La sociedad del espectáculo: 23 abril

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Entre los muchos libros recibidos las últimas semanas, la editorial Pepitas de calabaza nos envía “Esa mala fama” de Guy Debord, donde leemos joyas como ésta: “la cultura de masas miente o se equivoca sobre todo aquello que pueda tener un atisbo de interés. Y no se trata de una lamentable casualidad: esa es su función en tanto cultura de masas”

Este pequeño volumen, el último que publicó en vida, lo redactó Debord después de “La sociedad del espectáculo” (1967) y, sobre todo, después de “Comentarios sobre la sociedad del espectáculo” (1988), en un intento de refutar las críticas vertidas sobre él y su obra. En nuestro país, por entonces, estábamos en plena Movida Madrileña (“Mujeres al borde de un ataque de nervios” es de esa última fecha), un movimiento burgués tan espectacular que todavía hoy, pasados 23 años, sigue reportando beneficios económicos e imagen colectiva, especialmente en el extranjero.

Y se preguntarán qué tiene que ver todo esto, el espectáculo “almodovariano”, el famoso libro de Debord (especialmente el del título), y la fecha de hoy tan señalada en los anaqueles literarios: 23 de abril. A estas alturas ya sabrán que el evento de los eventos, el Cervantes, ha sido pospuesto este año. El sonido de las trompetas y el brillo de los oropeles se trasladan al 27 de abril. Imposible festejarlo en plena Semana Santa, el espectáculo literario no sólo tiene que continuar, tiene que ir a más, y no competir con ningún otro. Se esperan más asistentes, más televidentes, más páginas en los diarios y suplementos del canon literario, no importa si nadie los lee, o cómo lo lee, o que después todo se resuma en una frase “este año se lo dieron a esa mujer…”

Hay una naturaleza depredadora en todo espectáculo, en sí mismo y en lo que convoca a su alrededor. Este año, como los anteriores, está “la noche de los libros”, ese gran invento al que muy pocos se sustraen, seguramente este año no asistiré por motivos personales pero por supuesto hay amigos escritores que leerán o hablarán en alguno de los cientos de espacios creados para ello. Por qué no aprovechar ese espectáculo mejor que otros (ya saben, el fútbol) y escuchar a algún escritor o escritora. Quizá uno pueda escuchar realmente, reflexionar y hasta hacer alguna crítica, en privado o a solas, públicamente se espera que aplaudan.

El caso es que hoy 23 de abril, recuerdo aquella pequeña dramatización que hice en la primera temporada de El Planeta de los libros en esta misma fecha, en el 2005, cuando un Cervantes-Quijote aparecía en el programa asombrado de los fastos en su nombre. En el almuerzo literario que compartimos hace poco con Heleno Saña, el autor de “la Revolución Libertaria” nos comentaba que el Quijote es la gran obra anti burguesa. También es cierto que la burguesía pretende poseer toda obra, como hace con ésta. Es muy difícil encontrar espacios culturales ajenos a la economía y la política; casi todo converge, gira, en una misma dirección, dentro de un gran espectáculo, una gran burbuja llamada cultura.

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