
En un desayuno informativo de Fórum hace poco, el director del periódico La Vanguardia, Jordi Juan Raja, apostaba por un periodismo explicativo. Magnífico adjetivo. Cuanto más se explique, mejor podremos entender, o acercarnos al entendimiento de la realidad.
El «periodismo» más explicativo que se hace masivamente en nuestro país (Tv por ejemplo) suele «explicar» corazones e higadillos personales (hay incluso un planeta dedicado a sacarles los entresijos a los famosos a cambio de un suculento viaje por la tierra). A esto se dedica mucho dinero, porque el espectáculo lo vale, pero lo peor es que esta forma de sedarnos, como otra cualquiera, produce mucho daño informativo a futuro, especialmente en la población menos crítica.
El periodismo explicativo auténtico lo encontramos demasiadas veces en los bordes (en España) y no solo en prensa o radio. Hay un periodismo audiovisual que crece con pocos medios, que analiza las situaciones con profundidad, tiempo y conocimiento. Un periodismo que significa especializarse, durante años, en áreas temáticas precisas, pendiente de la actualidad del día a día para integrarla en un relato mayor.
Buscando ese periodismo en la actualidad de Ucrania y Rusia, nos hemos encontrado con dos Documentales de Ricardo Marquina Montañana, muy recomendables. El primero que vimos fue «Rusia, revolución conservadora» , una mirada a los últimos treinta años del país, incluyendo una perspectiva histórica. Su director, guionista y cámara subió gratuitamente a Internet hace pocos meses.
Unos años antes, Ricardo realizó su primer documental y, como especialista en la zona, que nos regala también en su canal de YouTube: «Ucrania: El año del Caos» Desde las primeras manifestaciones en la plaza Maidán en diciembre de 2013 a todo el 2014, cuando el independentismo se asienta en el este de Ucrania y se apunta a la gran disyuntiva: UE (Occidente y más cercanía a la OTAN) o Rusia
Ricardo Marquina llena sus documentales de fuentes informativas muy variadas y, especialmente en el primero, recoge informaciones de otros periodistas en la zona. Ahí vemos entre otros a Pablo Gonzalez, entonces trabajando para el diario Gara. Hacia el final del documental Ricardo le pregunta por la posibilidad de que esos territorios vuelvan a Ucrania, Pablo dice que no, que ve un país dividido. Ese 2014 fue también el referéndum de Crimea y otros episodios bélicos, tantos que para contarlos Ricardo precisa más de dos horas. Muy bien aprovechadas.
Gracias a este periodismo serio y generoso se puede entender mejor la invasión rusa de Ucrania, a ocho días de guerra, con muertes y sufrimiento injustificable. Se puede atisbar la verdad de lo que ocurre, confrontando todos los puntos de vista posibles, hilando las diferentes situaciones en el tiempo y cómo se comportan sus actores. Además de Rusia y Ucrania, otros países juegan un papel importante. Polonia, en la primera línea divisora entre la OTAN y la zona de influencia rusa, está prestando una ayuda humanitaria memorable a los exiliados. Pero Polonia no pasa su mejor momento en el seno de la UE y algunos fanatismos gubernamentales de control son injustificables.
Ayer y hoy el diario Público informa, hasta donde puede, de la retención en Polonia de Pablo González, el mismo que participaba en el Documental en 2014, y muchos años conocedor de la zona: Polonia vulnera 18 artículos de la Carta de Derechos Fundamentales de la UE con la detención del periodista
La libertad de expresión es difícil dentro y alrededor de una guerra, malinterpretando incluso a especialistas internacionales, otras fuentes imprescindibles de información, y análisis. Es el caso de Pedro Baños Bajo, que ve la realidad desde todos los ángulos posibles y hace dos días en Twitter tenía que explicar nuevamente su posición: «mi repulsa absoluta por la actual guerra desatada por la #Rusia de #Putin en #Ucrania». Hago mía su frase. También la esperanza de que la invasión no lleve a mayores guerras.
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