Feliz verano

Feliz verano para los del hemisferio boreal que es en el que estamos. También para los que nos visiten desde el austral, ahora tan fresquito. En eso, y en mucho más, el planeta es todo menos homogéneo. Viva la diversidad, como podríamos denominar también a la que ha sido la 4ª temporada de “El planeta de los libros” que acaba de terminar. Tan variada que le dedicamos incluso un programa al tiempo: “Cambio Climático”, allá por noviembre, y les animo a escucharlo (si no lo hicieron ya), porque es uno de esos programas que no pierden actualidad.

Empezamos este blog de verano, (en el que por fin podrán hacer comentarios), hablando de temperaturas: las del cuerpo y las otras -del llamado cuerpo social o de la suma de los cuerpos-, que a veces no son tan diferentes o por las que nos dejemos llevar. A qué temperatura me refiero, ¿cuándo nos subió la temperatura por última vez? El pico lo situaría minutos antes de las once de la noche (hora local española) el pasado día 29. Por supuesto yo también me alegré y felicité porque la selección española ganara la Eurocopa, pero…, no me subió la temperatura. Digamos que se quedó estable, o más bien fría, como ocurre cuando uno aprecia los beneficios pero también los perjuicios de los grandes eventos.  Los deterioros de estos espectáculos no son sólo para el deporte o, mejor dicho, para el abusivo deporte de masas. Qué les voy a contar de las interrelaciones sociales del fútbol, pero permítanme que escoja una de las frases  que sirvió para calificar el evento, palabra de Zapatero: «Se ha cerrado la transición del fútbol español».

A estas alturas todo el mundo sabe que en la Dictadura de Franco se ganó también una copa. Pero no va a ser la única vez que los éxitos deportivos escondan o muestren carencias políticas (la intención es esconder  pero para el que observe un poco, le saltan a la vista). Y no voy a entrar en las carencias políticas, que de eso andamos sobrados (también sigue de actualidad el programa “políticos, los nuevos amos” emitido en enero pasado).  Sólo recordaré que, como ya he dicho en muchas otras ocasiones, la transición cultural y -unida a ella- la mediática están por hacer.

Tengo que leer más a George Steiner. Con él, o contra él, como se titula esta semana un artículo del ABCD, algunas de sus ideas me parecen más que apropiadas: “La democracia, un compromiso con la mayoría, hace sonar su fanfarria para el hombre común. Cuyo Dios es, en buena parte del planeta, el fútbol…”

Cualquier espectáculo arroja sombras, especialmente sobre aquello que quiere ocultar. Y hay espectáculos continuos, que duran años. Sigue la lucha en Extremadura contra el proyecto de refinería de petróleo: ya está en el Ministerio para su evaluación, aunque Izquierda Unida ha denunciado ante la Comisión Europea irregularidades en el correspondiente Estudio de Impacto Ambiental.  ¿Esta sombra tendrá un foco de luz asociado? Muchos focos, y candilejas, sobre todo a nivel autonómico. Bastantes en la agenda nacional e internacional; por mencionar uno de los recientes, se llama: “agencia de energía limpia” y lleva la firma de Zapatero. Todo blanco, limpio y reluciente. Nada se dice respecto a que los locales (los extremeños) vayan de avanzadilla del cubo de basura, aprendiendo cómo quitarse las manchas de petróleo, pero siempre hay un sitio donde esconder la porquería.

En la tertulia de actualidad informativa de la Biblioteca José Hierro de la Comunidad de Madrid (esperamos volver en septiembre), uno de los asistentes comentaba la pésima información que hay en España  en materia medioambiental.  Con tantos intereses políticos y económicos, y también entre los que no debieran serlo: expertos y ecologistas, algunos se asombran todavía de que los periodistas no informen correctamente. Poco se conoce lo difícil que es ejercer eso que llaman independencia periodística o, para no aspirar a tanto, eso que llaman periodismo. No confundir con ciertos subproductos que gozan incomprensiblemente de esa denominación, sean del pié o de vísceras varias, y que tan buena prensa nos dan. En fin, me dirán que perro no come a perro, ya saben ese dicho que alguien se inventó en una de las profesiones menos considerada como tal, y por tanto además menos corporativista (y por lo tanto imagínense a quien le favorece realmente el dicho). Pero no es esa mi intención, como poca carne y sólo desde dentro se puede valorar lo que muchos hacen por esta profesión.  Convendrán conmigo, eso sí, que la temperatura no nos sube igual a todos, ni por las mismas razones, así que, lanzamos la primera pregunta del verano ¿qué le hace hervir la sangre?, ¿qué le deja frío o ni siquiera le provoca reacción?