Mi querida Paqui Solana me azuza (sí, no exagero con el término) para que “me moje” en el asunto de los creadores, la llamada ley Sinde de la llamada ministra Sinde y no sé qué cenas más que tanto abundan estos tiempos. Con la gracia sevillana que la distingue, Paqui (después de otros detalles más íntimos) me espeta en la página del programa en Facebook: “Venga, que me has entendido muy bien, mójate en el temilla de marras que los intelectuales de hoy están aletargados”.
Primero, es verdad que vivimos tiempos de miedos, o de recelos, o de interesada complacencia borreguera. No sé cómo me asombra que el director de “pagafanta” anuncie su nueva película con algo así como qué bueno es ser complaciente. En las horas (días y años también), en la horas bajas del compromiso intelectual español, llegará lejos. La moda de la complacencia a veces sirve de algo, pero normalmente sólo a los intereses del que la ejerce. ¿Cuándo ha crecido y progresado una sociedad sumida en la complacencia? Si encuentran un ejemplo, díganmelo.
Me temo que me estoy mojando. Luego me dicen los amigos que ya no se escribe así, que ni los periódicos lo hacen. Y digo yo, ¿qué periódicos? Ah, ¿ese que depende de los ingresos de su gran editorial?, ¿o ése que a pesar de todo el apoyo gubernamental no deja de sacar portadas al más puro estilo amarillista? (Díganme que los han identificado porque si no es que estamos todavía peor, aunque al fin y al cabo son sólo dos ejemplos del penoso panorama actual). Hasta da vergüenza llamarse periodista estos días (bueno, a mí me lleva dando vergüenza bastante tiempo).
Reconduciendo el tema, iba a hablar de “creadores” con motivo del revuelo montado por la publicación de Amador Fernández-Savater de “la cena del miedo (mi reunión con la ministra Sinde)” en el blog de Acuarela Libros y, posteriormente, en el diario El País (si no lo han hecho ya, lean, no se arrepentirán): http://www.elpais.com/articulo/cultura/cena/miedo/reunion/ministra/Sinde/elpepucul/20110112elpepucul_8/Tes
No es la primera vez que hablamos de los creadores en la era digital y la nefasta gestión de Sinde en todo este tema. Pero el caos de la situación hunde sus raíces desde mucho antes. Para hablar de creadores primero habría que clarificar el término a día de hoy. Y después establecer un mínimo marco de igualdad de derechos que obligue a acabar con los privilegios de unos pocos en detrimento de una sociedad cada vez más creativa en su conjunto. Y me mojo, empezando por la propia profesión, ¿por qué un periodista de prensa cobra derechos de autor y un periodista de radio no? Y a veces ni cobramos sueldo si quiera. Por no hablar de los que se dedican a la comunicación y a la creación digital, ¿dónde están sus derechos de autor?
Me pide Paqui que hable de creadores, y sólo se me ocurre una historia vieja como la humanidad, la clásica división de los creadores adosados al poder y los creadores -que realmente crean- ajenos al poder. Claro, también hay zonas grises. Y esas son las que habría que explorar, que no haya tanta desigualdad creativa, tanta falta de justicia, extremos difíciles de justificar, y la zona de equilibro cada vez menor.
Quizá en esa exploración anda Amador. Otros, sin embargo, como Elvira Lindo, vieron en la cena algo privado, no merecía si quiera hacer un comentario. Mientras tanto, el Ministerio se apresuraba a decir que la llamada ministra estaba manteniendo diversas “reuniones” con diferentes creadores para reforzar su propuesta legal. Parece un sainete. Una representación no se sabe si en teatro público o privado, de eso no me he enterado: ¿quién pagó la cena: cada invitado, Sinde, o los impuestos públicos?
Resumiendo, mientras la política sea ésta y sus leyes como ésta (Amador dice: “Me parece un hecho gravísimo que quienes deben legislar sobre la Red no la conozcan ni la aprecien realmente por lo que es, que ante todo la teman. No la entienden técnicamente, ni jurídicamente, ni culturalmente, ni subjetivamente. Nada”); y mientras no se organicen laboralmente los derechos de todos, todos los creadores, seguiremos en un sistema de privilegios donde lo que menos cuenta es el esfuerzo personal.
La situación ya era mala hace tiempo, pero lo que en el entorno analógico resultaba fácil de ocultar, en el nuevo paradigma digital es menos fácil: se encienden los focos y se extiende la claridad. Resulta innegable la incapacidad de ciertos políticos, que sólo por un poco de amor propio deberían dimitir, y no esperar a que los echen. Eso sí, siempre que no los sustituyan por otros subvencionados de la industria cultural cinematográfica, que busquen donde realmente está la cultura.
Y para terminar. Personalmente sigo apoyando la plataforma: “Somos más de 1.000.000 contra la ley anti-descargas, Sinde dimisión”. Espero que nos escuchen por el bien de la cultura del país. Cuando las cosas empiezan mal, y siguen mal, sólo puede esperarse un final, el peor. Curiosamente me encuentro un significado coloquial de “sainete” en Cuba. Según la Real Academia, es el siguiente: “recriminación violenta”. Y esto me recuerda también el nuevo libro que arrasa en Francia: Indignaos! Habrá que leerlo.