Nosotros, mercancía, ¿o no?

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En el último programa decía Antonio Orihuela: “el trabajo siendo lo único que nos iguala es lo que más excluido está del mundo de la creación…”

Todos – o prácticamente todos- trabadores, de forma remunerada o no, deberíamos ser iguales en esto del trabajo, o tender a serlo. Como sabemos, es algo que no ocurre, al menos en este país. Y si esto lo enlazamos con el mundo de la creación, el sinsentido aquí es mayor: existe una idea peregrina y elitista que considera que la creación no es trabajo. Por eso, quizá, ni mencionarlo, menos en la propia obra, no vaya a ser que rebaje el caché.

A un lado el papel cuché de la cultura, al otro los cada vez más desatendidos cinco millones de parados. Menos mal que siempre hay excepciones, grandes escritores a los que no les vale la vida burguesa, que la abandonan en pos de su obra. Ahora que releo la vida de Gabriel Celaya (que este año cumpliría 100 años, aunque los homenajes parecen tardar), me vienen rodadas sus palabras en Nadie es nadie: “Repitámoslo. Recémoslo: Nadie es nadie. Busquemos nuestra salvación en la obra común (…) No seamos poetas que aúllan como perros solitarios en la noche del crimen. Carguemos con el fardo y echémonos animosamente a los caminos matinales que ilumina la esperanza”.

Animosamente, el domingo por la mañana aprovecho a veces para darme una vuelta por el Rastro, especialmente por las calles menos transitadas, donde todavía se encuentra alguna ganga: música, ropa, accesorios por 2€ (en tiempos de crisis todavía más apreciados), libros a 1€, algunos muy buenos, una vez encontré por ese precio “País de nieve” de Kawabata. De pronto, una voz fuerte grita cerca de la estatua de Cascorro. Es un señor con barbas y megáfono. Lleva sombrero de copa y antifaz. Lo más curioso es que tira de otros cuatro: igualmente con antifaz y pancartas, delante y detrás. Tira de ellos, en evidente performance, los lleva encadenados… Y empieza a ponerlos en venta: “atención, atención, licenciado con seis matrícula de honor, máster en gestión de empresa, perfecto inglés, trabajaría gratis, domingos y festivos incluidos, total disponibilidad horaria”.

Después de mucho vociferar, no hubo trato, como tantas veces ocurre en el mercado del trabajo. Y se marchó el Barbas con sus esclavos laborales, seguramente a intentarlo en otra parte del Rastro. Por suerte les pude hacer esta foto y leer en sus pancartas: “No somos mercancía en manos de políticos y banqueros. El 15 de mayo toma la calle”, y la web «Democracia real ya«.

Lo de no ser mercancía es una legítima aspiración humana, quizá la más legítima. Así que el próximo domingo, nos vemos delante del Banco de España, o del Círculo si lo prefieren, a las 6 de tarde.

PD: Nos vemos, previo permiso de la Madre Tierra. A las pocas horas del terremoto de Lorca (Murcia) recibo este informe de la plataforma cívica  «Refinería no» de Badajoz.  El oleoducto proyectado transitaría por Huelva, otra de las zonas más sensibles a los seísmos.

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