Mauritania: y el cielo se ha olvidado de llover

by

El cielo se ha olvidado de llover, “Et le ciel a oublié de pleuvoir” , lástima que esta interesantísima novela de Mbarek Ould Beyrouk no esté traducida al español, porque en ella se muestra, de una manera magnífica, los problemas, gravísimos problemas, que enfrenta la constitución de un estado nación que se llama Mauritania. Tras leer este libro nos podemos hacer la siguiente pregunta: ¿Debería existir un país llamado Mauritania? , probablemente la respuesta sería no, si es que hay alguna respuesta posible.

Durante la pasada edición del Salón Internacional del Libro Africano (SILA) le pregunté al autor de “Et le ciel a oublié de pleuvoir”: Mbarek, ¿podría hacernos, a este conjunto de occidentales que estamos en la sala, un brevísimo resumen sobre la tribu a la que pertenece?, y él me contestó que pertenecía a una confederación de tribus, los Tikna, nómadas, que habían habitado desde la región de Guelmin hasta Tombuctú, y que desde Guelmin hasta Tombuctú, entre los suyos, él se sentía como en casa. Y yo dije a la audiencia, increíble, una confederación de tribus que pasa por cuatro fronteras: Marruecos, «Sahara Occidental», Mauritania y Mali. No has entendido nada ―me corrigió con acierto―, para los Tikna no existen las fronteras, no vivimos en países, mi única patria es mi tribu, nada más.

Y tiene toda la razón, ¿a cuenta de qué los colonizadores impusieron las fronteras?, la constitución de los estados nación sobre una sociedad tribal basada en una fuerte estratificación en castas: los bidan, los griots, los marabuts, los esclavos, los artesanos, los blancos, los negros…Ahora resulta que estas tribus tienen que regularse por un estado nación, y según las reglas impuestas por éstos: esa palabreja que llaman democracia. Pero esto que sigue es lo que dice Bachir, uno de los protagonistas de la novela, el jefe de la tribu de los Ould Ayat: “A nosotros qué nos importa la democracia, los partidos, el pluralismo, la constitución, esa chusma que manda en el país odia nuestra historia, nuestras tradiciones, nuestro trabajo de siglos, quieren eliminarnos pero no pueden, porque nos necesitan, porque poseemos símbolos, riquezas, somos venerados por la gente, pero no nos queda más remedio que jugar con ellos, con todos estos imbéciles, a esta obra ridícula que se llama la democracia”.

Y también está el resentimiento, esos que fueron esclavos y que ahora son libres, Mahmoud, el esclavo que vio como sus antiguos amos violaban a su madre todas las noches, ahora con la democracia, siendo un cargo del ejército, sólo quiere vengarse de sus antiguos amos y de todo lo que ellos representan. Y Lolla, la esclava ahora libre, que huyó de la tribu porque estando enamorada de otro esclavo, Ahmed, no quiso acceder a casarse con Bachir, el jefe de la tribu, la tradición que enorgullecía a los padres de Lolla y que sin embargo ella detestaba…

―¿Y los sueños? ―le dice Lolla a Ahmed―, ¿por qué quieres que abandonemos nuestros sueños?
―Los sueños están muertos, Lolla, es la tribu quien los ha hecho desaparecer.
―¿Y por qué debemos aceptar las sentencias de la tribu, Ahmed?
―Porque es la voluntad de Dios, todo está escrito
―No Ahmed, nada está definitivamente escrito, y si lo estuviera, los escritos se borran.

Y dice Bachir: «Lolla pone en peligro todo lo que somos», como si Lolla fuera el final del aquellos tiempos, y la llegada de estos otros en las tribus del desierto, otros nuevos tiempos tan difíciles, tan inciertos, tan contracorriente…

4 respuestas to “Mauritania: y el cielo se ha olvidado de llover”

  1. Nieves Martín Díaz_El Planeta de los Libros Says:

    Pablo, me ha emocionado recordar ese diálogo tuyo con Ould Beyrouk en el SILA. Muchas cosas están cambiando en África, incluyendo lo que se escribe allí. Espero que se traduzca más y mejor tanta buena literatura. Creo recordar que en esa conferencia o en alguna otra destacabas también el poder de la literatura sobre la realidad, como medio de conocimiento y avance. Creo que coincidimos todos contigo.

  2. Emilio Porta Says:

    El gran problema de Occidente es que no entiende que el mundo es plural, diverso. Y que la democracia es un sistema absolutamente occidental, pues no sólo sus raíces lo son…sino que todos los países donde se ha desarrollado son países que podríamos considerar de la parte del mundo que llamamos Occidente.
    No entender otras culturas y querer exportar las nuestras porque nos creemos detentadores de la luz del progreso y la «verdadera» cultura es un error que tiene su máxima expresión en África. No entendemos nada de África…y la descolonización ha impuesto fronteras en base a los «países colonizadores» no en base a la realidad tribal africana. Parece que el proceso, sin embargo, se ha ido asentadando en algunos lugares, aunque con enormes conflictos, algunos de ellos armados, y lo ha hecho por el intento de algunos dirigentes de que el continente tenga «voz» en el mundo. También porque la economía mundial así lo exige. Pero ni por los idiomas, ni por sus culturas y tradiciones, los países africanos forman territorios unitarios y con una tradición de pasado común…aunque les empujen a que la tengan de futuro. Sólo países como Egipto, Etiopía…es decir, aquellos que vienen de unas culturas antiguas y formados hace tiempo, pese a haber sido también colonizados un tiempo, pueden unir bajo su bandera a un pueblo, diverso, pero identificable. Y algún país de nuevo cuño, también por la mayoría de una determinada tribu en su territorio y una gran cantidad de poblaciónn blanca, asentada hace tiempo, como Sudáfrica. El resto es prácticamente un caos de ahí que no podamos decir que el mapa de África no sufrirá, en unos años, algunos importantes cambios.

Replica a pablo martín carbajal Cancelar la respuesta