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Mejor que los Goya2024

febrero 11, 2024

Aguanté dos minutos anoche viendo los Goya2024. Como muchos otros quizá, pienso que no está el país para galas, y menos tan repetitivas y pesadas como, año tras año, nos resulta esta.

Además, hace tres días recomendaba un cine necesario, ese que no pisa la alfombra de postureo de los Goya. Y, si la pisan, como «Alcarrás» el año pasado, es para no ganar ni una de las 11 nominaciones, y a pesar del Oso de Oro berlinés.

Ayer, hoy, y me temo que durante mucho tiempo, me parecen social y culturalmente mucho más importantes las reivindicaciones de agricultores y transportistas, que se oían fuera de la alfombra. Me pregunto si Carla Simón, la directora de «Alcarrás» lo verá como una venganza bíblica… Lo que sí es seguro es que está dando la razón a un libro que recientemente recomendé «La venganza del campo» de Manuel Pimentel; también hay libros necesarios.

En cuanto al cine necesario que recomendaba en Redes hace unos días, lo vi gracias a Filmoteca Española, en el Cine Doré. Hace años, ahí mismo, conocí al polémico director de cine Carlos Vermut (ya saben, sus escándalos sexuales y cancelaciones varias). Fue en un pase especial de «Magical Girl» y, para abreviar la situación, además de contarnos que la familia que aparecía con un niño era la auténtica de la hija del expresidente Aznar (no especificó ningún lazo oculto en este cameo), personalmente no me gustó su mirada, turbia, huidiza. Tampoco su película, aunque amistades hay que estan enamorad@s de ella.

Lo que sí considero puro arte es esa necesaria película documental polaco-alemana recién vista y que recomiendo ampliamente: #ElSíndromeDeHamlet. Nos habían avisado de que era buenísima, y las reseñas y premios lo atestiguaban. Por eso, hicimos el anuncio en redes el mismo día por la mañana, para que pudieran verla los que quisieran.

Y lo que vimos fue mucho más allá de nuestras expectativas. Era la guerra en Ucrania vista desde una perspectiva cultural, a través del teatro y la reflexión, y sobre todo humana; donde los protagonistas eran cinco jóvenes pero también sus familias. En el coloquio posterior a la película, pregunté cuándo podría verse en España; era su estreno en nuestro país, pase único (les informo, cuando se pueda ver).

Cuando empezó la invasión de Rusia en Ucrania, el 24 de febrero de hace casi 2 años, en este mismo blog reivindiqué el periodismo explicativo, a través de un par de documentales periodísticos. Necesitábamos conocer más de lo que nos podían decir dos minutos de Informativo. Curiosamente, luego apareció «la sexta explica» que solo vi una vez y no he vuelto, como me ocurre salvo excepciones con la televisión española, privada o pública. Por mucho que cambien nombres, los programas no cambian.

Pero, hablamos de Cine; de cultura, teatro, arte, creación humana, todo lo que los humanos llevamos dentro y que llegará mucho más allá de nosotros mismos, nos conmoverá y a partir de ese momento formara parte de todos. El periodismo lleva tiempo sin conmover, salvo honrosas distinciones.

Sobrecoge la dureza de la guerra en carne joven, carne humana, carne propia porque, si no jóvenes, siempre podríamos ser el padre o el amigo de aquella que la sufre en primera persona. Es la máxima del arte; te conmueve hasta el punto de vivirlo en las propias carnes.

Una amiga me comentaba al salir de la proyección que, de acuerdo con mi pregunta, la película debía verse en España, Europa, el mundo. Demasiadas veces Occidente no es capaz de asumir guerras en territorio ajeno, sentirlas y no olvidarlas.

Pensamos en todas las guerras y que la de Ucrania no se puede olvidar porque es la lucha por los valores humanos que compartimos. Uno de los jóvenes protagonistas, que había estado en el frente de la guerra civil -antes de la invasión rusa- recordaba cómo fue capturado por los separatistas a favor de Rusia, y cómo la primera amenaza es contra esos valores humanos; mata a tu amigo porque la alternativa es que yo te mate, le decían.

Él no disparó. Pero soportó esa degradación humana de muchas formas: torturas, imágenes insoportables que se grababan de forma imborrable. Muertos, heridos, dolor, olor, día, a día.

La degradación se recrea constantemente, consciente e inconsciente, hasta es posible desear la propia muerte, un no ver más. Degradación en pesadillas permanentes; una joven que también había luchado en el frente prefería no dormir. Se hería así misma no durmiendo, o se dejaba morir poco a poco, porque las heridas eran ya insufribles.

Ser o no ser, decía Hamlet, y todos lo hemos pensado alguna vez de una forma u otra. Y ¿Ser, cómo?, ¿y en una guerra? Al terminar la proyección, hubo quien aplaudió, hubo quien no; la herida para muchos era demasiado profunda. Documental necesario, con creativa y genial realización, no edulcorado sino más duro de lo que solemos ver.

El coloquio de esta película duró más de una hora, y hubo sus discrepancias sobre temas patrióticos, sexuales y otros. Viva el debate. Creo que, como muchos otros, no pudimos olvidar lo visto, ni esa noche, ni los días posteriores, y no queremos olvidarlo.

Una persona me contactó al final de la pregunta sobre futuras proyecciones de la película (televisiones públicas, privadas o plataformas audiovisuales, corran que se la quitan). Me habló de la Semana de Cine Ucraniano, que este año tendrá su segunda edición en Madrid.

Un tema llevó a otro y acabamos contándonos nuestros pensamientos sobre la cultura en España: la triste cultura politizada por unos y otros. Solo para eso hablan de cultura, para intereses de partido político, de poder, y lo peor; no es que sean atrasados ellos mismos en nuestro tiempo y conocimientos, lo peor es que su atraso cultural y civico acaba afectando a muchos jóvenes, como esos que habíamos visto en guerra pero en sentido contrario, hacia la irreflexión. Y a muchos adultos, quizá no formados en la crítica o sí. Al final, todos somos un colectivo de seres humanos.

A la conocida frase: lo personal es político, hay que añadir: #LoNacionalEsInternacional,
O #LoInternacionalEsNacional, los dos sentidos. Cada uno de los países crea y se recrea en una realidad global. Que esa realidad global sea humanamente necesaria o una fiesta trivial, depende de nosotros.

Para terminar, una buena noticia. La renovación de la Librería del Doré. Parece más grande, gracias a los colores, la disposición y decoración. Además, ya tiene puerta a la calle Santa Isabel. El día 8 la librería se llenaba minutos antes del pase de cine, ahora esta librería -referente del cine y la literatura- no necesita excusa para entrar.