Tertulias de Prensa

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Continuamos las dos Tertulias de Prensa que ya iniciamos la temporada pasada: una los lunes en la Biblioteca Pública Central y otra los domingos en la de José Hierro, pertenecientes ambas a la red de Bibliotecas de la Comunidad de Madrid.  Se habla mucho de periodismo ciudadano, de la revolución mediática que suponen las nuevas tecnologías pero, los mitos digitales y esa mayor participación democrática pueden ser cortinas de humo, eslóganes publicitarios, que nada tengan que ver con la realidad.

En las Tertulias de Prensa se dialoga sobre cualquier tema, a propuesta del grupo o de cada miembro. Se profundiza y se intercambia. No hay que convencer a nadie, ni se trata de aparentar. Sí hay intensidad en las opiniones: se sienten las noticias, y la forma de darlas. Ahí está el quid de la cuestión, ¿qué nos afecta?, ¿qué hace que nos reunamos un domingo o un lunes para hablar de lo que ocurre? Las respuestas parten de cada uno y de las circunstancias, que diría Ortega. O primero de éstas. La crisis económica se llevó ya el segundo puesto la temporada pasada, y quizá vaya a más, entonces sólo fue superada por la situación de la prensa en España.

Es inevitable que al hablar de actualidad hablemos de cómo se nos trasmite. La nota es baja, muy baja. A continuación viene la pregunta, por qué estamos como estamos. Por qué se usa y abusa –por ejemplo- de la repetición informativa. Como me decía hace poco un miembro del grupo de la Central, parece que cada día hay 5 u 8 noticias con las que hay que machacar al personal como si de un anuncio publicitario se tratase, da igual qué periódico, qué emisora, la hora o el programa. Si se valoraran aspectos como la diversidad, la riqueza, la profundidad o  la reflexión en las informaciones habría que dotar de más medios (valga la redundancia) a los medios de comunicación. Y eso no interesa. Nunca ha interesado en este país tener una profesión periodística fuerte, y menos desde la entrada en la misma de vedettes y comediantes, contra los que nada hay,  si no fuera porque ocupan lugares que el periodismo de este país necesita, que necesitan todos los ciudadanos.

Hoy no voy a hablar del Dios Espectáculo-Deportivo, que tantas barrigas engorda (en sentido figurado y real). Sí creo que hay que hablar de los miles de espectadores u oyentes a los que cada vez más se les niega el alimento cultural e informativo. Lo que ya era escaso en este país se elimina o acorta, cada vez con menos pudor, ante cualquier acontecimiento deportivo, ¿se queja alguien? Sí, muchos, pero su voz no quiere escucharse.

Hace unos días leía este titular en un periódico “Zapatero se mofa del PP por querer privatizar Telemadrid”.  Me llama la atención la actitud…, “se mofa”… ¿es para reírse la situación? No es que yo no crea que el estado – o la autonomía- debe proveer a la sociedad de medios de comunicación públicos, pero nunca me reiría de una medida –la privatización- que hasta los socialistas han utilizado y utilizarán en sectores iguales o más estratégicos para la sociedad.  La privatización suele arrancar del mal funcionamiento, y me temo que esto se produce hoy en España en prácticamente todas las cadenas públicas. La interferencia política sería la primera causa de ese fracaso generalizado, gracias al cual seguimos soñando en este país con la independencia y la profesionalidad de la BBC, por poner un solo ejemplo entre otros muchos, que precisamente no se consiguieron desde la cúpula sino desde la base o mejor aún, desde los cimientos.

De manera que si nos mofamos de cómo actúan unos políticos ante la caja tonta, mofémonos de todos y de todas. Si en lugar de eso, queremos  mejorar y construir, salvemos de entrada lo que haya que salvar de unos y  de otros. Por ejemplo, iba yo a recomendarles un programa de Telemadrid: “Básico”, un cultural que ya lo quisiera para sí la televisión estatal y que (como otros antes) pensé que acabarían copiando, y en ello estaba cuando me entero que se lo ha cargado la autonómica. Por mi parte, les he dado ya el pésame. Y, de momento, no me salen más palabras. Me ocurre como cuando se me muere alguien muy querido: sólo pienso que el difunto en mí seguirá vivo, y que quizá ello sirva para resucitarlo algún día.

Para terminar, algo que ya saben. Llevamos varios años que está mal visto criticar a RTVE. La mayoría intelectual o periodística no está por la labor, o no se atreve. Hago una búsqueda en internet de las reacciones a su nueva imagen corporativa, la que hemos pagado en año de crisis (no teníamos suficiente con los millones entregados al Dios de antes…, las pre-jubilaciones, las nuevas contrataciones, o los suculentos contratos-estrella) Poca mirada crítica. No quiere verse el disfraz. O es sólo una barrera más, otro obstáculo acompañado en esta ocasión de dolor de ojos y el recuerdo de los 750.000 € que hemos pagado por ello (cifra confesada por el máximo directivo de RTVE hace unos días). Ahora están enfrascados en lo que algunos medios llaman ya “pelotazo urbanístico”, es decir la ubicación y construcción de la nueva sede. Me dan miedo los pasos de la flamante Corporación RTVE, yo no dejaría en sus manos ni mi mini-piso de 35 metros cuadrados.

Vuelvo a lo que se ha dado en denominar “diseño”. La reacción más interesante que encuentro (seguro que me perdí algo, por favor me lo manden) es una carta en el diario El País criticando que “aquello” no incluye la mejora de contenidos, lo cual a juicio del emisario es más necesario… Me congratulo: quedan cabezas pensantes. El único problema es que no están donde deberían estar.

http://www.elplanetadeloslibros.com/archivos/tertulia-de-prensa.pdf

Una respuesta to “Tertulias de Prensa”

  1. Luis Says:

    Hola soy Luis, de la biblioteca de Usera. Escribí un texto breve a propósito de las biblios públicas y las cosas que, como la tertulia, hacemos además de ser meros contenedores de mesas para estudiar.

    Bibliotecas y plazas públicas

    “Cómo es una biblioteca? Es un lugar cerrado, llegando de la calle
    al atravesar el umbral tropezamos con el silencio. Si llegamos hablando
    en alto un ¡Shhhhh! nos interrumpe y nos conmina a guardar
    silencio o murmurar para no disturbar a gente que está sentada
    y tiene la cabeza inclinada sobre un libro concentrada en mirarlo.
    Para leer conviene el silencio, o dicho de otro modo la palabra escrita
    no admite la palabra, para que exista plenamente, para que
    reine la palabra escrita primero tiene que morir el habla. Por eso
    alguien afectado de mudez sí que puede leer”.

    El anterior párrafo pertenece al discurso inaugural de Suso de Toro en el pasado Congreso de Bibliotecas Públicas celebrado en La Coruña hace un par de semanas. No sabía bien lo que estaba diciendo el celebrado escritor de cabecera de Zapatero. O bien no se ha pasado últimamente por una biblioteca pública. Los intelectuales frecuentan otro tipo de bibliotecas, más parecidas a los templos del saber a los que se refería.

    Sin menospreciar el necesario valor del silencio para la lectura las bibliotecas públicas tienen mucho más parecido con la salita de espera de un centro de salud, la plaza o el bar de la piscina que con una institución silenciosa. Algo más silencioso sí, pero igualmente un rincón de sociabilidad del pueblo o del barrio. Es, o debería ser, un lugar de encuentro cotidiano para la comunidad.

    Y al contrario de lo que decía Suso de Toro el habla se solapa con la palabra escrita. Hace ya muchos años que en las bibliotecas públicas es posible acudir a clases de teatro, clubes de lectura, cuentacuentos o encuentros de escritores con sus lectores. Es en ese intento de hacer de la biblioteca un sitio de paso frecuente de la cultura en el barrio donde se enmarcan las tertulias periodísticas que cada domingo tenemos en la Bibliotea Pública de Usera.

    A pesar de lo dicho anteriormente si entras hablando muy alto a la biblioteca en la que trabajo te miraré con cara de guardia urbano. Y es que también hay gente leyendo.

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