Con la claridad aumenta el frío

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mispremiosEl título hace referencia a la obra de teatro que hasta el 19 pueden ver en el Teatro Abadía; basada en el libro «Mis premios» de Thomas Bernhard. Queríamos hacer un programa a partir de esta obra pero, tener que empezar la temporada dos semanas después de lo previsto lo ha hecho imposible. Sí quiero aprovechar para recomendarles que vayan a ver la obra, o lean el libro, o las dos cosas. La versión de Pep Tosar es para mi gusto excesivamente cómica -en general- considerando la dura denuncia social y humana de toda la obra del austriaco y especialmente después de releer Mis Premios. También es verdad que Bernhard tiene un humor encantador y elevarlo hacia el histrionismo permite un final más apoteósico a la obra de teatro, con una fantástica y dramática actuación del propio Tosar en su interpretación del discurso pronunciado por el escritor al recibir el premio Bremen: ahí demuestra que el teatro puede y debe llegar a lo que parece imposible: mejorar un texto ya de por si grande.

De todos los discursos y memorias que del propio Bernhard se reúnen en ese libro póstumo, el de Bremen es sin duda uno de los más duros. A partir de la frase Con la claridad aumenta el frío, el escritor se refiere a cómo el progreso de la ciencia consigue una claridad cada día mayor e, inevitablemente, un frío también cada día mayor. Esta idea será difícil de entender para todos los que ponen las ciencias por delante de las humanidades, para todos los que consideran que una sociedad debe ante todo perseguir el pragmatismo, los números y los logros (cuanto más espectaculares mejor). Sin embargo un triste acontecimiento en nuestro país puede ser un buen ejemplo del error que supone la frialdad de un progreso de la ciencia, todavía más si se menosprecian las necesidades del conjunto de la humanidad.

Me refiero por supuesto al primer caso de contagio de Ébola en Europa, en España, en Madrid. Un lamentable suceso que se quiere llevar sólo a cuestiones prácticas de la sanidad: fallos en el diagnóstico, o fallos en los protocolos de retirada de los trajes protectores, por poner sólo dos ejemplos, cuando no errores políticos. Sin embargo poco se hablaba – sobre todo al principio o antes de la crisis sanitaria española- de la necesidad de ayudar a África, a toda la humanidad, menos aún hemos visto que España haya corrido en su auxilio. Y no es un problema sólo de nuestro país. Francia, que tanta presencia tuvo y tiene en la zona más afectada por el Ébola, ha enviado una ayuda ridícula, hasta la fecha.

No me quiero extender más sobre las miserias de esa gran claridad, que el propio Bernhard relaciona con un cuento de hadas, en el que ya es imposible vivir: «Europa, el más bonito, ha muerto»; podemos seguir debatiendo en los comentarios. Lo que quiero destacar para terminar es que iniciamos la temporada con un programa doble dedicado a la literatura en Cuba y, como podrán escuchar este jueves 16, y la segunda pregunta que le hago a nuestro primer invitado, el Embajador de Cuba en España, Eugenio Martínez, es precisamente sobre el Ébola.  Por una parte, el día de la grabación Teresa Romero estaba ya en aislamiento, por otra parte ya conocíamos que Cuba – con una población aproximada de 11 millones de personas- estaba enviando más de 400 médicos a luchar contra el virus en África. Justo antes de la pregunta, el Embajador había hablado del histórico debate en su país entre pragmatismo y dignidad. A partir de ahí me era fácil preguntar por uno de los muchos casos en los que Cuba exporta dignidad.

No les adelanto más sobre los dos programas ya grabados, salvo que contaremos también con Natasha Díaz, flamante Consejera de Cultura de la misma Embajada y que, desde La Habana, contamos en el primer programa con la Presidenta del Instituto Cubano del Libro, Zuleica Romay. Esperamos que todos ellos vuelvan a visitarnos. Un último apunte sobre Thomas Bernhard, Alianza Editorial  acaba de publicar «En busca de la verdad»: discursos, cartas de lector, entrevistas y artículos de un intelectual que no renunció a la dignidad ni a los riesgos de la denuncia, que no cayó en el cinismo, o en el más frío pragmatismo.

 

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