalmente y si es que alguna vez hemos llegado a ella como sociedad. Esa noche, el presidente del gobierno español entró en pánico, los teléfonos empezaron a arder y, dicen, ya la madrugada del día siguiente tomó la decisión de adelantar las Elecciones Generales siete meses. Leo en la prensa de hoy, el desconcierto en los 23 ministerios del gobierno, muchos preparándose para salir del funcionariado (13 ministerios tenía Rajoy).

También anda preocupado todo el equipo creado ex profeso para la presidencia de turno española del Consejo europeo de la UE que empieza el 1 de julio. De por sí un gran reto y ahora con los ojos entrecerrados; sin saber cómo podrán desarrollarla y acabar; si es que llegan a verlo, porque muchos pueden ser sustituidos a corto plazo. Sánchez pone su colleja y «su PSOE» por delante de todos. Le están llamando ya Mr. OTAN, ser elegido en julio podría calmar sus ambiciones.

El problema es que al perder la serenidad, seguramente porque su propio partido le provocara, a Pedro Sánchez no le importó, irracionalmente, vendernos al mundo como un país impulsivo, retrasado y muy alejado de la civilización europea. Ahí seguimos, dando pasos hacia atrás: adiós a más de 60 importantes leyes por aprobar, incluidas la del olvido oncológico y la de la ELA (Esclerosis lateral amiotrófica)

Ante esta actualidad sísmica, si en el último artículo terminaba pidiendo elecciones con listas abiertas, lo que en otros países es normal, aquí debió sonar a risa. Con lo bien que está cada tribu/partido/mafia con un jefe incuestionable, al menos en el PSOE toda la vida, y hasta en el creado hace 2 días: Sumar, de Yolanda Díaz. Certificando de nuevo que desde que nacen todos los partidos en España son iguales. Si bien unos tienen más madurez que otros.

Con un sistema electoral anclado en los 70, donde cualquier impulso puede devolvernos a la radicalidad populista de principios del siglo XX, o a la actual en algunos países iberoamericanos, habrá inocentes que dirán que en 2023 ya hemos avanzado lo suficiente en civilización. Claro, a costa de miles de jóvenes y mayores en trabajos precarios y, por seguir con la política, la compra y robo de votos, o la cada vez mayor manipulación ideológica de los medios; 440 millones de euros para los que se dejen comprar, de cara al 23J. Nada que no puedan imaginarse en Europa sobre España. O en Nueva Zelanda; donde la primera ministra abandona su cargo por decisión propia, entre aplausos por su buena labor, y sin perder elecciones.

Al grado de civilización neozelandesa no sé si llegaremos el siglo próximo. Entre elección y elección, de momento la civilización huye de nuestro país, dando paso a las diferentes guerras soterradas o abiertas. No solo las políticas, también las culturales, y de todo tipo.

Los cargos culturales puestos a dedo por el presidente del gobierno, como es lo propio en esta «civilización», se han apresurado a dar la batalla. En esta obra de teatro, los actores, la mayoría sin mérito pero profundamente ideologizados, le darán al sanchismo todo su apoyo, hasta perder la poca razón o cultura que alguna vez pudieron tener. Incluso las ideas más bellas pueden corromperse y venderse, hasta crear monstruos de cartón piedra.

Gala llegó a despreciar la política diciendo que a ella solo se dedicaban los que no sabían hacer otra cosa (y cuya ambición de poder les cegaba, añadiría yo, hablando de una forma general porque siempre hay excepciones).

Este es un fragmento de una entrevista que le hizo otro maestro, Jesús Quintero:

– «Señor Gala, ¿qué es lo más inteligente que se puede hacer en esta vida?»
– «En principio yo le diría: irse a una playa. Pero en el fondo, de verdad, tengo que decirle que salir de esta especie de laberinto en que nos han metido, una vida que no es la nuestra y que no es la mandada. Que es una organización que necesita esclavos para seguir manteniendo la pura organización que necesita esclavos, y así hasta el final. Salirse de esa cadena terrible, desencadenarse. A riesgo de la soledad, a riesgo de la falta de comprensión, pero irse un poco al campo, en el mejor de los sentidos. Salir de esa extraña y monótona esclavitud de cada día. Darle a cada día su propio afán, pero también su propia sonrisa, su propio gozo, su propio color, su propio aroma. Eso es la inteligencia. Porque una inteligencia que no nos ayude a vivir, no la quiero. No me sirve para nada. No creo que le sirva para nada a nadie».

Se puede vivir inteligentemente en todas partes: Madrid, otras ciudades o pueblos, en un exilio interior del que también hablaba Gala, procurando la abolición de lo que él llamó esclavitud.