2015, Feliz Debate

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La Fura

Tras mi sentido pésame a las víctimas del atentado a Charlie Hebdo, y la consternación consecuente aquel 7 de enero, llevo días oyendo de todo; desde el que justifica la rabia de los terroristas en París, al que considera que Rajoy hizo bien manifestándose en la capital francesa cinco días después, defendiendo la libertad de expresión junto a sus colegas europeos.

Ya imaginarán que no comparto ninguna de estas posiciones. No justifico el asesinato, sobre todo de inocentes. No justifico la falsa foto de quien tras los flashes elabora una Ley Mordaza. Lo único que puedo rescatar de todo este horror es el posible despertar de conciencias (por fin a este lado de los Pirineos) que nos alejemos de estereotipos y frases hechas que, aunque sigan enturbiando la mirada, den paso a preguntarnos sobre cuestiones más esenciales: ¿qué es la libertad de expresión?, ¿cuáles sus límites?

La famosa frase de Voltaire: no estoy de acuerdo con lo que dices pero lucharía hasta la muerte porque tengas el derecho a decirlo, fue pronunciada por Javier Campillo en el primer programa del año: En defensa de la cultura y la libertad de expresión. La sentencia del filósofo francés sigue siendo actual siglos después porque mantiene la altura de un Derecho Fundamental vilmente agredido ahora y todavía no suficientemente entendido. Si no, que se lo pregunten al Papa Bergoglio, que ha confundido la palabra con la violencia; y no es el primero ni el último. La propia Iglesia Católica, entre otros, ha utilizado la palabra con fines violentos.

Lo primero que hay que delimitar es que la palabra no debe ser considerada violencia. Si eso ocurre – y lamentablemente es así muchas veces-, tenemos déficit de libertad de expresión: no sólo no estaríamos dispuestos a defender hasta la muerte que otro diga algo con lo que no estamos de acuerdo, nos arrogamos la capacidad de hablar con violencia o – lo que es igual- asumirla, acobardarnos ante ella. Lo mejor que se puede hacer para paliar esta situación es reivindicar la libertad de expresión, la necesidad de debate.

Mi otro contertulio en el primer programa del 2015, Francisco del Barrio– ante una pregunta en torno a los casos más fragantes de falta de libertad de expresión en España, y el caldo de cultivo de la censura más sutil que sirve para cocinar el día a día en los grandes medios- lanzaba lo que podía ser un gran titular: «en España la libertad de expresión es un tabú. Está todo por hacer». Un tabú que del Barrio  -barruntando las declaraciones de Bergoglio- puso en relación con la religión Católica «que ocupa todo en nuestro país» (a partir del minuto 19).

Los días 5, 6 y 7 de marzo, vamos al Congreso que organiza la Plataforma en Defensa de la Cultura, y a las actividades previas y posteriores que anuncian, incluyendo el evento «Todos somos Cultura» el domingo 15 de marzo. El objetivo es claro, unir Cultura y Libertad de Expresión, como hicimos en este programa de radio, porque o van unidas, o no van.

La foto de este artículo pertenece a la cantata de Carmina Burana de Carl Orff por La Fura dels Baus, este fin de semana en Madrid. Un gran espectáculo, de hasta 90€ la entrada, en un teatro público de la Comunidad de Madrid. Impresionante ejecución musical y puesta en escena (llegaban los olores y el agua a la segunda fila); pero cómo no preguntarse en estos tiempos por todo lo que se podría hacer con este tipo de presupuestos por la cultura más democrática y cotidiana, y su necesaria difusión. Qué ocurriría si la cultura fuera menos elitista, más reflexiva, y viajara en compañía de la libertad de expresión y el debate.

Feliz 2015.

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