Borrón y cuenta vieja

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Carcel de MujeresAyer nos acercamos al ciclo “Lavapiés no pierde la memoria. 1936-1939 Guerra Civil y Exilio”, una apuesta valiente este mes de julio que reivindica nuestro pasado más oculto, y lo hace nada menos que a través de la creación y el diálogo. Empezamos con el Documental “La columna de los ocho mil”, testimonio duro sobre los intentos de huir del avance de las tropas de Franco en el suroeste peninsular. No habíamos oído nada o casi nada de este episodio de nuestra historia. El sufrimiento de miles de personas que tuvieron que abandonar todo, las dificultades y hambrunas de las marchas que no sirvieron ni para escapar de la muerte. Esta penosa columna que ya debía figurar en los libros de historia por sí misma, pero además por la indignidad de la muerte que esperaba a muchos de los caminantes. La indignidad de los sublevados que se hicieron pasar por republicanos para llevar a miles de ellos al pueblo de Llerena. Allí les esperaba la muerte. Civiles en su inmensa mayoría, despojados con engaños de sus pocas armas, inocentes, ingenuos tal vez, por pensar que no puede haber nadie tan malvado. Pero allí estaban, visibles, haciéndose fotos con representantes de la Iglesia Católica, sin la cual no hubiera sido posible tanta miseria humana y divina. Allí estaban y al ejecutar las muertes se jactaban, como héroes. Luego vendrían los años de la proyectada desmemoria; tras la invisibilidad de los cadáveres, la invisibilidad de la Historia. Llerena apenas recuerda su pasado. Al lado de los registros quemados, algunos testimonios personales, valiosos pero dramáticos, rescatados del silencio durante años, de la historia posterior hasta el día de hoy y quien sabe si de mañana.

Al salir de la proyección, en ese espectacular “salón de casa” que tiene el Teatro La Puerta Estrecha, la gente habla. Cómo no sufrir, cómo no estar triste por ellos, por nosotros; por el engaño del que no queremos ser cómplices.

Cogemos fuerzas, respiramos como podemos, y nos situamos a la entrada del Teatro para ver a continuación “Borrón y cuenta vieja”. El título de la obra reivindica, frente al dicho habitual, que después del borrón se mantiene la cuenta vieja, aunque los cuentos nuevos escritos sobre ella quieran ocultarla. Lo explican muy bien en la información de mano: “Un palimpsesto es un manuscrito borrado y reescrito que conserva alguna huella de lo anterior. Nuestra memoria histórica reciente está llena de palimpsestos entre los que transitamos sin incomodarnos, como si nada hubiera pasado

Sería demasiado exhaustivo comentarles todos los palimpsestos históricos que nos muestran en este recorrido, preciosa teatralización por lo demás, con mucho esfuerzo de todo el equipo que, a pesar del tema que nos ocupa o precisamente por ello, muestran una gran empatía entre ellos y respecto a los espectadores. No es la primera vez que representan la obra, ya saben de la diversidad de opiniones entre el público; recuerdan incluso su sorpresa en su estreno en la RESAD (Real Escuela Superior de Arte Dramático), cuando compañeros jóvenes se decantaban por el borrón y los cuentos nuevos. Vero Clausich, que junto a Amelia Die y Raoul Polar dirige la obra, comentaba cómo en su generación -nacida tras la Transición- también funcionaba el lavado de cerebro, quizá precisamente por ello.

No voy a adelantarme al final aunque, después de la función, la puesta en común entre el equipo teatral y los espectadores fue sin duda un interesante y emotivo diálogo colectivo, donde cada uno aportó lo que quiso y sobre todo sus experiencias más personales, síntoma de que la obra había conseguido inquietarnos, y hasta descomponernos.

Tuve suerte de que me asignaran al grupo B de público. Suerte por recibir la versión NO oficial de los lugares-palimpsestos con historia sangrienta. Ahí descubrí lo que oculta una Biblioteca de Valencia, seguramente la Biblioteca más infame de la Historia; la represión carcelaria sobre la que se alza un establecimiento del Corte Inglés en Barcelona , de ahí la instalación-representación cuya fotografía acompaña el artículo: los zapatos con tacón mostrando que todavía puede ser más fácil borrar los crímenes en función del género.

En el recorrido-performance-teatro estaba por supuesto el centro de todo esto: la Puerta del Sol, el Km O, la entrada a la antigua Casa de Correos, terrible DGS en tiempos de Franco, sede del Gobierno de la Comunidad de Madrid en tiempos de hoy. Tantos y tantos lugares y recorridos, sin una placa siquiera que recuerde. Por eso en la obra tienen mucha importancia las palabras, escritas, habladas, cantadas, o no dichas. Por qué no se dice, por qué no se habla, porque el miedo sigue presente y sólo algunos consiguen sobreponerse a él.

Con todas esas palabras silenciadas: genocidio, represión, o muerte (por ejemplo), se llena una urna de cristal. Literalmente, tras ser escritas por no poder ser dichas, una a una van cayendo en el interior de la urna, y cuando ya están todas allí llega el agua que las silencia doblemente. Dos actores escenifican la inauguración de lo que se convertirá en uno de esos pantanos a los que Franco nos tenía acostumbrados, de nuevo la importancia de la versión oficial, utilizando sus mismas palabras. Una performance, como las demás, donde la creatividad y el pensamiento se aúnan mutuamente, intentando sacarnos del «empantanamiento» que nos ha llegado hasta ahora.

recorridoEmpezaba escribiendo sobre los 8.000 que caminaban, o tiraban de sí, en tierras de Badajoz, uno a uno, zapato a zapato, como en la fotografía tomada también en la obra de teatro. En la puesta en común al final de “Borrón y cuenta vieja”, una viuda con un ramo de flores que había estado incomodándonos sabiamente toda la obra, nos contaba su papel en parte autobiográfico como el de tantos otros. En su caso autobiografía de los genes, cuando sus padres y sus abuelos se sumaron a lo que en Málaga se llamó “la desbandá”, más de 150.000 personas huyendo de las tropas de Franco. ¿Se imaginan si quiera lo que debió ser esta marcha, ese miedo, ese tirar las llaves de casa porque no se piensa volver?

Espero que los miembros de este equipo teatral puntualicen cualquier desliz informativo del artículo, con ganas me quedé de arramblar con toda la información impresa que pusieron a nuestra disposición después de la función pero me daba vergüenza coger por ejemplo la única copia de esa “biblioteca” inmunda de Valencia. Agradecida estaría que subieran esa información elaborada por ellos a Internet. Y, por último, a los queridos lectores del blog del planeta, disculpen que la entrada haya sido más larga de lo habitual, de alguna forma tenía que quitarme la congoja. Y si se acercan a la Puerta Estrecha a continuar con el ciclo, cuéntennos (que no, cuéntame).

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