Archive for the ‘Crítica Literaria’ Category

Antes de que llegue la nieve

diciembre 4, 2022

Podría ser un título de un libro, Antes de que llegue la nieve, pero no. Solo me viene a la memoria, Antes de que llegue la lluvia, que recomendamos hace tiempo.

En todo caso, de libros va el artículo. Tantos recibidos este año que es difícil leerlos todos, recomendar o no, hacer reseñas positivas o negativas.

Decía Ricardo Dudda hace dos días, en The Objective, que no existen en España reseñas negativas, o muy pocas. En su Twitter recordé una reseña no solo negativa sino además en formato libro: El infinito No cabe en un junco.

Esa reseña-libro tenía y tiene su importancia. Ha pasado más de un año de aquel Premio Nacional de Ensayo y, todavía, no hemos encontrado a ninguna persona que nos explique cuál es el aporte ensayístico del premio.

Sí nos hemos encontrado con profesores de Filología Clásica, la misma carrera que hizo la premiada, que nos hablaron de dos libros de sus estudios en los que estaba gran parte del famoso título. El arte de copiar las palabras, decía yo ayer en Twitter.

Hay materias cada vez más arrinconadas, desde la propia educación, como las clásicas. Sus licenciados, profesores y expertos se han manifestado por toda España; por escrito y en persona. La premiada fue contactada pero se negó a manifestarse, según nos cuentan. Quizá ella sabía que no iba a servir de nada.

El poder político, de uno u otro signo, arroja políticas educativas cada vez más superficiales. ¿Cómo vamos a enterarnos de lo que escribieron hace siglos nuestros ancestros, si todo va a corto plazo?

Sí les interesa, a los poderosos, servirnos como alimento de hoy, esas escrituras antiguas. Bien envueltas en positivismo, colores amables y un premio nacional que circule, no solo en este país, sino por todo el mundo.

Personalmente lo recuerdo en la Feria del Libro de Lisboa del 2021, o recientemente en la de Frankfurt. Todo un hito de la famosa campaña «creatividad desbordante» del Ministerio de Cultura, más gasto feriante.

Otra campaña pagada por todos, criticada en RRSS pero bien cobrada por muchos medios de Comunicación: «hambre de cultura», debería titularse hambre de contenido. Firma, el ministerio de la cantidad.

Hablo de hambre e, inconscientemente, me voy al cocinado de todo esto. Por ejemplo, se sabe cómo se cocinan premios suculentos como el Planeta, pero se habla poco de la cocina de los premios públicos nacionales. De los intereses partidistas y todavía menos de sus precocinados.

Algunos precocinados han requerido seis o doce meses para llegar a la mesa. Los periodistas freelance (y no vendidos al poder) somos uno de los entrantes habituales, aunque pueda parecer extraño.

Al entrante se le come antes, como bien saben. Cuando nos pasa a nosotros, olemos que ahí se está precocinando algo, ya se dijo a quiénes tiene que comerse el posible premiado.

Entre otros, o junto a otros, los futuros premiados deben comerse a periodistas erróneos caso de que les hayan agraciado con sus palabras. Me provoca cierta sonrisa algún caso concreto; una premio nacional e internacional que, antes de ser candidata, me llamaba y escribía whatsapps, muchos, y muchos meses después de una entrevista.

Silenció toda comunicación seis o siete meses antes de recibir el gran premio. Como no era l@ primer@, ya imaginé que iba a ello, nacional o internacional, Reina Sofía de Poesía o Cervantes. Y así fue.

Esto es lo que tiene vivir en aquel mundo imaginario de 1984 a punto de llegar el 2023: llevamos años gobernados con corruptelas para que no sea evidente la sustracción de lo importante. Y la cultura lo es.

Con cautela, que nadie se dé cuenta de la prevaricación de fichajes a nivel estatal (el resto de administraciones proceden igual, en general) Y, de ahí, con todos los contertulios en RTVE o en medios que reciben cientos de miles de euros, llegará la falta de reseñas negativas, los silencios.

Antes de que llegue la nieve (Antes de que llegue el 2023) avisa del helado año electoral que nos espera, y la cultura no será ajena a ello. Si ya está en el Congreso el debate de la cultura de la violación, imagínense lo que viene. Muy cultos su señoríes.

Posiblemente me quedé corta con aquel artículo Violencia «Artística», que me sirvió para ser vetada en algún lugar que se llama teatro. En cuanto pueda haré una lista de vetos, porque seguiremos hablando de libros, teatro, música, cine, arte, en 2023. Como viene a decir Pinkola Estés en el libro que acompaña el artículo: tenemos raíces para rato 😉

Poesía y Resistencia

agosto 9, 2018

Hoy termina Expoesía, la única, o una de las pocas feria de libros dedicada casi exclusivamente a la poesía. Lo decimos con cautela porque ¿cómo conocer todas las ferias y encuentros entre editores y escritores de poesía? Allí precisamente nos hablaban del Agosto Clandestino en Logroño. Tampoco hay barreras rígidas entre libros, entre géneros, todos están presentes y lo que llamamos poesía no se resume al clásico poemario, por muchas veces que los lectores digan que no leen poesía.

Y, por iniciar ya nuestra -casi siempre- crítica visión, habría que advertir también a los que creen que leen poemarios, que a veces no lo son, sólo lo pretenden o, lo que es peor, se aprovechan del término.  Entonces, ¿se puede falsear lo que creemos Poesía, incluidos los galardones poéticos? Por supuesto. Ya hablamos en marzo de 2005 del exitoso caso del Ateneo de Málaga que hizo la presentación de un poeta inexistente, con el aplauso de la concurrencia. Y hace sólo unos días, la noticia era «Condenado a 15 meses de prisión por plagiar poesía». Si alguien que se llama poeta es capaz de menospreciar este arte como para negociar con él, imagínense los casos que no llegan a titulares ni a juzgados.

También se puede falsear Poesía cuando se une al término Resistencia u otros parecidos. En el reino de las «fake news», que no son sólo noticias falsas, no reales, sino elaboradas mentiras, nadie se salva de ellas. La poeta irlandesa Mary O’Malley hablaba de ello en su presentación en Expoesía, y contraponía esa falsedad a la palabra «verdadera», que para ella es la Poesía.

Desde el auditorio al aire libre de la Alameda Cervantes, pensé que allí había debate, que sería necesario cuestionar estas sencillas aproximaciones al arte y la sociedad de hoy. Pero no hay debate en esta 11 Edición de Expoesía, bajo el título de «Poesía y Resistencia». Los movimientos de resistencia son cada vez más ligeros y, cuando se los anuncian, quizá no están con la intensidad que a todos nos gustaría.

Apenas estuve dos días en Soria y dos autores me interesaban especialmente, lo cual no quiere decir que no hubiera otros interesantes. Esperaba hablar con Antonio Orihuela y Amalia Iglesias, esta última no pudo acudir por motivos personales. Mientras tanto, prácticamente todos los poetas de Expoesía llamaban a la Resistencia,aún cuando fueran ajenos a la Resistencia o a la Poesía y estuvieran allí entre amiguismos o alabanzas sonrojantes. Pudimos ver «Poetas» que se aprovechan de otros poetas, que venden a otros poetas, que editan a poetas por puro negocio, que les deniegan sitios en encuentros de poesía o el pan que se merecerían, misóginos varios y hasta poca palabra verdadera.

Sí estamos de acuerdo con Jesús Bárez, al que entrevistamos a continuación, en que escribir es ya un acto de resistencia, aunque bajo la escritura se cuelen los que copian y pegan, o los que exaltan palabras mal reproducidas de poetas de otros lugares, de otras guerras. Por suerte, hablar con el concejal de cultura de Soria nos trasmite su positivismo, a través de proyectos como la Casa de las Letras o una política cultural que habla de espíritu, necesidad y ósmosis cultural. En algunas ciudades como Madrid, con muchísimo más presupuesto, ni se plantean que exista un concejal de cultura, menos aún el «policentrismo cultural» que Bárez defiende sin falsedades. Un asistente a Expoesía repetía una y otra vez a quien lo quisiera oír: «Tienen que inventar una coraza grande, especial, para que pueda albergar el corazón de Jesús».

Entrevista a Jesús Bárez, Concejal de Cultura, Ayuntamiento de Soria. Expoesía 2018

En esta entrevista mencionamos nuestra visita a la Casa de los Poetas y cómo Manuel Melendo, conserje del Círculo Amistad Numancia, nos enseñó y hasta nos dedicó unas palabras a modo de resumen y breve introducción a este museo: Casa de los Poetas_Soria 2018

Al volver a Madrid, tengo que decidir si realizo el programa ahora y lo emito en las Redes, y cómo hacerlo para emitirlo también en la 15ª Temporada, en principio en octubre. No me convencen los tiempos tan dispares de agosto a octubre y tampoco que, aún resumiendo, con todo lo grabado no puedo reducir a 29 minutos de programa. Improviso este nuevo formato, no sé si llamarlo radio-blog o radio-blog-youtube, un artículo que incluye podcast variados, archivos sonoros subidos a un youtube creado hace tiempo, y que pocas veces hemos utilizado.

Aquí la entrevista a Antonio Orihuela por su recital «Poesía y Resistencia», a partir del libro «El tiempo de las alambradas», antología publicada por Pregunta Ediciones . Entre los poemas de los que habla, destaca «Antes muerta que sencilla», que pueden escuchar de su propia voz en el enlace y que, como dice en la entrevista, nos advierte de esos cánticos consumistas que sólo sirven a proclamas de capitalismo feroz, nazismo incluso.

Una recomendación final, si están en Soria este mes disfruten de la exposición «Cantico en Castilla» Impresionante el trabajo del fotógrafo Mikel Alonso y la Poesía de Amalia Iglesias, con un prólogo de lujo como es el de Antonio Gamoneda.

Grandes Mujeres

marzo 25, 2018

En el mosaico fotográfico que ilustra este artículo, y que pertenece a la actual Exposición en Madrid de Mujeres Premio Nobel, aparece la cuarta en el margen derecho la que en El Planeta de los Libros hemos llamado Nuestra Nobel: Gabriela Mistral. La única Nobel de Literatura en lengua española, de 1945, sin que desde entonces ninguna más lo haya conseguido (ya hablamos de la parcialidad al alza de los Nobel: «No ninguneen nuestras lecturas«).

En la foto aparecen 14 mujeres, una selección de las Nobel, y en la página web de la exposición se habla de sólo 13. No se trata de un error pero hay que descubrir cuál es la diferente, cuál de ellas no consiguió el Nobel. Iremos a ello y antes, otro acertijo ¿quién no estuvo en esta exposición en sus inicios y luego fue incorporada? Acertaron si escucharon el último programa: Gabriela Mistral. Nuestra Nobel. Nos lo contó Gloria Garafulich-Grabois, presidenta de la Fundación que lleva su nombre en Nueva York.

Resulta inaudito que de las dos únicas mujeres Nobel en español:  Gabriela Mistral y Rigoberta Menchú (por el de la Paz), la primera no estuviera prevista y fuera incluida finalmente porque su Fundación patrocinó y pagó para que lo fuese (de acuerdo con las palabras de su presidenta ). Y nuestra única Nobel de la Paz en español, la guatemalteca que nació en 1959 y tenemos la suerte de que siga viva -y que podría haber sido invitada y dar más visibilidad a la exposición- no está seleccionada y, seguramente, ni se lo propusieron. Salvo que contactaran con ella, le pidieran dinero y no aceptara. No sería la primera vez que se comercializa con las mujeres y con la cultura, unir ambas puede dar más réditos.

En el lugar de nuestras dos Premios Nobel en español, estaba en la selección inicial, y ha tenido especial atención en el tiempo que lleva la muestra, una mujer que no consiguió el Nobel (de ahí la disparidad entre las 13 Nobel finales y las 14 de la foto) ¿La razón de esta inclusión? Su nacionalidad española. Hablamos de Concha Espina, que efectivamente estuvo bastantes años nominada al Nobel de Literatura, pero que no lo consiguió como tantas otras. Así que a falta de que nos den explicaciones de su inclusión y la exclusión de otras que sí lo merecían, sólo puedo concluir que los dineros públicos de la cultura se deberían organizar con mejores criterios, para que al menos no parezca que atienden a intereses particulares. Entre los organizadores y colaboradores: Museo de Ciencias Naturales, CSIC, Marca España, o Universidades como la Complutense.

«El placer de servir», que diría Gabriela Mistral, en muchos casos incluye la crítica, sólo así el Poder responde de sus abusos; siempre que se consiga que lo haga, que en nuestro país no es habitual.

Este mes de Marzo en el programa de Radio tuvimos a otra gran mujer, gran escritora: la uruguaya-española Cristina Peri Rossi, a la que pueden escuchar en «Todo lo que no te pude decir«, título de su última novela. Fue un placer leer literatura a la altura de Cervantes, o más porque, como ella bien dice, escribe como una mujer de nuestro tiempo.

Una entrevista muy agradable, que terminó con una sorpresa nada agradable. Lo desvelamos, sin dar su nombre, en el último artículo «Llamada a la huelga«. Un escrito previo al programa en el que no queríamos dar pistas sobre nuestra invitada, que estamos hartos de que nos roben las informaciones. La desagradable sorpresa es bueno que vuelva a ser mencionada: ¿por qué no le dieron el Premio Reina Sofía de Poesía a Cristina Peri Rossi? Por simple y escandaloso corporativismo masculino.

Si el escritor Sergio Macías, en su conferencia sobre Gabriela Mistral en Casa América el 6 de marzo, decía que Nuestra Nobel Gabriela Mistral «encarna el perjuicio del machismo no sólo en Chile sino en América Latina»; sólo con lo que venimos desvelando este mes de marzo, y a lo largo de las 14 temporadas, no está de más lo que añadimos en el programa: que «nuestra Nobel» también encarna ese perjuicio en nuestro país y en todo el mundo.

Las Grandes Mujeres tienen mucho que hacer, todavía. Como ejemplo, lean las respuestas de Las Mujeres del Libro a los intentos de un Nobel de Literatura como Vargas Llosa por callarlas. Hay otras muchas respuestas en medios y contenidos diversos. Entre todas ellas seleccioné, de momento, este resumen periodístico: #ÚLTIMAHORA contra el machismo literario: «Censura eres tú», de Eudald Espluga.

A las Grandes Mujeres les gustan los Grandes Hombres. Si bien es cierto que Trump  (o Vargas Llosa) pueden acabar siendo beneficiosos para el feminismo -así termina el resumen enlazado- ya que su falta de razón los lleva a combatirlo sin argumentos, de manera «cipotuda» (palabra que el corporativismo masculino de la RAE sigue sin admitir en el diccionario), y por ello animándonos a seguir luchando por nuestros Derechos sencillamente Humanos.

Disfruten de los próximos días festivos. Y, como siempre: hasta la próxima conexión, que sean muy felices. 

 

No ninguneen nuestras lecturas

octubre 9, 2017

Abrimos la 14ª Temporada con «Lectura radical de la Constitución«, un programa con el jurista Fernando Oliván, a partir de su libro «Para una lectura radical de la Constitución de 1978«.

Varios oyentes me dicen tras escucharle que no les parece una lectura tan «radical» sobre la Carta Magna. Les recomiendo el libro, sin duda más radical que la entrevista. Oliván mismo aclara cuando hablamos que se refiere a una lectura de raíz, profunda. Un trabajo mucho más valioso que cualquier acto de violencia al que suele unirse el término. Todavía en su escrito dice más: «La lectura radical se opone, así, a esa lectura mojigata que pretende ningunear al ciudadano«.

Esa frase cobra vida en mi cerebro: hay lecturas mojigatas que, no sólo pretenden ningunearnos, lo consiguen. Más allá de los malos best sellers o de autores famosos que se rifan las Editoriales, nos ningunean incluso supuestos grandes Premios nacionales, como el último de la Crítica en España que el propio Rajoy recomienda y que ya ha vendido sus derechos audiovisuales, para que los no lectores lo asimilen en sus pantallas; o Premios internacionales, como el reciente Nobel de Literatura, con el que los 18 suecos quieren lavar las críticas recibidas por el espectáculo Dylan el año pasado.

Poco se ha leído a Kazuo Ishiguru en nuestro país, empezando por mí. Le leo estos días. También me encuentro con el resto de su obra: audiovisual, compositor de canciones, etc. Tiene bastantes premios y distinciones, incluida la Orden del Imperio Británico. Veo alguna novela adaptada al cine: «Nunca me abandones«, la distopía que escribió hace 12 años. Las comparaciones son odiosas pero a veces necesarias. Mientras Margaret Atwood escribía hace 32 años sobre los vientres alquilados para ricos: «El cuento de la Criada«, donde desde la Literatura y la vida adulta abordaba la utilización futura – como histórica- del cuerpo de las mujeres (por no hablar de su mente); Ishiguru 20 años después fabrica granjas de niños para producir órganos, recreándose en la edad de la inocencia.

Es importante seguir recreando mundos, pero para mejorar los ya creados; si no es así estamos ante la mera producción bibliográfica de «novedades». El británico sabe escribir: empezó haciendo guiones para series de TV, luego llegaría el éxito de sus libros y películas. Pero, no dejo de pensar: ¿ningunean de nuevo mis lecturas?, ¿por qué este escritor y no otro? En las apuestas había de todo como siempre, incluso el keniata que sufrió en carne propia el colonialismo británico: Ngugi wa Thiong’o, por el que apostaba ya públicamente el año pasado y que pronto cumplirá 80 años.

Saben que los grandes escritores no son políticamente correctos, no se amoldan al poder, sólo sobreviven a él y eso se le nota, en la vida y en la inmortalidad de su obra (salvando excepciones como siempre). Se le notó a Juan Goytisolo, toda su vida, y cuando recibió el Cervantes (lean su discurso), se le notó al Nobel de Literatura de 1964, Jean-Paul Sartre, que no quiso recoger el premio. Y tantos y tantos otros. Y muchos más que vivieron y murieron sin premios; pobres por no vender su dignidad, aunque acabasen utilizados como mascotas del Poder: «Cervantes y la libertad de expresión«. Frente a la integridad de estos escritores, la élite de la industria del libro o de la cultura, los utiliza para tener cuentas millonarias que inocentes lectores se encargan de abultar.

En estos tiempos de crítica positiva, delicada, o sencillamente autocensurada (elijan el término que prefieran) se nos olvidan los «daños colaterales». Lo que los escritores (y también periodistas) deberían hacer y no hacen, porque llevan tiempo sin hacerlo y gracias a ello no son si quiera criticados sino que reciben premios, distinciones; dinero y poder al fin. El empobrecimiento es sólo para la ciudadanía, ese «daño colateral» continuamente ninguneado.

Recordaba en este primer programa de Temporada que, frente a la participación ciudadana, el poder siempre tiende a concentrarse. Hablábamos de la aplicación de la Constitución y, lo cierto, es que podríamos haber hablado de otros muchos libros, de esa industria editorial que en España presiden dos grandes grupos, con sus correspondientes poderes mediáticos, políticos y económicos que mantienen no sólo la hegemonía sino además el silencio cómplice en los diferentes sectores.

Una lectura no mojigata de los libros en España, o al menos de la obra de algunos de los más famosos escritores, nos llevaría a ver cómo apuntalan imperios y reinos, cómo ningunean las lecturas de todo el planeta. A los ciudadanos no nos hace falta imaginar una granja de jóvenes para tener órganos frescos, ya sabemos que se toman de sociedades esquilmadas o, más cerca, de los desfavorecidos económicamente.

Para valorar el arte literario del flamante Nobel, les dejo un adelanto de «El gigante enterrado», su última obra publicada en España. Ustedes son en definitiva los jueces, los dueños de su propio criterio literario. Ahí sí pueden comparar, así que les dejo un posible texto para ello: «País de Nieve» de Yasunari Kawabata, primera obra del primer Nobel nacido en Japón. Empezó a escribirla en 1935 y entiendo que estará libre de derechos de autor, si no es así no se preocupen: está en bibliotecas y el ejemplar que ilustra el artículo me costó 1€ en el Rastro madrileño.

«Ciudadanos del mundo, ¡uníos!», recordaba Fernando Oliván en el libro. Una ciudadanía planetaria, unida y en paz, que requiere que no ninguneen lo que leemos o escuchamos. En la Historia no sólo ha habido progresos (muchas veces para unos pocos o, como mucho, un tercio del planeta), también ha habido retrocesos, y nos hemos dado cuenta demasiado tarde. Que los retrocesos a los que asistimos hoy no continúen por más tiempo. Hasta el próximo jueves, después de la festividad del día 12, como siempre: que sean muy felices.

I Tertulias de Literatura Coreana

marzo 28, 2016

I Tertulias Literatura Coreana

Como anunciamos en las redes sociales, desde Marzo hasta Mayo colaboramos con el Centro Cultural Coreano en España en sus I Tertulias de Literatura Coreana. Es un placer leer buena literatura, como nos ocurrió el año pasado con la obra de Moon Chung-hee y Gong Ji-jong, a las que pudimos entrevistar en público. Este año además de la entrevista pública con el reconocido escritor Kim Young-ha, dentro de la Noche de los Libros el 28 de abril, estamos leyendo gracias a las Tertulias otros autores que personalmente estoy disfrutando: por su Literatura y por el diálogo posterior con los asistentes a estas tertulias.

Me gusta llamarles pioneros de la Literatura Coreana, o pioneras, la mayoría son mujeres como suele ocurrir en las actividades culturales. Pioneras no sólo de España, en el grupo seleccionado de unas 20 personas hay otras nacionalidades: Argentina, Chile, Ecuador, Brasil, etc. Muy presente pues la diferencia cultural, con la riqueza que eso conlleva, cuando precisamente hablamos de otra Cultura.

La Literatura, como cualquier Arte, no tiene fronteras, especialmente tras décadas de globalización que lamentablemente han estado sobre todo dedicadas a la política y la economía, por eso unir Culturas es todavía más necesario en este desarrollos global ineludible e imparable; la única forma de acercarnos y entendernos más allá de falsos intereses: con el conocimiento, la empatía y el disfrute de otras creatividades.

La conocida cortesía de la República de Corea les ha llevado, en esta ocasión, a regalar los tres libros seleccionado para estas I Tertulias. Empezamos con el libro de relatos «Narradoras coreanas contemporáneas«. Nacidas entre 1947 y 1981, 10 autoras que demuestran la evolución y la variedad literaria de las diferentes épocas y sensibilidades que atraviesan.

Recuerdo que una contertulia me decía antes del inicio de las Tertulias que el libro no era muy actual, publicado en 2011. Como se puso de relieve ya en la primera sesión que tuvimos el día 3 para presentar el libro: todavía queda mucha Literatura Coreana por traducir al Español, lo hace lentamente y – en ocasiones- como en este libro con deficiencias de traducción y corrección lingüística. El 17 de marzo, cuando nos reunimos por segunda vez para analizarlo, las críticas eran generalizadas respecto a los dos temas, también la demanda de que las editoriales se tomen en serio la publicación de otras Lenguas.

En nuestro país somos todavía poco eficientes en la publicación de Literatura Coreana, a pesar de su calidad y que el Instituto de Traducción Literaria de Corea apoye generosamente la labor. Como muestra de esto, el segundo libro que analizaremos en las I Tertulias este mes de Abril nos llega directamente de Argentina: «Tengo derecho a destruirme«, de Kim Young-ha, reconocido autor con obras traducidas a varios idiomas.

Esta novela en concreto, escrita en 1996, además de premiada y llevada al cine, es ya un clásico internacional que – como sugiere el título- aborda el suicidio, casi sin nombrarlo, mostrando sin tapujos vidas y relaciones previas, como quizá sea la única forma posible de acercarnos a un tema tan complejo como actual, y tan dado al debate.

Dice Publisher’s Weekly en la contraportada de este libro: «la obra de Kim Young-ha es una exploración literaria consciente de la verdad, la muerte, el deseo y la identidad, y a pesar de que trafica con temas picantes, nunca cae en el voyeurismo«. No quiero desvelar más sobre el autor que analizaremos en las tertulias de abril, pero sí invitarles a que lo conozcan personalmente el 28 de Abril, a las 19.30h, en el Centro Cultural Coreano. Acérquense antes de la hora porque el aforo es limitado y el escritor lo merece. Y si quieren leerlo antes, quizá todavía queden ejemplares en Casa del Libro.

Para terminar, no he podido evitar empezar a leer el libro que llevaremos a las Tertulias en Mayo:  «El canto de la espada» de Kim Hoon. Además de lo que dice la Editorial Trotta, que parece tener el libro agotado y esperamos reedite, el mismo escritor dice en el prólogo que se retiró de la civilización en 2000 y fue entonces cuando se encontró con el Santuario y la espada de I Sunsin. De ahí surge una recreación histórica que va más allá de un momento y un lugar: «Aquella espada me habló de amor, de la imposibilidad en él contenida; me dijo que, en el fondo, enamorarse no consistía sino en amar esa propia imposibilidad».

Quizá compartan conmigo que la Literatura Coreana tiene, en muchas ocasiones, intensidad y profundidad difíciles de olvidar.

Todos deberíamos ser feministas

diciembre 31, 2015

Los propósitos de Año Nuevo vienen a ser lo que las promesas electorales antes de las elecciones. Sirven para no cumplirlos. Una se plantea con toda su buena intención algún que otro objetivo que se esfuma en cuanto se presume un poco delante de amigas y familiares. Del mismo modo, a los políticos se les llena la boca de los temas que preocupan a la ciudadanía durante la campaña electoral y sueltan discursos demasiado preparados y artificiales para después padecer una amnesia repentina y negar todo aquello que prometieron.

La política en este país funciona así. ¿Y la política cultural? Nefasta. No existe interés por la cultura, por la cultura de verdad, porque una población culta es una población peligrosa… para ellos. Por otro lado, los medios culturales cada vez comunican menos y cada vez son más pseudoculturales. Los grandes medios culturales no ayudan a promover un cambio e incluso, a veces, parece que intentan poner la zancadilla a otros medios que sí están por la labor. Y las personas cada vez renegamos más de la cultura, como si no fuera algo importante.

En este artículo quiero hablar de feminismo. ¿Y por qué hablo entonces de cultura? Porque el feminismo, aunque solemos verlo como una cuestión política y social, es también una cuestión de cultura.

Todos deberíamos ser feministas No me sorprende que libros como Todos deberíamos ser feministas de Chimamanda Ngozi Adichie apenas haya tenido repercusión en los medios culturales. Vivimos en sociedades patriarcales, en un planeta donde la mitad de la población, hombres, quieren mantener los privilegios a costa de la otra mitad de la población, mujeres, y, por tanto, la mayoría de ellos prefieren el inmovilismo y el statu quo a mostrar interés real por hablar de feminismo.

¿Por qué tanto miedo? ¿Saben los hombres qué significa ser feminista?

El feminismo, como se recoge en el libro Feminismo para principiantes de Nuria Varela, es una teoría de la igualdad que pretende hacer justicia social, un movimiento social y político [y cultural, como he comentado] que lucha por la igualdad real entre mujeres y hombres. Sin embargo, el machismo es una teoría de la inferioridad en la que se considera a las mujeres inferiores a los hombres. El feminismo no simboliza ir en contra de los hombres, sino que se posiciona en contra de los privilegios que la sociedad patriarcal les otorga y lucha por cambiar esa estructura que perjudica a las mujeres, pero también a los hombres. No se trata en ningún momento en ser superior a los hombres, más bien en ser iguales. Fácil y claro.

Te miran con buenos ojos si eres ecologista, vegana, acudes a las manifestaciones en contra del cambio climático o del TPPI, si perteneces a algún movimiento social o si eres una participante activa de algún partido político o asociación. Sin embargo, di que eres feminista y poco faltará para que te miren como si fueras la propia encarnación del mal. Para muchas personas es fácil ver la opresión de las grandes empresas, de los bancos o de algunos políticos sobre la ciudadanía, sobre la clase trabajadora pero se niegan a ver la opresión de los hombres sobre las mujeres por el mero hecho de ser mujeres. Parece ser algo ajeno a ellos.

Por ello, recomiendo la lectura de Todos deberíamos ser feministas. Inicialmente fue una conferencia que la escritora dio en 2012 y que se ha convertido en libro. Se trata de un breve ensayo que intenta explicar de forma clara por qué es importante el género, qué significa y qué situaciones sexistas o discriminatorias del día a día vivimos las mujeres. Me parece muy acertada la idea de emplear situaciones cotidianas porque en esos detalles, que para algunos resultan banales o una versión descafeinada del feminismo, es donde comienza la desigualdad y la violencia contra las mujeres.

Aunque el contexto del libro se centra en África, las situaciones contadas nos resultarán bastante familiares, situaciones discriminatorias y sexistas en diferentes esferas de nuestra vida: en el trabajo, en el ámbito personal,Chimamanda Ngozi Adichie social y de pareja o en relación a las emociones y la expresión de sentimientos. Chimamanda Ngozi argumenta con un lenguaje directo la necesidad de conversar sobre feminismo, tanto por parte de mujeres como de hombres, y quitarle de una vez por todas las connotaciones negativas que conlleva ese término porque «si es verdad que no forma parte de nuestra cultura el hecho de que las mujeres sean seres humanos de pleno derecho, entonces podemos y debemos cambiar nuestra cultura».

Amigos, compañeros, ¿nos tomamos un café el año que viene y hablamos de feminismos?

Cambiemos el cuento, sigamos contando (2)

noviembre 26, 2015

¿Y si jugamos a cambiar el cuento? Para aquellas personas que no le leyeron, en el artículo previo escribí sobre literatura infantil (y juvenil) alternativa, aquella que va más allá de las normas establecidas, revolucionaria porque intenta ser plural y no encorsetada y no tiene miedo a mostrar otras realidades, otras personas, otras relaciones.

Para que esto sea posible, es imprescindible que las autoras y autores sean conscientes de la realidad que nos rodea y de los cambios que se producen en ella y que estén dispuestos a mostrarlo en las historias que escriben. Pero también es necesario que las editoriales establezcan más criterios que el comercial a la hora de publicar y que no sean tan reacias a trabajar con una literatura infantil diferente. Es importante la labor de editoriales como Kalandraka, Lumen (que a través de Esther Tusquets tradujo al español la colección de libros “A favor de las niñas” de Adela Turín) o Bellaterra pero también de editoriales más pequeñas como Ópera Prima, Obelisco u Hotel Papel o proyectos autofinanciados como el de Pandora Mirabilia o Cuatro Tuercas.

No soy perfectaVivimos pendientes de los espejos, cual madrastra de Blancanieves, en una sociedad que prioriza la belleza y el culto al cuerpo en las mujeres. Estereotipos que también se reproducen en los libros infantiles. Sin embargo, y es una buena noticia, podemos encontrar cuentos que apuestan por una belleza alejada de los cánones y que trabajan la aceptación de una misma reivindicando la originalidad y la imaginación. Y si no, haceos amigas de Perfecta Nueno, Mara o Malena que en No soy perfecta de Jimmy Liao, Orejas de Mariposa de Luisa Aguilar y Malena Ballena de Davide Cali, respectivamente, se rebelan contra las burlas, las risas o las exigencias de la sociedad.

Princesas botas montañaLas princesas también se han cansado de estar encerradas en torres, de dormir durante cien años o de vestir de rosa y con zapatos de tacón y autoras como Nunila López y Myriam Camero saben que por ahí anda La cenicienta que no quería comer perdices ¡Ah! Y no es un secreto que Las princesas también se tiran pedos y si no que os lo cuente Ilan Brenman y si os preguntáis si ¿Las princesas usan botas de montaña? Carmela Lavigna lo responde en su libro.

TransBirdA la familia tradicional se le ha unido otro tipo de familias que es necesario que las niñas y los niños conozcan. También es aconsejable que sepan que la heterosexualidad no es el único referente, como pretende el patriarcado y así lo intentan mostrar libros como Paula tiene dos mamás de Newman Leslea, Aitor tiene dos mamás de Mª José Mendieta o Cada familia a su aire: el libro de las pequeñas diferencias de Beatrice Bougtinon. No quiero olvidarme de un libro tierno y, al mismo tiempo, atrevido sobre las personas transgénero como es Transbird de Nacho Donoso que cuenta la historia de un pajarillo valiente que escapa de las estrictas normas que le imponen en su bandada y buscar su lugar en el mundo.

Las niñas cada día gritan con más fuerza para pedir la igualdad, para empoderarse y tomar sus propias decisiones. Así en Once damas atrevidas de Xosé M. González «Oli» las mujeres se van de Arturo y Clementinaviaje y viven aventuras. También conoceremos a aquellas que no quieren ser amas de casa o desempeñar profesiones tradicionalmente asociadas a hombres o simplemente quieren ser ellas mismas en Laura aprende a volar de Irma González, en Mercedes quiere ser bombera de Beatriz Monco, en Rosa Caremelo o Arturo y Clementina de Adela Turín, de la que ya hablamos en el primer artículo. Y de esto también saben las niñas clásicas y rebeldes como Alicia en el País de las Maravillas o Pipi Calzaslargas o el siempre ingenioso y políticamente incorrecto Mark Twain que en 1865 en Consejos a niñas pequeñas «invita a las niñas pequeñas a ignorar las restricciones impuestas por la sociedad y a pensar por sí mismas».

Un cuento propioActualmente es fácil encontrar biografías adaptadas para visibilizar el papel de las mujeres en la historia como las de Virginia Woolf o Maruja Mallo de Luisa Antolín, Gloria Fuertes o Isadora Duncan de Patricia Alonso, entre otras. También es destacable Un cuento propio de Pandora Mirabilia y Camila Monasterio, un precioso proyecto que a través de un audio libro cuenta diversas historias basadas en la vida de grandes heroínas y del que se está preparando una segunda edición con la biografía de otras siete mujeres.

bellaPor último, se ha intentado dar una vuelta de tuerca a los cuentos clásicos y reescribirlos como hizo Roald Dahl en Cuentos en verso para niños perversos o las segundas oportunidades para Caperucita, Blancanieves y Cenicienta, Hansel y Gretel y La sirenita en la serie Érase dos veces.

Para terminar, una advertencia importante. Estos libros son aptos también para personas adultas. Os lo aseguro. Disfrutaréis como niñas.

Cambiemos el cuento, sigamos contando (1)

noviembre 20, 2015

Los sábados por la mañana mi abuelo nos recogía a mis hermanas y a mí en casa, subíamos en su coche, bibliotecaun seiscientos amarillo, y nos llevaba a la biblioteca. Nos entraba ansiedad, porque aunque la biblioteca estaba cerca mi abuelo conducía despacio y no veíamos el momento de llegar. Una vez allí, corríamos hacia la sección infantil y cada una, a su aire, nos perdíamos en las estanterías, entre nuestros libros o autoras favoritas. Recuerdo que, al principio, leía, sobre todo, para obtener un premio. Sí, cada 25 libros leídos y apuntados en una ficha, la bibliotecaria me entregaba una chapa conmemorativa de mi logro. ¡Una gran satisfacción! Después, enganchada a leer, no me importaba el premio, el simple hecho de leer y disfrutar de una historia diferente era ya un premio. Y, menos mal, enseguida me di cuenta de que era el más grande que podía obtener.

El primer libro que me regaló mi padre fue Los Gnomos: gnomo de los bosques. Seguramente tuve algún otro antes pero, sin saber por qué, este es el que recuerdo. En casa, cuando ya era algo más mayor, recorría las estanterías en busca de los libros que mi madre tenía y los leía. Recuerdo desde los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós hasta novelas completamente desconocidas de Ken Follet. Con 13 años leía obras juveniles de teatro y junto a compañeras de clase, las representábamos, emocionadas con el trabajo de relectura y adaptación a nuestro tiempo en clase y a nuestras capacidades.

Poco a poco fue naciendo mi pasión por la literatura y con el tiempo, como es lógico, establecí mis propios criterios y gustos sobre las lecturas que hacía. Eso es lo mágico de la literatura para mí: es una amiga inseperable que te ayuda a ser quien eres, a rebelarte, a buscar tu sitio y a encontrarte y reinventarte a lo largo de toda la vida.

lectura

Janet, Ruth and Susan Charles reading a story. National Library of Wales

Una parte importante de nuestro hábito lector surge, por tanto, en el ámbito familiar (otros lugares pueden ser a través del profesorado, las amistades, las bibliotecarias). Con los libros que las madres y padres leen o dan a leer a sus hijos, éstos pueden entender la realidad que viven pero también les otorga la oportunidad de conocer otras realidades distintas a la suya o saber qué es posible cambiar el mundo. Les permite aprender a empatizar con lo diferente, a cuestionarse la norma social establecida, que no siempre es la mejor, salvo para el capitalismo, y por supuesto, a imaginar, soñar y crear sus propios mundos. Los niños sienten una curiosidad enorme, están ávidos de aventuras y de explorar su entorno y lo desconocido. Con los libros poseen la llave que abre la puerta a cualquier lugar que deseen ir.

Yo crecí, como tantas otras niñas y niños de mi generación con los cuentos clásicos infantiles: La Cenicienta, Blancanieves, El patito feo, Caperucita Roja, La ratita presumida, La Bella durmiente, La Sirenita, Hansel y Gretel, entre otros muchos. Estos cuentos se convierten en el primer puente para formarnos como lectoras pero no lo son todo. ¡Cuidado!

princesa

En: The British Library

Por poner un ejemplo, la mayoría de cuentos de princesas transmite unos mensajes muy claros y diferenciados a niñas y niños. Las primeras aprenden a ser pasivas, a esperar a un príncipe con el casarse y realizarse. Los segundos, a tener que ser fuertes siempre y ser los salvadores de princesas. Yo nunca me sentí identificada con estos mensajes, nunca quise ser princesa, nunca quise que me rescataran, ¿de qué? Yo quería vivir mis propias aventuras: matar dragones, acabar con las brujas, vivir con un gato y no tener que limpiar para nadie (Cenicienta limpia, La ratita presumida limpia, Blancanieves limpia, Ricitos de oro limpia). ¿Queremos que nuestras hijas sean dependientes? ¿Queremos que nuestros hijos crezcan teniendo que demostrar siempre algo?

Las niñas y los niños tienen derecho a elegir quiénes quieran ser y, para ello, es responsabilidad de madres y padres no sólo prestar atención a la calidad literaria o a la belleza de las ilustraciones sino también a los mensajes (textos e ilustraciones). Los cuentos tradicionales forman parte de nuestra cultura y no tienen por qué desaparecer (algunos de los valores que transmiten pueden seguir siendo útiles como la solidaridad entre mujeres, la importancia de la familia o la relación respetuosa con la naturaleza) pero es necesario que no se muestre a los niños y a las niñas una sola forma de estar en el mundo porque les limitamos. A través de lecturas diversas los niños se divertirán, jugarán y serán más libres (las niñas no están sólo para jugar con muñecas o casarse; los niños no tienen por qué jugar con coches y ser los más fuerte o los más valientes todo el tiempo) y es posible que no abandonen la lectura porque serán conscientes de las posibilidades que ofrece, tanto de ocio como de ayuda a procesos internos suyos. Además, si se realiza una lectura conjunta permitirá un aprendizaje mutuo entre la persona adulta y los pequeños y creará un vínculo más fuerte entre ambos.

Símbolos sexistas

Símbolos sexistas en los cuentos

La sociedad evoluciona y existen nuevas estructuras familiares, sociales y culturales que deben reflejarse en los libros para conocerlas y respetarlas. Seamos conscientes de que en los cuentos tradicionales abunda el sexismo, tema sobre el que la escritora italiana Adela Turín ha realizado una gran aportación (desde los años 60) para evitar el sexismo en los cuentos e ilustraciones infantiles. Pero también es  complicado encontrar historias que hablen de familias diferentes a la tradicional, personas de otras razas, religiones u orientación sexual que no sea la heterosexual. Por ello, aúnemos a los cuentos de siempre, las historia de ahora. Fomentemos la comprensión de lo distinto, la igualdad y la tolerencia.

Cuando era pequeña no tuve la oportunidad de leer estas otras historias así que he aprovechado la escritura de este artículo para recuperar la inocencia, convertirme de nuevo en niña y disfrutar con la mente abierta y con el corazón y poder, así, compartir, en la segunda parte de este artículo, algunas sugerencias y recomendaciones. Las posibilidades de los libros son infinitas y las niñas y niños merecen conocerlas. 

¿Jugamos a cambiar el cuento?

Micrófonos de paz

septiembre 9, 2015

Reseña: Micrófonos de paz: conversaciones con Caddy Adzuba. Madrid: Catarata, 2015. 111p.

«Cada guerra es una destrucción del espíritu humano» Henry Miller.  (1891-1980) Escritor estadounidense.

¿Qué tienen en común Nigeria, Irak, México, Libia, Sudán, Colombia, Ucrania, Siria, Palestina, Israel, Afganistán y la República Democrática del Congo? Son países donde la población está viviendo grandes guerras o conflictos armados. Actualmente, a través de los medios, conocemos los sufrimientos que están padeciendo en Siria pero existen 65 países en el mundo en los que existe algún tipo de guerra: 27 en África, 16 en Asia, 9 en Europa, 8 en el Oriente Medio y 5 en América.

Los medios de comunicación tienden a mediatizar las guerras, a convertirlas durante un tiempo en merecedoras de las primeras planas de los periódicos o de las noticias más relevantes a tratar en radio o televisión. Pero, como por arte de magia, pasado un tiempo, desaparecen como si todo hubiera terminado y vuelto a la normalidad. Ya no es noticia pero no por ello significa que hayan parado las bombas o los disparos, y aunque un día lo hagan, es posible que el dolor, el hambre, la falta de recursos, de un lugar donde vivir y los traumas y el miedo continuen. No se evaporan de la noche a la mañana por mucho que los medios pretendan ocultarlo.

microfonosUna de esas guerras olvidadas es la que desde 1996 se desarrolla en la República Democrática del Congo. En 2008, la periodista Elisa García Mingo viajó allí para conocer de primera mano lo que estaba sucediendo. De este viaje, surgió Micrófonos de paz: conversaciones con Caddy Adzuba.

Es un libro que, por un lado, intenta cambiar la visión que los medios de comunicación ofrecen sobre el Congo y terminar con la visión estereotipada y simplista que se cuenta de los acontecimientos. Se trata de ofrecer un periodismo alternativo, basado en un «periodismo ético, sensible, respetuoso, autocrítico dialógico y colaborativo». Un periodismo que cubra las carencias del periodismo extranjero en las zonas de guerra, muy «centrado en las fuentes institucionales, la fascinación por la guerra, la ideología de la objetividad y la estructura de la comunicación» y donde, a veces, no tienen tiempo ni herramientas para acudir al lugar de los hechos. Así surge la radio como un medio de paz, comunitario y participativo y que pretende la transformación social a través del empoderamiento y visibilización de las mujeres congoleñas.

Por otro lado, mediante las conversaciones con Caddy Adzuba, periodista en Radio Okapi y activista de los derechos humanos y ganadora del Premio Princesa de Asturias de la Concordia en 2014, podemos conocer su opinión sobre los motivos de la guerra, la violencia y la lucha y las reivindicaciones a través de la radio, como medio para empoderar a las mujeres y practicar periodismo ciudadano.

En 2003 se creó en la región Sur Kivu la Asociación de Mujeres de los Medios (AFEM-SK) con el fin de denunciar la violencia contra las mujeres. El objetivo es cosmopolitizar el feminicidio congoleño, es decir, que exista una identificación mundial con el feminicidio, y promover los derechos de las mujeres. Su acción se fundamenta en el empoderamiento de las mujeres (las radios convencionales las dirigen hombres y se suele negar la voz de las mujeres), la colaboración con el pequeño periodismo para dar voz a lo local frente a los expertos o las élites (periodismo desarrollado por mujeres rurales que habitan en los espacios de la violencia), la superación del papel de víctimas y la posibilidad de desarrollar otras identidades.

El periodismo activista que desempeñan las mujeres de AFEM-SK tiene una cultura periodística algo diferente del canon occidental y de lo recogido tradicionalmente en los libros. Se basa en la parcialidad, la radicalidad y la abogacía y en unos valores propios, no en lo foráneo. Apuestan por la emoción, la empatía y el compromiso como valores fundamentales. Y es algo que está funcionando porque muchas mujeres que han sufrido violaciones pueden salir del papel de víctimas en el que se les intenta perpetuar, formarse, si lo desean, como periodistas y colaborar con la Asociación.

Posiblemente, pueda chocar esta forma de hacer periodismo pero necesitamos miradas diferentes de la realidad y respeto por el quehacer de otras culturas. Como dice la profesora de teoría de la comunicación María José Sánchez Leyva «los medios de comunicación no sólo divulgan los acontecimientos que ocurren en el mundo, sino también las reglas de su representación y entendimiento». Y es necesario un periodismo plural, no sensacionalista, diverso e independiente que sea capaz de mostrar aquello que el periodismo cercano al poder oculta o muestra en función de sus intereses políticos, económicos o empresariales.

«El periodismo de paz explica la historia de la mujer, explica cómo logró salir de la situación, ofrece posibles soluciones políticas a un problema que se repite una y otra vez y que está protagonizado por diferentes mujeres en diferentes historias que tienen un sufrimiento compartido». Caddy Adzuba.

Caddy Adzuba

Erase una vez… Ana María Matute

agosto 11, 2015

Nació en Barcelona en 1925 y murió en la misma ciudad en 2014. Ha pasado algo más de un año de su fallecimiento y pocos medios culturales han realizado algún tipo de mención u homenaje a la escritora. Tan sólo, la Biblioteca Nacional de España, de cuyo patronato formó parte, celebró un acto en su honor.

ana_mariaUno de los motivos parece ser que, a estas alturas del siglo XXI, aún nos cuesta reconocer la aportación a la literatura y a la cultura por parte de las mujeres. El otro, es que Ana María Matute escribió además de novelas cuentos (para más inri, infantiles) y el cuento es un género literario con poca tradición y poco valorado en España. Tenemos la combinación perfecta para no tenerla demasiado en cuenta: mujer que escribe cuentos infantiles.

Pero Matute nunca se dejó amedrentar. Aunque desde pequeña se sentía diferente al resto de niñas y niños, siempre siguió su camino. Quizás por eso le gustaba esconderse en el bosque, bosqueese lugar maravilloso y sorprendente donde todo puede ocurrir. El lugar donde puede ser ella misma y sentir la libertad. Y a diferencia de otros niños, cuando creció, no se olvidó de esa magia y el bosque estuvo presente de alguna forma en sus libros. Siempre quiso ser niña y esa angustia de llegar al mundo adulto se recogió, por ejemplo, en Primera Memoria que recibió dos premios: en 1954 el Premio Nacional de Literatura y en 1959 el Nadal. Sin embargo había escrito su primera novela con 17 años, Pequeño teatro, que obtuvo años más tarde, en 1954, el Premio Planeta. Y en 2010 el Premio Cervantes por toda su trayectoria.

A Ana María Matute le hubiera gustado ser ilustradora antes que escritora. Las ilustraciones de Arthur Rackham para los libros Hans Christian Andersen eran sus preferidas. De pequeña escribía cuentos y también los ilustraba. Incluso fue ella misma quien retrató a los personajes de su conocida novela Olvidado Rey Gudú. Desde mi punto de vista, otro gran mérito en el sentido de que se trata de un género también poco trabajado en España.

Es curioso. Me ha venido a la memoria a Alice Munro. En una entrevista concedida a la revista Leer Ana María Matute reescribió el final del cuento de La Bella Durmiente. Alice Munro hizo lo mismo con La Sirenita. Son personas especiales, valientes y grandes escritoras que se atrevieron a retocar los cuentos clásicos y a reinterpretarlos según su visión del mundo.

contentPero no todo fue tan mágico e idílico como nos pueden transmitir la fantasía y aventura de los cuentos. Le tocó vivir los durísimos años de la guerra, algo que le marcó profundamente, como a otros muchos niños de su generación. Aún, con cerca de 90 años, se estremecía al recordar durante la guerra a un hombre muerto, tirado en la calle que aún tenía un trozo de pan y chocolate en la mano. Al igual que el bosque, la guerra tomará un papel relevante en muchas de sus novelas, como en su última novela publicada Demonios familiares; la guerra es el escenario donde Eva la protagonista luchará contra los demonios familiares pero también contra los demonios sociales que imponen normas y comportamientos a las mujeres.

Los años 50 se le quedaron pequeños. Muchas de las personas que la conocieron como las escritoras Espido Freire o Lucia Etxeberría o la fotógrafa Colita están de acuerdo en que Ana María Matute fue siempre una mujer rebelde e independiente, que hizo lo que quiso a pesar de los demás. Desde luego, si leemos algunas de las entrevistas recientes seguimos viendo una mujer fuerte, entusiasta y con las ideas claras.

No aceptó el papel que la sociedad tenía marcado para una chica de clase burguesa y de buena cuna. Como ella misma reconoció no fue virgen al matrimonio, algo que en aquella época era una provocación. Se divorció de su primer marido (algo también impensable) y luchó por la custodia de su hijo al que estuvo varios años sin ver.

A pesar de la edad, nunca dejó de soñar, de seguir siendo un poco niña y de amar la fantasía y la imaginación. Y de alguna forma, siempre siguió su personal camino de baldosas amarillas, tanto en lo personal como en lo profesional.

Erase una vez… Ana María Matute.

Más información: La niña de los cabellos blancos [documental]