Este es un lugar que ama a África

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Permítame el Rector Magnífico de la Universidad de Alcalá de Henares que haga mía su frase para titular este artículo. Frase con la que cerraba su discurso en el marco incomparable de su Paraninfo esta misma mañana. Estábamos en la apertura del II Congreso Internacional de Literatura Hispanoafricana y me gustaba la frase, no sólo por el amor que manifiesta, también por su singularidad en este tipo de recintos, el universitario.

Galván Reula puede estar satisfecho del amor de su Universidad por África: de sus piezas de arte, sus escritos sobre diversos autores, o sus archivos de publicaciones africanas. Lo que ocurre es que antes de escuchar al Rector, cuando íbamos en autobús a la cuna de Cervantes, mantenía una interesante conversación con un profesor universitario de España y dos de Estados Unidos. Los tres me instruían sin pelos en la lengua sobre la realidad patria: que si un Centro de Estudios Africanos no tenía ni un africano en plantilla, que si llevaban años en otra Universidad pidiendo una Cátedra de Estudios Africanos.

Ojalá que el flamante Rector haga que su amor por África fructifique en una buena Cátedra de Estudios Africanos. Ganas no le faltan, y gracias a ellas podemos en gran medida disfrutar de este Congreso (también gracias al apoyo del Plan Nacional de Alianza de Civilizaciones y la Agencia Española de Cooperación Internacional, AECID). Es bueno que al menos haya un lugar –o varios- en la Universidad Española donde se ame a África, y se la ame –al menos- como se la ama en otras Universidades de prestigio.

En esta inauguración además, ha sido una sorpresa para mí escuchar a una antigua compañera de Radio Círculo, Eloísa Vaello, como representante del Centro Cultural Español de Malabo y la AECID. Apunté frases cortas pero valiosas: “Políticas Culturales para el Desarrollo. La cooperación cultural como parte intrínseca de la cooperación al desarrollo”, y hasta mencionó la importancia cultural de la literatura. Oigo hablar y reseñar los esfuerzos culturales de nuestro país en el extranjero y me dan todo tipo de envidias, sanas, por supuesto.

Y el Congreso se declaró abierto. Y, como por arte de magia, en un momento estábamos más cerca de África. La voz y la guitarra de Mû, un cantautor de Guinea-Bissau, nos llevó a otra consciencia, y nos costaba volver (www.mu-mbana.com) . Pero cómo no íbamos a hacerlo, no nos podíamos perder la exposición “Convergencias y divergencias: Said Messari y Ramón Esono”. Si quieren sorprenderse – y bien- con este engranaje cultural entre un artista marroquí y otro de Guinea Ecuatorial, no se la pierdan.

Después  fuimos a la primera gran conferencia del día: “Encuentro con escritores: crear y escribir en Guinea Ecuatorial”. Admirable la autocrítica de Juan Tomás Ávila Laurel al negar que obstáculos como los cortes de luz o la falta de internet fueran un impedimento para la creación, aunque supiera por experiencia lo difícil que es hacer las correcciones de un libro en un cibercafé. Mientras él hablaba, Ramón Esono dibujaba la cabeza de un joven con bozal o máscara de gas, y al hablar olvidaba estas precauciones, y mencionaba su obra «Mar de mierda» en la que quería reflejar “la bajada de pantalones del Gobierno de Zapatero” por un reciente programa de TVE Internacional donde se daba una imagen idílica de Guinea Ecuatorial.

Al escritor César Mba espero que le escuchen en nuestro próximo programa. Y me quedo con las ganas de ver alguna obra del Director de Teatro Recaredo Silebo Boturu en Madrid, y algún capítulo de la serie de TV ecuatoguineana “Esperanza de triunfo” de Tony Romero (eso sí, el making off está en youtube). Quizá sea cierta la eclosión cultural que se vive hoy en Guinea Ecuatorial. A ella se refería José Fernando Siale cuando hablaba de su papel como escritor: dar a conocer a miles de kilómetros de distancia lo que él vive y que de otra forma no se podría conocer.

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