Tirano Banderas

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Recorriendo el Madrid de la letras con Dostoievski

Por Salvador Moreno Valencia

Permítame el lector -llegado este punto en este recorrido por el Madrid de las letras-, una digresión en el citado recorrido para venir a traer aquí, cual mago -¿no es así como lo llama Rodia, y mi querido batuchka?-, una historia que como único denominador común entre la misma y ésta -que venimos publicando aquí en este El Blog del Planeta de los Libros-, tiene a Tirano Banderas, así que ahora saco mi varita mágica, la agito en al aire para llevarla luego a la abertura que en el sombrero sirve, además de para sacar el conejo, para cubrir esta calva incipiente e inminente, valga la redundancia, ya que como sabemos, ambos adjetivos vienen a significar lo mismo, y si no del todo identifican la misma cosa, digamos que casi. Dejemos ahora que del sombrero nos salga un capítulo en el que invito a los lectores  busquen de dónde procede el mismo.

<< Tirano Banderas narra la historia de un dictador que tendrá que vérselas con el pueblo. Así deberían acabar todos los tiranos, frente a frente con el pueblo al que han masacrado y exprimido en pos de sus propios intereses y que el pueblo una vez vencidos los dictadores echara sus cuerpos a los cochinos.

En el hotel parece estar vivo el espíritu de don Ramón María, por lo menos hay libros por todos los rincones, y algunos han sido escritos por el incorregible escritor.

María es una mujer de inteligencia y belleza magnificas. Es compresiva pero no sumisa, es autoritaria pero condescendiente. María es una poeta empedernida pero ella no lo reconoce, tal es su grado de humildad y sencillez. He leído poemas suyos que me han cautivado y puedo decir que he leído autores de gran talla.

-¿Por dónde empezamos?

-Comencemos por el amor -ha respondido y me ha llevado nuevamente a la habitación, y una vez allí se ha contemplado en el espejo que la ha mostrado en su máxima plenitud mientras se ha ido desprendiendo de toda su ropa.

-¡¿Por el amor?!

-Sí, por el amor, y por los versos de Elías, ellos nos llevarán a su autor.

-¿No sería mejor ver el listín telefónico y ya está? -he dicho sin darme cuenta de lo que decía, porque si Elías hasta ahora no había sido visto por nadie, no iba a estar el número de teléfono al alcance de todos en el listín. La verdad es que a veces creo que soy estúpido, y que la inteligencia me abandona con frecuencia y lo peor es que en esos momentos en que la estupidez se muestra tal y como es, pienso que nunca fui ni seré inteligente.

 …pestañas como cortinas negras…

En el centro de la plaza, donde se ubica el hotel Luces de Bohemia, una estatua homenaje a un poeta sirve de reposo a una decena de palomas, las otras se abalanzan sobre un motón de migas de pan que una vieja loca cantando les va echando con una pasión desconcertante como si le diera de comer a sus propios hijos que con las bocas abiertas se retuercen entre el hambre y la satisfacción de sentir el tacto de los tarugos de pan duro que la vieja de su madre les pone sobre platos de plata y que ellos toman usando a la vez, tenedores de palo.

Elías Mandrágora es un poeta escurridizo, pero en realidad, a pesar de que me aplico este autoengaño, a quién he venido a buscar es a Gema, mi fiel puta. La mujer que me ha sabido entender, la mujer que me ha sabido dar para luego quitarme todo lo entregado, y es mucho. Y fue en esta plaza donde la conocí, era ella entonces la vieja que le daba de comer a sus hijos alados, pero ella tenía por entonces una vejez de veinte primaveras, y aun así, era la mujer más vieja del mundo.

Entro en el hotel y no tengo por menos que recordar el título de esa obra de teatro escrita por ese insigne literato, sin embargo no es él el que ocupa el lugar primordial en mi memoria, sino el protagonista de la obra que como en casi todas las grandes obras de la literatura, ha relegado a su creador a un plano secundario. No ocurre así en la poesía porque es abstracta y carece de protagonistas, cuya personalidad sea tan fuerte, que acaben por desbancar a sus creadores. Max Estrella en su recorrido de locura, el auténtico maldito, un hombre que es el espejo donde los lectores hemos de mirarnos, esos espejos convexos que nos hacen ver lo ridículos que somos, que nos descubren nuestro lado esperpéntico, nuestro vivir absurdo.

-Buenos días -saluda una bella señorita tras el mostrador de recepción-, ¿qué desea usted? -sonríe y yo lo único que hago es perderme en el azul de sus ojos. Imagen que me lleva a ver, a mirar por primera vez a Gema cuando la encontré por casualidad en la plaza de Santa Ana, lugar donde está el hotel Luces de Bohemia, y frente a éste, el teatro Español al que mira impertérrito el gran Lorca, a su espalda, como El Gran Guardián, lo custodia Calderón de la Barca.

-Tengo un habitación reservada a nombre de Pablo Cialenva -respondo a la mujer que me mira desde sus dos océanos azules. Sin darme cuenta recito en voz alta:

…cruzadas las piernas, rojos los labios…

 

 

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2 respuestas to “Tirano Banderas”

  1. Nieves Martín Díaz_El Planeta de los Libros Says:

    Muchos «tiranos» ahora, ¿el ansia desmedida de poder se ha democratizado?

  2. alvaeno Says:

    yo diría que ese ansia desmedida se ha atomizado y disfrazado de democracia.

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