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Cultura deportiva, el deporte como generador de valores: Muay Thai

marzo 13, 2011

Hace unos pocos meses tuvo lugar mi primera toma de contacto con un deporte que aún está consolidándose en España : el Muay Thai.

Esperaba encontrar, en el mejor de los casos, un ambiente  agresivo y competitivo lleno de chicos duros, ambiciosos, diestros y fornidos; el muestrario perfecto de una plétora de egos. No fue así afortunadamente. Fui testigo de una verdadera y autentica manifestación de respeto mutuo entre “maestro y alumno” y entre compañeros.

El respeto y la disciplina formaban el corpus tangible del gimnasio; como tangible era la confianza que  irradiaba el maestro y que parecía conquistar, de forma natural, el espíritu de cada alumno. El tiempo parecía estar suspendido entre aquellas blancas paredes. El gimnasio se había convertido en una escuela de vida , una escuela en la que todos los chicos y chicas hubiesen hallado la clave para ser conscientes, exclusivamente, de sus cuerpos. La alegría formaba parte del hábito deportivo, llenando, de forma gradual, de energía positiva los activos cuerpos. Me di cuenta que el Muay Thai era un deporte muy completo, tanto a nivel cardiovascular como muscular, óseo y nervioso, y que proporcionaba resistencia, velocidad, coordinación  y ritmo.

Nunca había sido consciente de las virtudes y valores de  las artes marciales; ahora  ese mundo  me abría las puertas de una forma tan natural y sencilla como contemplar una puesta de sol. Lejos de mi imaginario quedaban las películas, malas por lo general, del género, como lejos quedaban, ahora, mis  criterios y prejuicios.

Los chicos realizaban sus circuitos de flexiones, estiramientos, brazos, piernas, caderas, abdominales y lumbares completamente descalzos sobre el tatami. Luego el circuito iba adoptando la forma de katas, punses, sombras, golpes de puño y pierna  con tensión gradual , hasta rematar con los ejercicios, a dúo, que el maestro indicaba. Sus mentes formaban un solo organismo que se fortalecía con la entrega y confianza de todos. Esa mente común, estaba abierta  por una especie de empatía colectiva: todos se preocupaban de  si mismos y de todos los demás, en un silencio tan natural como ritual. Fue cuando me apercibí de los “valores” que el maestro había estado imbuyendo e inculcando en sus alumnos:

Trabajo, esfuerzo, voluntad, preparación física, fuerza mental, técnica y respeto.

José Carlos Jaramillo, el maestro, me dice que no se puede construir nada si las bases no son sólidas, y las bases del verdadero Muay Thai son la mente, el físico, la técnica y el respeto.

Por  José Carlos, y por algunos de sus alumnos, he conocido algunas historias bellísimas de cómo este deporte y el clima del gimnasio lograron rescatar a chicos que se habían salido del camino : drogas, alcohol, desesperación y desesperanza…

Historias conmovedoras de cómo todos se ocupan y preocupan de todos incluso fuera del gimnasio. Vínculos fraternales que no solo han transcendido el espacio, sino también  el tiempo.

Tiene alumnos de distinto sexo ,de distinta procedencia y de todas las edades. Provienen  de casi todos los ámbitos laborales/profesionales: estudiantes, estudiantes universitarios, profesiones liberales, cuerpos de seguridad del estado, trabajadores no cualificados 

Vivimos tiempos difíciles y proclives a fanatismos, se anteponen los particularismos , raza, sexo, religión, frente a los derechos universales  de la humanidad. El individuo, entendido como realidad autónoma separada del mundo, es una ficción, pues ningún individuo es logra realizarse desvinculado de la sociedad en que nació y creció. La sociedad nos ha dado la cultura, la lengua, los bienes necesarios para subsistir , y por tanto formamos parte de un  todo colectivo por más que reivindiquemos nuestras singularidades individuales. Si identidad colectiva no se alcanza la identidad individual. La sociedad de los individuos es una conquista histórica , pero también lo es la voluntad de construir una democracia social y política y la elaboración de una ética solidaria de la existencia. Por más que al observar los arquetipos sociales tan desengañados de la bondad de lo comunitario sintamos sus demoledores efectos. La socialización es fundamental para la conformación de la identidad individual y colectiva. Tenemos que implicarnos en la forma en que se socializan a nuestros niños y jóvenes  si queremos que triunfe la cultura de lo colectivo; si queremos que triunfen aquellas utopías  y sueños que han producido, a lo largo de la historia, unos cambios tan grandes para la humanidad, y sobre todo si queremos evolucionar culturalmente y seguir soñando  una sociedad más  libre, justa y solidaria como realidad perdurable.

El ser humano muestra una gran variedad de comportamientos, es capaz de lo mejor y lo peor, pero la violencia es una conducta aprendida. Por tanto a la inversa debe funcionar también; actuando sobre las motivaciones humanas, sobre las circunstancias y sobre la educación en valores , podremos hacer una verdadera construcción de los social. El progreso cultural y social no requiere que el individuo esté exento de motivos innobles o perversos sino simplemente que, además de esos, tenga otros: empatía, capacidad de ponerse en el lugar del otro. De ahí la relevancia del aprendizaje y la cultura en todos los aspectos de la vida humana.

 Paqui Solana