Desde los márgenes

Últimamente, en el Planeta de los Libros hemos debatido bastante sobre los márgenes: en el programa de radio y en el Club de Lectura de Prensa de la Biblioteca José Hierro. En el programa de radio, el 17 de noviembre, el filósofo Reyes Mate nos hablaba de su obra “La herencia del olvido”, en la que tanto se aprecia lo olvidado por el centro. Esos márgenes en los que encontrar otros pensamientos, otras reflexiones, miradas críticas respecto al eje central del sistema. Lo que también podría interpretarse como reflexiones sobre el poder y sus abusos.

Extrañaba al propio Reyes Mate que estos temas interesaran como para otorgarle el premio nacional de ensayo. Tampoco es que esto signifique que sus asuntos vayan a ser tenidos en cuenta. Nunca el poder se ocupa realmente de otra cosa que no sea de sí mismo, salvo para seguir siendo poder y, a ser posible, cada vez más grande.

El mexicano Jorge Volpi abogaba la siguiente semana porque en el planeta hubiera varios centros. Un ideal que no creo se cumpla, aunque también es verdad que pueden empezar a vendérnoslo.

Decía el filósofo español en el minuto 16.38 del programa: “La tarea del pensador no es seguir el paso de la sociedad, sino cambiarle el paso (…). Esa tarea es una tarea ingrata porque no suele provocar aplausos” (…), ser la voz crítica que da voz a aquellos que no tienen voz

¿Cuántos pensadores nos quedan en España? O cuántos de ellos conocemos o son visibles socialmente. Reconocía Reyes Mate que la figura de pensador influyente estaba en desuso, ya no había Ortegas o Arangurens. Siguen pensando los intelectuales pero se conforman en hacerlo en sus propios foros, o en espacios mediáticos pequeños como el nuestro. Y esto no parece preocuparles, quizá el centro les tiene bien engañados en sus márgenes.

Más crítica encuentro entre amigos y conocidos, los “sin voz” que decía el filósofo, que sí la tienen pero no se escucha. Me dicen que de tanto despreciar el pensamiento se secaron los criterios, que los argumentos sólo valen si interesan a políticos o banqueros. No está bien visto tener criterio, significarse se paga muy caro y aquí nos matamos justo por lo contrario, por ganar, sea dinero o cualquier otra representación del poder.

Ahora que ya no se ve a los intelectuales, se abre la veda para la propaganda más descarada, para la falsedad ideológica y cultural, para que los cómicos ocupen los espacios públicos, y para que los que no compartan todo esto se mantengan en los márgenes: en los espacios que nos deja el poder.