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Antes de que llegue la nieve

diciembre 4, 2022

Podría ser un título de un libro, Antes de que llegue la nieve, pero no. Solo me viene a la memoria, Antes de que llegue la lluvia, que recomendamos hace tiempo.

En todo caso, de libros va el artículo. Tantos recibidos este año que es difícil leerlos todos, recomendar o no, hacer reseñas positivas o negativas.

Decía Ricardo Dudda hace dos días, en The Objective, que no existen en España reseñas negativas, o muy pocas. En su Twitter recordé una reseña no solo negativa sino además en formato libro: El infinito No cabe en un junco.

Esa reseña-libro tenía y tiene su importancia. Ha pasado más de un año de aquel Premio Nacional de Ensayo y, todavía, no hemos encontrado a ninguna persona que nos explique cuál es el aporte ensayístico del premio.

Sí nos hemos encontrado con profesores de Filología Clásica, la misma carrera que hizo la premiada, que nos hablaron de dos libros de sus estudios en los que estaba gran parte del famoso título. El arte de copiar las palabras, decía yo ayer en Twitter.

Hay materias cada vez más arrinconadas, desde la propia educación, como las clásicas. Sus licenciados, profesores y expertos se han manifestado por toda España; por escrito y en persona. La premiada fue contactada pero se negó a manifestarse, según nos cuentan. Quizá ella sabía que no iba a servir de nada.

El poder político, de uno u otro signo, arroja políticas educativas cada vez más superficiales. ¿Cómo vamos a enterarnos de lo que escribieron hace siglos nuestros ancestros, si todo va a corto plazo?

Sí les interesa, a los poderosos, servirnos como alimento de hoy, esas escrituras antiguas. Bien envueltas en positivismo, colores amables y un premio nacional que circule, no solo en este país, sino por todo el mundo.

Personalmente lo recuerdo en la Feria del Libro de Lisboa del 2021, o recientemente en la de Frankfurt. Todo un hito de la famosa campaña «creatividad desbordante» del Ministerio de Cultura, más gasto feriante.

Otra campaña pagada por todos, criticada en RRSS pero bien cobrada por muchos medios de Comunicación: «hambre de cultura», debería titularse hambre de contenido. Firma, el ministerio de la cantidad.

Hablo de hambre e, inconscientemente, me voy al cocinado de todo esto. Por ejemplo, se sabe cómo se cocinan premios suculentos como el Planeta, pero se habla poco de la cocina de los premios públicos nacionales. De los intereses partidistas y todavía menos de sus precocinados.

Algunos precocinados han requerido seis o doce meses para llegar a la mesa. Los periodistas freelance (y no vendidos al poder) somos uno de los entrantes habituales, aunque pueda parecer extraño.

Al entrante se le come antes, como bien saben. Cuando nos pasa a nosotros, olemos que ahí se está precocinando algo, ya se dijo a quiénes tiene que comerse el posible premiado.

Entre otros, o junto a otros, los futuros premiados deben comerse a periodistas erróneos caso de que les hayan agraciado con sus palabras. Me provoca cierta sonrisa algún caso concreto; una premio nacional e internacional que, antes de ser candidata, me llamaba y escribía whatsapps, muchos, y muchos meses después de una entrevista.

Silenció toda comunicación seis o siete meses antes de recibir el gran premio. Como no era l@ primer@, ya imaginé que iba a ello, nacional o internacional, Reina Sofía de Poesía o Cervantes. Y así fue.

Esto es lo que tiene vivir en aquel mundo imaginario de 1984 a punto de llegar el 2023: llevamos años gobernados con corruptelas para que no sea evidente la sustracción de lo importante. Y la cultura lo es.

Con cautela, que nadie se dé cuenta de la prevaricación de fichajes a nivel estatal (el resto de administraciones proceden igual, en general) Y, de ahí, con todos los contertulios en RTVE o en medios que reciben cientos de miles de euros, llegará la falta de reseñas negativas, los silencios.

Antes de que llegue la nieve (Antes de que llegue el 2023) avisa del helado año electoral que nos espera, y la cultura no será ajena a ello. Si ya está en el Congreso el debate de la cultura de la violación, imagínense lo que viene. Muy cultos su señoríes.

Posiblemente me quedé corta con aquel artículo Violencia «Artística», que me sirvió para ser vetada en algún lugar que se llama teatro. En cuanto pueda haré una lista de vetos, porque seguiremos hablando de libros, teatro, música, cine, arte, en 2023. Como viene a decir Pinkola Estés en el libro que acompaña el artículo: tenemos raíces para rato 😉

Feriantes culturales

noviembre 30, 2011

Me llegan noticias de todas partes del planeta, ferias culturales por doquier, esa nueva forma de vender literatura que ya hace años se practica. Nueva forma de vender porque, como ya comenté en otras ocasiones, sin novedad no hay venta y para eso, cada año –edición tras edición- se reinventan. O lo intentan, es difícil que cada doce meses surjan nuevos escritores, nuevas obras, que ensalzar en los púlpitos literarios, pero allá se reúnen: cientos de escritores, periodistas culturales de los medios establecidos (“Establish Media“, en inglés), organizadores, productores, ayudantes de comunicación.

Ahora, que se va conociendo en los tribunales la corrupción cultural que se practicaba durante años en la SGAE. Ahora, que no se sabe si seguiremos teniendo Ministerio de Cultura los próximos cuatro años. Me surgen preguntas respecto a esos recorridos feriales con todo su cortejo incluido, ¿seguirá habiendo dinero público que financie este tipo de eventos?, ¿seguirá habiendo la misma transparencia respecto a los presupuestos que manejan? E incluso, oso preguntarme, ¿seguirá la organización delegada en manos privadas? Y si se tiene que mantener en este tipo de manos, ¿cambiarán éstas cuando cambien las públicas manos?

Públicas. Privadas. Entrelazadas. Se confunden entre sí, intercambian intereses, o sólo apuestan por intereses de grupo. Ocurre entre los organizadores de la cultura, como en los Medios de Comunicación de Masas, falta vocación de servicio público, al menos en España.

Ya sé que parece de locos, que no me entienden, o no mucho. O me entenderán un poco, sólo unos cuantos. La ambigüedad es necesaria. Este Planeta, ya casi planetilla, continúa la octava temporada con bastante asfixia, queremos seguir dando algunas bocanadas de aire. Que nos gusta respirar de vez en cuando.

Hace tiempo, el director de un suplemento literario de México, me comentaba que veía en España el mismo amiguismo cultural que tenían en su país, que eso debía ser parte de la herencia. Yo asentía, y añadía que peor que eso era que, además, los dos amiguismos se hermanasen; una bella palabra que en este caso querría decir que las mafias son internacionales (y que a estas alturas no son sólo de narcotráfico). En fin, ya sabemos cómo está el mundo, pero a una le gustaría que fuéramos abandonando las tribus y las sombras, civilizándonos.

Por cierto, este miércoles no podemos hacer nuestro programa semanal, por razones ajenas a nuestra voluntad, pero lo haremos la próxima semana, aunque haya puente. Repetiremos el último, dedicado a “Pensar el 15M”, un título tomado prestado a Félix Rodrigo Mora por el libro en el que asegura que tanto Stéphane Hessel como el nuevo premio nacional de las letras españolas 2011, José Luis Sampedro, son “cabezas no pensantes”. Juzguen ustedes a partir del minuto 3.30.

Por último, aviso a los bolsillos navideños: no es sólo que Amazon España ya esté aquí (y a partir del jueves al completo), la oferta de libros en buen estado de segunda mano aumenta por doquier, no sólo se venden los pisos a precio de saldo, también las grandes bibliotecas.

Cambio político, no cultural.

noviembre 21, 2011

Sería ideal que un cambio político conllevara un cambio cultural, y que los dos fueran por buen camino, pero no siempre se produce, y no en esa dirección, por mucho que nos los vendan. La mayoría de las veces los cambios van desparejos, desacompasados, como esos loquillos sueltos corriendo cada uno a su bola por los pasillos de un psiquiátrico, o por los pasillos de los poderosos, que al fin y al cabo tan alejados suelen estar unos de la realidad ciudadana como los otros. Por si esto fuera poco, en tiempo de vuelcos electorales, arrecian los eslóganes, ya sean de progresismo barato o de casposo academicismo, unidos en un sonido acorde al puro oportunismo.

Visto lo visto, que hay gobiernos que auguran grandes cambios culturales que acaban siendo un desastre (ley Sinde, sin ir más lejos), o la nula contribución de algunas ministras a la historia cultural del país. Visto también que a los políticos se les da un margen de 100 días para un primer análisis de su gobierno, y que a los responsables culturales quizá se les debería dar lo mismo o un poco más, es pronto para saber si el nuevo gobierno del Partido Popular mejorará la situación cultural, al menos en lo más urgente: acabar con la corrupción y el amiguismo que inunda el sector.

Lo veremos. Mientras tanto no me resisto a preguntarme a las pocas horas de la victoria del PP, ¿qué cambios culturales se pueden esperar del nuevo gobierno? El apunte más polémico en campaña era la posibilidad de que los populares eliminaran el Ministerio de Cultura, que lo redujeran a una Secretaría de Estado.

Lo veremos. Quizá eso no sería tan malo después los últimos años en el que ese Ministerio funcionaba especialmente para los amigos, quizá no se note la diferencia o fuera ésta para mejor. Entre tener un Ministerio de Cultura “que no lo es” y tener una Secretaría de Cultura competente, mi elección sería clara.

Los cambios culturales precisan más de 4 años, pero las políticas culturales deben estar claras desde el principio, y ejercitarse día a día, progresar para no seguir viviendo de un pasado cada vez más añejo. Progresar para no vender a precio de saldo nuestro presente cultural, por no hablar del posible futuro cultural de nuestros hijos o de nuestros nietos.

Fruto de la indignación y compromiso cultural que vivimos en “El Planeta de los libros”, este miércoles hablamos de libros y 15M. Libros que recogen experiencias, reflexiones y pensamientos sobre la mayor movilización ciudadana de nuestros días. Quizá el cambio cultural esté ahí, pensando y actuando desde una mayor creatividad, conciencia o actitud mental. Sin dejar de analizar qué política, qué cultura, pretenden vendernos. Porque, si como dicen muchos seguidores del 15M: PSOE-PP es lo mismo, nos enfrentamos a un “no cambio”, ni político, ni cultural.

Emitiendo desde Sol

julio 30, 2011

Puerta del Sol. Madrid. 23 Julio de 2011

Hace una semana, sábado 23 de Julio, pasada la 1 de la tarde, arranca la emisión especial “Marchas Populares Indignadas” de Ágora Sol Radio, la emisora del 15M. Nuestra intención es recibir a los caminantes que de todas partes de España, y de otros países, confluyen en Madrid este largo y desértico fin de semana.

Estoy entre el equipo de esta emisión especial, debajo de la lona azul, con las incomodidades propias de los pocos medios, y con los ánimos a tope, esto es lo principal. Si esto fuera una película de Berlanga, los espectadores verían esa indignación de la que tanto se habla, en directo, nuestra energía, y hasta cómo nos reímos de nosotros mismos.

Ya pasaron muchos años desde aquellas películas de Pepe Isbert que se me vienen a la cabeza, pero la indignación popular no cambia, se transmite generación tras generación, entre los que somos críticos, entre los que sufrimos los abusos del poder.

Pocos días antes, el 19 de julio, asistí a un encuentro “contra los 75 años de impunidad del franquismo” en el Ateneo de Madrid. Esa era la fecha de la reacción indignada de entonces, de la resistencia del pueblo al Golpe de Estado e inicio de la Guerra Civil, un 18 de julio, y sigue siendo lo mismo: primero el golpe, o los golpes, luego la indignación. Es verdad que algunos quieren hasta mandar sobre los golpes y su consecuente indignación, y en medio de las muchas organizaciones republicanas y de memoria histórica hubo quien se levantó de la mesa de ponentes por unas pocas críticas al gobierno actual. Decía Ludivina que ella no había venido a hablar del presente, aunque más bien parecía que quería prohibir cualquier crítica al presente del partido socialista.

Para bien y para mal, el pasado tiene que ver con todos los presentes, y no hay un presente único, como tampoco un pensamiento único. Hubo referencias en ese encuentro a los indignados del 15M, cómo conseguir que se vincularan en un acto en el que la media de edad sobrepasaba la edad de jubilación.

Una de las intervenciones para mí más lúcidas fue la de José María Pedreño, de la Federación Estatal de Foros por la Memoria, cuando dijo que el Comité de Derechos Humanos de la ONU había amonestado varias veces a España para que acabara con la Ley de Amnistía del 77. Como él decía, sorprenden que la ONU esté más a la izquierda que el partido socialista de nuestro país. Me pregunto si el partido en la oposición tampoco tiene voluntad de acabar con esa ley.

En medio de todo esto, ¿cómo obviar que ayer mismo se convocaron Elecciones Generales anticipadas un 20 N, aniversario de la muerte de Franco? Después de lo dicho sobre los 75 años de impunidad del franquismo, es difícil entender que el PSOE quiera rentabilizar una historia en la que no siempre desempeñó un buen papel. Manipular lo acontecido en provecho propio es un tiro que puede salir por la culata.

Pero volvamos un momento a las emisiones de Ágora Sol. Después del directo el día 23 en la Puerta del Sol, el 24 emitimos en el pequeño local cercano que nos sirve de emisora. Allí dimos la bienvenida, entre otros, a Matías Escalera (archivo sonoro del programa). Este poeta tiene una virtud nada común, además de su valía como escritor, su independencia, generosidad y valentía literaria. En estos tiempos de lobbies y mafias “intelectuales”, sorprende especialmente que un autor diga que la literatura y la música del 15M debe partir de cero (min. 42 aprox.).

Andan los escritores pensando cómo rentabilizan el 15M, e incluso me he encontrado con algún ilustrador bien encumbrado por editores y medios de comunicación, con unos dibujitos que sin duda servirán para el proceso de minusvalorarían e infantilización del 15M. También asistí –ayer mismo- a una representación de “La ópera de los tres reales” en la que –decían- había alusiones al 15M. “Si Bertold Brecht levantara la cabeza”, decía mi acompañante.

Por suerte, en todas las plazas, en todas las Puertas del Sol, está abierto el debate, la crítica y la denuncia. Matías Escalera nos habla de que el 60-70% de los premio de poesía del país están controlados por “personas vinculadas a Luis García Montero y su entorno» (a partir del minuto 23). Y rápidamente cuando subo la nota a facebook un amigo me dice: “el control de don Luis era ya sabido de todos”. Pero yo respondo que quizá es sabido entre los poetas pero no sé si el resto lo conoce, los ciudadanos de a pie, los responsables.

No sé si el Ministerio de Cultura es consciente de la corrupción dentro de su ámbito. O no quiere enterarse. O está la corrupción incluida en su propio funcionamiento.

Hace un par de días me encuentro en la prensa que acaban de contratar una extraña campaña publicitaria para mejorar la imagen de “la llamada ministra de cultura”. Sigo sin entender este Ministerio al que damos nuestro dinero sin pedir cuentas, haga lo que haga y en completo silencio, como si nosotros -periodistas, críticos- también nos lleváramos algo. Sería más lógico que se manejaran los presupuestos en la dirección del erario público y no en la propia, o en la de los aledaños.