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Cambiemos el cuento, sigamos contando (2)

noviembre 26, 2015

¿Y si jugamos a cambiar el cuento? Para aquellas personas que no le leyeron, en el artículo previo escribí sobre literatura infantil (y juvenil) alternativa, aquella que va más allá de las normas establecidas, revolucionaria porque intenta ser plural y no encorsetada y no tiene miedo a mostrar otras realidades, otras personas, otras relaciones.

Para que esto sea posible, es imprescindible que las autoras y autores sean conscientes de la realidad que nos rodea y de los cambios que se producen en ella y que estén dispuestos a mostrarlo en las historias que escriben. Pero también es necesario que las editoriales establezcan más criterios que el comercial a la hora de publicar y que no sean tan reacias a trabajar con una literatura infantil diferente. Es importante la labor de editoriales como Kalandraka, Lumen (que a través de Esther Tusquets tradujo al español la colección de libros “A favor de las niñas” de Adela Turín) o Bellaterra pero también de editoriales más pequeñas como Ópera Prima, Obelisco u Hotel Papel o proyectos autofinanciados como el de Pandora Mirabilia o Cuatro Tuercas.

No soy perfectaVivimos pendientes de los espejos, cual madrastra de Blancanieves, en una sociedad que prioriza la belleza y el culto al cuerpo en las mujeres. Estereotipos que también se reproducen en los libros infantiles. Sin embargo, y es una buena noticia, podemos encontrar cuentos que apuestan por una belleza alejada de los cánones y que trabajan la aceptación de una misma reivindicando la originalidad y la imaginación. Y si no, haceos amigas de Perfecta Nueno, Mara o Malena que en No soy perfecta de Jimmy Liao, Orejas de Mariposa de Luisa Aguilar y Malena Ballena de Davide Cali, respectivamente, se rebelan contra las burlas, las risas o las exigencias de la sociedad.

Princesas botas montañaLas princesas también se han cansado de estar encerradas en torres, de dormir durante cien años o de vestir de rosa y con zapatos de tacón y autoras como Nunila López y Myriam Camero saben que por ahí anda La cenicienta que no quería comer perdices ¡Ah! Y no es un secreto que Las princesas también se tiran pedos y si no que os lo cuente Ilan Brenman y si os preguntáis si ¿Las princesas usan botas de montaña? Carmela Lavigna lo responde en su libro.

TransBirdA la familia tradicional se le ha unido otro tipo de familias que es necesario que las niñas y los niños conozcan. También es aconsejable que sepan que la heterosexualidad no es el único referente, como pretende el patriarcado y así lo intentan mostrar libros como Paula tiene dos mamás de Newman Leslea, Aitor tiene dos mamás de Mª José Mendieta o Cada familia a su aire: el libro de las pequeñas diferencias de Beatrice Bougtinon. No quiero olvidarme de un libro tierno y, al mismo tiempo, atrevido sobre las personas transgénero como es Transbird de Nacho Donoso que cuenta la historia de un pajarillo valiente que escapa de las estrictas normas que le imponen en su bandada y buscar su lugar en el mundo.

Las niñas cada día gritan con más fuerza para pedir la igualdad, para empoderarse y tomar sus propias decisiones. Así en Once damas atrevidas de Xosé M. González «Oli» las mujeres se van de Arturo y Clementinaviaje y viven aventuras. También conoceremos a aquellas que no quieren ser amas de casa o desempeñar profesiones tradicionalmente asociadas a hombres o simplemente quieren ser ellas mismas en Laura aprende a volar de Irma González, en Mercedes quiere ser bombera de Beatriz Monco, en Rosa Caremelo o Arturo y Clementina de Adela Turín, de la que ya hablamos en el primer artículo. Y de esto también saben las niñas clásicas y rebeldes como Alicia en el País de las Maravillas o Pipi Calzaslargas o el siempre ingenioso y políticamente incorrecto Mark Twain que en 1865 en Consejos a niñas pequeñas «invita a las niñas pequeñas a ignorar las restricciones impuestas por la sociedad y a pensar por sí mismas».

Un cuento propioActualmente es fácil encontrar biografías adaptadas para visibilizar el papel de las mujeres en la historia como las de Virginia Woolf o Maruja Mallo de Luisa Antolín, Gloria Fuertes o Isadora Duncan de Patricia Alonso, entre otras. También es destacable Un cuento propio de Pandora Mirabilia y Camila Monasterio, un precioso proyecto que a través de un audio libro cuenta diversas historias basadas en la vida de grandes heroínas y del que se está preparando una segunda edición con la biografía de otras siete mujeres.

bellaPor último, se ha intentado dar una vuelta de tuerca a los cuentos clásicos y reescribirlos como hizo Roald Dahl en Cuentos en verso para niños perversos o las segundas oportunidades para Caperucita, Blancanieves y Cenicienta, Hansel y Gretel y La sirenita en la serie Érase dos veces.

Para terminar, una advertencia importante. Estos libros son aptos también para personas adultas. Os lo aseguro. Disfrutaréis como niñas.

Cambiemos el cuento, sigamos contando (1)

noviembre 20, 2015

Los sábados por la mañana mi abuelo nos recogía a mis hermanas y a mí en casa, subíamos en su coche, bibliotecaun seiscientos amarillo, y nos llevaba a la biblioteca. Nos entraba ansiedad, porque aunque la biblioteca estaba cerca mi abuelo conducía despacio y no veíamos el momento de llegar. Una vez allí, corríamos hacia la sección infantil y cada una, a su aire, nos perdíamos en las estanterías, entre nuestros libros o autoras favoritas. Recuerdo que, al principio, leía, sobre todo, para obtener un premio. Sí, cada 25 libros leídos y apuntados en una ficha, la bibliotecaria me entregaba una chapa conmemorativa de mi logro. ¡Una gran satisfacción! Después, enganchada a leer, no me importaba el premio, el simple hecho de leer y disfrutar de una historia diferente era ya un premio. Y, menos mal, enseguida me di cuenta de que era el más grande que podía obtener.

El primer libro que me regaló mi padre fue Los Gnomos: gnomo de los bosques. Seguramente tuve algún otro antes pero, sin saber por qué, este es el que recuerdo. En casa, cuando ya era algo más mayor, recorría las estanterías en busca de los libros que mi madre tenía y los leía. Recuerdo desde los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós hasta novelas completamente desconocidas de Ken Follet. Con 13 años leía obras juveniles de teatro y junto a compañeras de clase, las representábamos, emocionadas con el trabajo de relectura y adaptación a nuestro tiempo en clase y a nuestras capacidades.

Poco a poco fue naciendo mi pasión por la literatura y con el tiempo, como es lógico, establecí mis propios criterios y gustos sobre las lecturas que hacía. Eso es lo mágico de la literatura para mí: es una amiga inseperable que te ayuda a ser quien eres, a rebelarte, a buscar tu sitio y a encontrarte y reinventarte a lo largo de toda la vida.

lectura

Janet, Ruth and Susan Charles reading a story. National Library of Wales

Una parte importante de nuestro hábito lector surge, por tanto, en el ámbito familiar (otros lugares pueden ser a través del profesorado, las amistades, las bibliotecarias). Con los libros que las madres y padres leen o dan a leer a sus hijos, éstos pueden entender la realidad que viven pero también les otorga la oportunidad de conocer otras realidades distintas a la suya o saber qué es posible cambiar el mundo. Les permite aprender a empatizar con lo diferente, a cuestionarse la norma social establecida, que no siempre es la mejor, salvo para el capitalismo, y por supuesto, a imaginar, soñar y crear sus propios mundos. Los niños sienten una curiosidad enorme, están ávidos de aventuras y de explorar su entorno y lo desconocido. Con los libros poseen la llave que abre la puerta a cualquier lugar que deseen ir.

Yo crecí, como tantas otras niñas y niños de mi generación con los cuentos clásicos infantiles: La Cenicienta, Blancanieves, El patito feo, Caperucita Roja, La ratita presumida, La Bella durmiente, La Sirenita, Hansel y Gretel, entre otros muchos. Estos cuentos se convierten en el primer puente para formarnos como lectoras pero no lo son todo. ¡Cuidado!

princesa

En: The British Library

Por poner un ejemplo, la mayoría de cuentos de princesas transmite unos mensajes muy claros y diferenciados a niñas y niños. Las primeras aprenden a ser pasivas, a esperar a un príncipe con el casarse y realizarse. Los segundos, a tener que ser fuertes siempre y ser los salvadores de princesas. Yo nunca me sentí identificada con estos mensajes, nunca quise ser princesa, nunca quise que me rescataran, ¿de qué? Yo quería vivir mis propias aventuras: matar dragones, acabar con las brujas, vivir con un gato y no tener que limpiar para nadie (Cenicienta limpia, La ratita presumida limpia, Blancanieves limpia, Ricitos de oro limpia). ¿Queremos que nuestras hijas sean dependientes? ¿Queremos que nuestros hijos crezcan teniendo que demostrar siempre algo?

Las niñas y los niños tienen derecho a elegir quiénes quieran ser y, para ello, es responsabilidad de madres y padres no sólo prestar atención a la calidad literaria o a la belleza de las ilustraciones sino también a los mensajes (textos e ilustraciones). Los cuentos tradicionales forman parte de nuestra cultura y no tienen por qué desaparecer (algunos de los valores que transmiten pueden seguir siendo útiles como la solidaridad entre mujeres, la importancia de la familia o la relación respetuosa con la naturaleza) pero es necesario que no se muestre a los niños y a las niñas una sola forma de estar en el mundo porque les limitamos. A través de lecturas diversas los niños se divertirán, jugarán y serán más libres (las niñas no están sólo para jugar con muñecas o casarse; los niños no tienen por qué jugar con coches y ser los más fuerte o los más valientes todo el tiempo) y es posible que no abandonen la lectura porque serán conscientes de las posibilidades que ofrece, tanto de ocio como de ayuda a procesos internos suyos. Además, si se realiza una lectura conjunta permitirá un aprendizaje mutuo entre la persona adulta y los pequeños y creará un vínculo más fuerte entre ambos.

Símbolos sexistas

Símbolos sexistas en los cuentos

La sociedad evoluciona y existen nuevas estructuras familiares, sociales y culturales que deben reflejarse en los libros para conocerlas y respetarlas. Seamos conscientes de que en los cuentos tradicionales abunda el sexismo, tema sobre el que la escritora italiana Adela Turín ha realizado una gran aportación (desde los años 60) para evitar el sexismo en los cuentos e ilustraciones infantiles. Pero también es  complicado encontrar historias que hablen de familias diferentes a la tradicional, personas de otras razas, religiones u orientación sexual que no sea la heterosexual. Por ello, aúnemos a los cuentos de siempre, las historia de ahora. Fomentemos la comprensión de lo distinto, la igualdad y la tolerencia.

Cuando era pequeña no tuve la oportunidad de leer estas otras historias así que he aprovechado la escritura de este artículo para recuperar la inocencia, convertirme de nuevo en niña y disfrutar con la mente abierta y con el corazón y poder, así, compartir, en la segunda parte de este artículo, algunas sugerencias y recomendaciones. Las posibilidades de los libros son infinitas y las niñas y niños merecen conocerlas. 

¿Jugamos a cambiar el cuento?