Lecturas no obligatorias

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En el programa De Szymborska a Liu Xiaobo, recordamos como la poeta polaca reivindicaba ante los críticos la expresión seriedad absurda en ese libro ya por el título nada correcto políticamente: “Lecturas no obligatorias”. Buscaba Szymborska una seriedad sin pretensiones, una gravedad ingeniosa y a pesar de los años transcurridos (la entrada “el humor como hermano menor” está fechada en 1971), nada parece haber cambiado en la crítica, al menos en la políticamente correcta.

También es cierto que en el mismo programa decíamos que a veces la seriedad es importante. Lo decía sobre todo porque en esa ocasión me tocó hacerlo con acoples y pitidos varios a través de los cascos. Ya he comentado alguna vez las deficiencias técnicas de la emisora. Por suerte en la emisión no se notaron tampoco las grabaciones de otros programas, que también escuchaba al mismo tiempo que leía por ejemplo el maravilloso poema de la Lectura Mundial por Liu Xiaobo Pensaba decir algo así como “disculpen que no sepa recitar mejor”, casi me alegré de no decir nada porque ya me costaba articular palabra con lo que estaba oyendo.

La seriedad de la situación del Premio Nobel de la Paz, encarcelado tanto tiempo, me hacía desear una emisora seria, una emisora culta. Al final del programa volví a considerar la expresión de Szymborska: seriedad absurda, quizá en ciertos entornos sea tan difícil hablar de seriedad absurda como de seriedad a secas. La seriedad sin pretensiones no se lleva. Aquí y en todo el mundo, los prebostes de las letras prefieren hablar de cánones, pero sólo de sus cánones, nada de “Lecturas no obligatorias”, a esas no hay que darle ni el mínimo de medios, lo importante son sus lecturas impuestas, y hacerlas con tanta seriedad como para espantar a cualquiera.

Para terminar, quiero reconocer que aunque en el programa rizamos el rizo hablando de Szymborska a partir de uno de sus libros de prosa y no de su gran poesía (y era el día mundial de la poesía), nos apetecía hablar de la Nobel de Literatura de esta forma con el traductor del libro, Manel Bellmunt. El día antes uno de sus editores de poesía (permítanme que no de el nombre) llegó a enfadarse por tamaño atrevimiento, porque en su opinión sólo había dos traductores oficiales de la autora polaca (y ninguno era Manel) y “cualquier otro traductor nos parece injustificado” llegó a escribirnos. En fin, que incluso cuando no lo buscamos, está claro que no somos políticamente correctos, que hablamos de lecturas no obligatorias, cuando lo que algunos quieren es que hablemos de lo obligado, con la persona obligada o hasta de la forma obligada. Un poco tarde para eso.

Felices Pascuas a todos.

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