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Ritos y realidades (28 abril 2024)

abril 28, 2024
Estreno, 26 abril 2024

Año tras año nos invaden los ritos literarios oficiales del mes de abril. Oficiales en el peor sentido de la palabra. No confundir con propuestas de instituciones públicas que han coexistido este mes, como la conversación de Olga Tokarczuk dentro del programa Escribir el Prado, que ya celebramos en redes incluyendo enlace de visionado.

El planeta de los libros se hizo eco de la concesión del Premio Cervantes a Luis Mateo Díez en octubre pasado, subiendo a redes la conversación que mantuvimos por su libro El fulgor de la pobreza en mayo 2006 (a partir min. 13). Nada que ver con el caduco y engalanado ritual de la entrega del premio en abril. Vaya otro ejemplo de rituales caducos: la Noche de los Libros de la Comunidad de Madrid.

Los demasiados libros, de Gabriel Zaid, no predijo los demasiados espectáculos y rituales que nos iban a agobiar y, lo peor, destrozar la literatura como él anticipaba. También Thomas Bernhard se quedó corto al escribir Mis premios, si levantara la cabeza lo diría; los espectáculos y rituales están ahogando a la literatura.

Y, a qué se debe este desbordamiento. A eso, a destrozar la auténtica literatura (porque ahora a cualquier libro se le llama literatura). Y, quién hay detrás. Pues lógicamente las instituciones de poder. Algo tendrán que hacer con el presupuesto público los carguitos culturales, desde el ministro a tanto consejero, concejal, etc, etc: que se vea el espectáculo libresco, aunque estemos a la cola europea de la lectura.

Lo bueno de leer es que desarrolla la conciencia sobre este mal teatrillo. Igual que nos ocurre con las películas, narraciones al fin, y con cualquier otro tipo de arte que nos comunique. Cuanto más vemos o leemos, mejor conciencia o, lo que viene a ser, criterio (y que cada cual elija el suyo).

El viernes pasado recomendamos la película Ama Gloria. Dura y excepcional, como es la vida en este planeta Tierra. Además, en estos tiempos, en los que habría que profundizar más sobre la desigual historia entre Occidente y sus Colonias, antiguas dicen aunque se mantiene su estatus de Colonia.

No todo cabe en un titular de prensa. Hay que profundizar más en el hoy, y no olvidar el pasado, los orígenes. Y a ello ayuda otra película que también se estrenó este viernes, Hammarskjöld: Lucha por la paz. Un biopic sobre este Secretario General de la ONU que arranca en los años cincuenta. También escribía poemas y pensamientos como el del cartel, un reto moral casi inexistente en el poder mundial actual.

Su vida merecía sin duda la película y además, una buena película como esta. Desde el principio, transiciones perfectas, muy estudiadas y bien realizadas: de las imágenes reales de la ONU, a su solitaria vida en compañía de un mono, Greenback. Y de repente, África, con toda la crudeza: imágenes de un asalto y asesinato de un poblado en el antiguo Congo Belga, oficialmente ya la República Democrática del Congo.

Una masacre para confirmar que el rito de la descolonización daba paso a la cruda realidad del neocolonianismo. El asesinato de su primer presidente post colonial, Lumumba, tan contrario a esa nueva colonización, sólo fue cuestión de días. A pesar de que el Secretario no supiera predecirlo; demasiados kilómetros entre ellos.

El crimen de Lumumba creó un gran símbolo anticolonial que sigue muy presente en toda África.

Un continente en el que la sangre se derrama desde hace siglos, desde el comercio de esclavos al simple beneplácito comercial de la comunidad internacional, o su incapacidad para detener la sangría.

La vida no vale nada en África, incluyendo la de sus líderes anticoloniales. Recuerda la película a otro líder africano asesinado por idéntica razón. Décadas después, en 1987, me refiero a Sankara, presidente de Burkina Faso. Le pude dedicar un programa de radio, Letras desde el continente africano, gracias al libro del desaparecido Antonio Lozano: El caso Sankara.

El juicio en la Unión Europea para esclarecer este asesinato se ha realizado y se ha condenado finalmente. Les ha costado su tiempo y, sin embargo, no ha servido material y vitalmente al pueblo de Burkina Faso, todos los años de desarrollo perdido y, ahora, con el país en manos del ISIS.

Hammarskjöld fue el último líder internacional tan utópico como para luchar desde la ONU por la paz y la descolonización auténtica de África. Trabajó contra el derramamiento de sangre, y le costó la suya propia.

Los intereses económicos en África no diferencian entre líderes nacionales o internacionales. Ya, todos están avisados. Ya todos evitan hablar de África. Y, menos, atreverse a entrar en zonas de conflicto con un pequeño avión sin escolta. Allí no llegan los Falcon.

Occidente solo sirve para mantener a África empobrecida, y así apropiarse de sus riquezas naturales. Y los humanos,  preferimos no mirar al conjunto del planeta, como una vivienda compartida, es más sencillo mirarnos el ombligo de nuestros privilegios (salvo excepciones).

Los libros, las películas, el periodismo de calidad, el arte, y la cultura en general, son los únicos foros donde esta denuncia tiene algo de sentido. Aunque no cambien la realidad, puede que gracias a ello algún líder lo haga. Ahí tienen a la exvicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, y su Fundación Mujeres por África.

Miedo a hablar

septiembre 15, 2014

TallerRadioEl título podía haber sido diferente: «Taller de Radio«, «Antes de la 11ª Temporada«. Se trata también de eso, antes de la nuevas emisiones haremos un Taller abierto al público en el que queremos reivindicar la capacidad, y la necesidad, de la Radio; la importancia de hablar públicamente, de comunicarnos socialmente, más si cabe en el ámbito de la cultura. Y todo ello con miras a las 11ª, porque también es verdad que tal y como está el panorama de las ondas culturales o aunamos y hasta descubrimos nuevos valores, o el fin del precipicio se acerca.

Haremos el Taller el último fin de semana de septiembre, como dice el cartel de La Puerta Estrecha, y será precisamente en este Teatro, uno de los que más se preocupa por unir escena y literatura y, también avatares del destino, el lugar donde surgió la idea.

Desde que lo anunciamos, las personas interesadas son muy variadas. Hay dos grupos que destacan: profesionales de la comunicación o de profesiones en las que la comunicación es imprescindible, desde la abogacía a la psicología. Y, en segundo lugar, a los que quiero dirigirme especialmente, otras muchas personas que, con menos experiencia, han realizado trabajos o aficiones que mucho tienen que ver con la comunicación verbal, empezando por la interna, también llamada pensamiento: teatro, lecturas, escrituras, reseñas, presentaciones y un largo etc.

Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos hablamos, con nosotros y con los otros. Y hablamos mucho los españoles, dicen algunos. Y será cierto, pero no destacamos especialmente por nuestra comunicación pública, o al menos no como los mejores. Hace más de 20 años me maravillaba la radio de la BBC, no sólo por sí misma sino por sus oyentes. En las relaciones interpersonales los españoles podemos ser más comunicativos que los anglosajones pero después de años viviendo allí (y muchos más aquí), no me cabe la menor duda de que al oyente medio le cuesta más trabajo hablar públicamente en las emisoras de radio de nuestro país. Me refiero no sólo a la forma, a la educación y al civismo, sino también a la elaboración del discurso, a la relevancia y hasta profundidad del contenido. Será que seguimos la estela de tanto tertuliano, tanto político, tanto empresario, y hasta financiero, que tenemos por aquí y que no destacan precisamente por su verbo.

En la última entrevista que le hice a Soledad Puértolas, en la Feria del Libro de Valladolid 2013, la escritora me sorprendía con una reflexión que creo refleja muy bien nuestra trayectoria y situación: «En España nos da miedo hablar».  Sea la historia del país, su nivel educativo, la cultura en general, o cierta desvalorización hacia la comunicación pública y colectiva, lo cierto es que en esta esfera parece que siempre hablan los mismos, y no precisamente muy bien. ¿Cómo revertir una situación tan pobre y que parece ir a más si no lo remediamos? Sin duda, mejorando todos esas carencias que mencionaba y otras muchas, pero también enfrentándonos al miedo a hablar. Para ello, la Radio puede ser una de nuestras mejores herramientas.

Es mi propia experiencia. La primera vez que me senté delante de un micrófono me quedé en blanco. De nada valió mi gesto de terror, los ojos como platos, lo bien vestida que iba o la ansiedad del resto de contertulios; sólo la voz, sólo sobreponerme a ese instante de pánico y hablar, podía salvarme. Por supuesto no lo hice, el director de aquella emisora habló por mí. La moraleja: nunca más volví a quedarme en blanco, podría volverme a ocurrir, cierto, pero ese recuerdo se me quedó mucho más grabado que otro tan importante como aprender a hablar de niña, de lo que ni me acuerdo. A hablar en público aprendí con las únicas herramientas de las que se dispone en la Radio: la voz y el pensamiento. Da igual todo lo demás que ocurra alrededor, la palabra y su sonido se sitúan por encima. ¿Se imaginan mejor aprendizaje para cualquier otra comunicación pública?

Al cabo de los años, no es que sea la gran comunicadora que me gustaría ser, hay que seguir aprendiendo pero, si recuerdo a aquella niña que no despegaba los labios ante las visitas, ya tengo mucho que agradecerle a la Radio, y no sólo en lo profesional.

Si se animan a acompañarnos, recuerden que la vergüenza la dejaremos fuera del taller, que no estarán solos, sino dentro de un grupo de Cómplices Radiofónicos. Y que nosotros somos los primeros que queremos que disfruten y aprendan de la experiencia, que aprendan y disfruten mucho, tanto como para colaborar después en El Planeta de los Libros, o allí donde quiera que les apetezca.